Raul Omar Silvestre brinda talleres de filosofía en un bar todos los jueves, por la necesidad de abrir un espacio en donde el pensamiento circule sin tantos protocolos burocráticos. En esta nota habla del rol de la filosofía y de los autores que estimulan el pensamiento. 

Raúl Omar Silvestre tiene 28 años. Nació y se crió en el barrio Palermo 1 de la provincia de Salta. Actualmente se encuentra en la instancia de tesis en la Carrera de Filosofía de la UNSa, se desarrolla como investigador en el área de la Filosofía de la Tecnica y la Metafísica. Desde muy joven se inclinó por la filosofía, en su secundaria fue reconocido con un premio importante en las Olimpiadas Nacionales de Filosofía organizada por la Universidad de Tucumán. También se desempeña como periodista de oficio en varios periódicos digitales de Salta, como asesor en redes sociales para emprendedores y como conductor del programa de radio Políticas de lo Imposible en La Patriada Salta, entre otras cosas. 

Pero esta charla tiene que ver con una gran iniciativa: los jueves da charls de filosofía a la gorra en un bar (el bar de Fueguitos, en San Juan 430). Y aunque parece extraño son decenas y decenas de personas los que llegan a las 20.30 y se sienta a escuchar sobre Marx, Focault o Arlt o Pizarnik. Esa ha sido la excusa perfecta para esta nota. 

-¿Cómo surgió la idea de dar estas charlas, fuera de la universidad, a la gorra?

-La idea de brindar el ciclo de charlas de Filosofía fuera de la Universidad surgió por varias razones, principalmente por la necesidad de abrir un espacio en donde el pensamiento circule sin tantos protocolos burocráticos, también por la necesidad de seguir manteniendo un intercambios con mis amistades que no van a la universidad, en mi caso suelo tener muchas amistades que vienen de las artes visuales, la música, de la artesanía, del arte callejero, del teatro y la performance,  entre otros, con los que suelo entablar charlas que siempre desembocan en cuestiones filosóficas. De hecho, por esto también surgió el nombre “Dejar que el pensamiento suceda” y no me equivoqué en iniciar un espacio con estas particularidades, muchas personas me agradecieron por iniciar un espacio de este tipo en un bar, en un lugar desestructurado y abierto a las indagaciones filosóficas.  

Recuerdo que mi primera idea de un filósofo fue el pitufo filósofo: por muchos años me quedó esa imagen de alguien que piensa de espaldas a la sociedad. Tus charlas muestran todo lo contrario…  ¿Cuál fue la respuesta en estos primeros encuentros?

-Las primeras respuestas del público fueron alentadoras, iba a usar la expresión “positiva” pero no creo que esa palabra pueda traducir todo lo que implica recibir respuestas alentadoras, sobre todo cuando el público después de escucharme queda entusiasmado, con ganas de preguntar más, por saber más de los corpus teóricos o con incertidumbre de haber escuchado otra campana de las cuestiones. A veces las charlas viran hacia el ateísmo, hacia el cristianismo o hacia una posición anarquista. Dependiendo de las preguntas y de las personas que participan, me acuerdo que cuando hablamos de Nietzsche, lejos de ponernos ateos o anti cristiano, reivindicamos la figura de Jesús como uno de los que supo reinventar la manera de vivir la fe de su tiempo, como alguien que inventó una manera nueva de experimentar a Dios, en eso se asemeja un poco a Nietzsche, de hecho en algunos pasajes del Anticristo, Nietzsche reivindica su amor hacia Jesús, solo hacia Jesús, no hacia los cristianos que solo intentaron imitar esa innovación, sin inventar nada. 

¿Qué tienen en común,  Byung-Chul Han, Pizarnik, Camus, Arlt y Nietzsche? ¿Por qué te interesan?

-Con respecto a la selección de los autores y temas, al comienzo lo solía elegir yo, después pasó a ser una negociación con el público, en lo posible, porque hay cosas que no manejo o que desconozco. De todas maneras, siempre está la posibilidad de que el grueso de la charla la de otra persona, la idea es fortalecer un trabajo colectivo.  Particularmente, yo siempre me he inclinado hacia los filósofos nietzscheanos o los escritores malditos, de ahí que hayamos hablado de Camus, Nietzsche, Pizarnik, etc. Todavía estoy esperando la oportunidad de charlar sobre Derrida, Deleuze y Blanchot, aunque me tienta también Osvaldo Lamborghini, Roberto Bolaño y Antonio Di Benedetto, suelo seguir animalidades muy diferentes entre sí.  

 ¿Byung-Chul Han es casi un filósofo de moda?. ¿Por qué tuvo esa conexión?

-A Byung Chul Han lo vimos porque nos brindaba la excusa para hablar sobre las repercusiones de la tecnología informática en la vida cotidiana, ya que es muy conocido, diría que es uno de los filósofos más conocido en la actualidad, por su trabajo de marketing alrededor de sus libros y la labor de los youtubers e instargramers, aunque él se posicione críticamente ante estos.  Hay muchas cosas que no comparto de su pensamiento, sobre todo porque Han parte de que existe de una naturaleza humana independientemente de lo artificial. Pero, por otra parte, creo que nadie negaría una de las tesis centrales de Han, la existencia de un régimen de la infocracia o que las tecnologías de la informática tienen la potencialidad de constituir un sistema cerrado. Y que en su centro reina el algoritmo y una concepción de información que sustituye hasta cierto punto a la realidad. Entonces la discusión que propone Han siempre da que hablar. 

Yo creo que si tomamos la definición de que filósofo es aquel capaz de sistematizar una cuestión, Byung Chul Han si entraría en esa definición, sobre todo cuando atendemos a las cuestiones de la infocracia, aunque en las Universidades solo este visto como un divulgador o como un simple opinólogo, en las academias los celos siempre existieron, pero nadie critica que muchos de los filósofos se hicieron conocidos porque ocuparon lugares de poder institucional. De todas maneras, como las charlas no se reducen a los filósofos institucionales, sino que a veces extendemos el interés por escritores literarios, por los artistas visuales, del cine, de la militancia, etc, nos damos el lujo de “Dejar que el pensamiento suceda”, sin pretender que sea puramente filosófico, lo importante es que sirva para la vida, para potenciar nuestra existencia. 

Hace unos años se publicó un libro titulado «Más Platón y menos Prozac»… hoy muchas personas buscan consuelo o apoyo en el  coaching… qué tiene para ofrecer la filosofía ante esto?

-Si, en el mundo contemporáneo empezaron a florecer los discursos de auto ayuda, los denominados Coaching, hay Coaching hasta para lavarse los pies después de jugar al fútbol, hay de todo.  Hace poco me hicieron la misma pregunta, sobre qué pensaba de los Coaching, pienso que ahora se blanqueó un juego, creo que la meritocracia blanqueó su juego, solo que ahora hay profesionales que te ayudan a acelerar el ritmo del proceso del empresario de sí, ahora los “empresarios de sí” tienen a un asistente profesional. Lo que sí me preocupa es que las instituciones estatales asuman esas direcciones como propias, que adopten a las prácticas del coaching disimulándolas como educación emocional, asumiendo la necesidad de inculcar una gestión de las emociones, sin problematizar su herencia neoliberal. 

Aquí la filosofía tiene mucho para problematizar, sobre todo si se tiene en cuenta su dimensión ética y ontológica del ser humano: ¿Qué es el ser humano? ¿Qué concepción de ser humano presupone la práctica del Coaching? ¿Se puede reducir todas las facetas del ser humano a la lógica de la gestión? ¿Por qué gestionar las emociones? ¿Cuál es la repercusión de esta práctica en la vida en común?  En este sentido, la filosofía es sumamente importante en los tiempos actuales, no se si hay otro campo del saber que llegue hasta el plano ontológico y ético con sus intereses problemáticos.