Durante la cuarta jornada de juicio que se lleva adelante contra el religioso declararon dos de lxs sobrevivientes y denunciantes. La ex monja, Valeria Zarza, relató una vida de maltratos y humillaciones constantes realizadas por Rosa Torino. (Por Andrea Sztychmasjter)
En el cuarto día de juicio contra el sacerdote Agustín Rosa Torino, lxs jueces que integran el Tribunal se mostraron con mucha dureza al recibir los testimonios de la madre de Yair-uno de los denunciantes- y de lxs otrxs dos sobrevivientes que denunciaron abusos varios por parte del religioso.
La madre fue interrumpida en reiteradas oportunidades, según le refirió la jueza Norma Vera “necesitamos brindar datos objetivos. Necesitamos circunscribirnos a los hechos concretos”. Esas interrupciones apuntaban a que no emita valoraciones personales de ningún tipo sobre la información que ella tenía de la organización de la Congregación fundada por el cura.
“Evitemos los discursos y mantengamos hechos objetivos”, señaló el presidente del Tribunal.
Durante la jornada dos de los tres denunciantes brindaron su testimonio y el tercero estuvo acompañadolos. En Ciudad Judicial se mostraron unidos y con la sensación que por primera vez pudieron ver a su maltratador en el banquillo de los juzgados.
Valeria Zarza, la mediadora
Cuando Valeria Zarza, ex monja y una de las personas más cercanas en su momento al cura Rosa tuvo que darse vuelta para decirle al tribunal si conocía al imputado, antes de comenzar su declaración, lo miró a los ojos y previo a decir sí, emitió un suspiro como si estuviera recordando todos los hechos vivenciados.
La mujer repasó el recorrido que atravesó desde su entrada a la Congregación en 1997 cuando comenzó a trabajar en la evangelización y sus posteriores votos hasta convertirse en monja. En todo momento se dirigió al acusado como “el padre”, pese a que contó todos los sucesos que explicaban por qué posteriormente decidió denunciarlo eclesiástica y judicialmente.
“Desde el año 2001 empiezan los tocamientos que a veces eran más disimulados. Al principio pensaba que era una imaginación. El padre me mandaba a llamar y yo estaba dentro de la casa. Estaba sin ningún oficio. Yo jugaba como un papel de mediadora dentro de la Congregación”, refirió la mujer.
Describió que después empezó participando de retiros espirituales de sanación. y realizando entrevistas privadas a los hermanos: “Había algunos que me contaban que los tocaban. Le conté al padre que estaba escuchando que había abusos y se enfurece mucho a lo que me pide nombres. No quería exponerlos, él me decía que si no le daba nombres específicos estaba calumniando. Que me calme y me preguntaba si alguien más sabía de esto. Me dijo ‘A partir de ahora cuando vos escuches de juegos sexuales, algo muy común. Deciles que vengan a hablar conmigo’. A la semana de esto me trasladan a México, mi superiora María Luz me dice que es mejor”.
“En 2010 surge un tocamiento que fue muy alevoso”, señaló Valeria a lo que fue interrumpida por los jueces por haberse dado esta situación en México y no en Salta. El primer día de jucio lxs jueces resolvieron hacer lugar a un planteo de incompetencia realizado por la defensa, ejercida por los abogados Humberto Oliver y Miguel Núñez Najle, respecto a ese hecho de abuso sexual denunciado por Zarza contra Rosa Torino, porque fue cometido en Toluca, México.
A partir de allí relató que tomó una distancia con el padre, ya no era lo mismo. No sabía con quien hablar, lo comentó con la superiora y no le dijo nada. “Empiezo a tener ataques de chantos Me llevan a tratamiento psicológico con la licenciada Naranjo, a ella le cuento y no le da importancia. Me sugieren que yo empiece a tomar pastillas psiquiátricas para estar más calmada. Me sacan los apostolados, me daban algo para entretenerme pero después volvía a pasar todo el día en la casa del padre, todo el día sentada en la mesa. Haciendo nada, hasta que en el año 2014, mi hermana estaba por dar a luz y me voy a España. Mi cuñado y hermana se dan cuenta que estaba atontada, torpe, lloraba a cada rato y les conté que estaba con medicación psiquiátrica. Me dijeron que deje las pastillas. Cuando las dejo empiezo a reaccionar de muchas cosas, después de seis meses y hablar con el padre Agustín que había muchas cosas que estaban mal en la Congregación”.
Consignó que tiempo después es enviada a Buenos Aires y pudo realizar las denuncias “No estaba bien el estilo de vida, que se nos utilice como cosas, nos hacían pasar por locos cuando empezábamos a ver ciertas cuestiones. Quienes empezaban a comentar de los abusos era tratados de locos, homosexual, o que está deprimido”.
Valeria comentó que los chistes sexuales eran continuos por parte de Rosa Torino y que terminaban de manera muy groseras. “Se reían de mí, hacían alusiones que mi cola parecía un estante y que podían poner cosas, las burlas eran constantes. Tenía la costumbre de decir cuando había algún olor a podrido ‘hermanita cierre las piernas’, tenía comentarios groseros contra las mujeres todo el tiempo, eran habitual. Para él las mujeres no servían, siempre lloran, decía”.
Uno de los jueces le pidió que la religiosa “describa en qué consistían los tocamientos” que el cura le había realizado y la “apoyatura” tal como lo refirió el juez Lezcano. “Chirló en la cola, cuando pasaba me rozaba con sus partes íntimas”, describió Zarza.
La sobreviviente largó en llanto al recordarles a pedido del juez por qué había manifestado querer quitarse la vida “Las hermanas me decían que yo me estaba volviendo loca, estaba totalmente perdida. Me costaba mucho levantarme en la mañana”, describió.
Durante su declaración la mujer también denunció malversaciones de fondos que efectuaba el padre. Ni la fiscala ni los jueces ahondaron sobre este punto.
“Justicia por mí y por todos aquellos que fueron abusados por esta persona”
Jonatan Alustiza fue otro de los testigos de la jornada, una de los tres sobreviventes que se animaron a denunciar a Rosa Torino. Manifestó que quiere “Justicia por mí y por todos aquellos que fueron abusados por esta persona y no se animaron a denunciar”.
Comentó que ingresó a la comunidad en 2009, y sufrió abusos del cura Nicolás Parma. Mientras que en 2013 fue abusado por Rosa Torino en Salta.
“Volví del sur, me acerqué a contarle (al cura Rosa) todo lo que había pasado, la violencia que sufríamos en el sur siendo menores, abuso de autoridad, montón de situaciones significativas. Me pidió que guardara silencio, que perdonara y olvidara que era una debilidad del hermano. Que no difamara el nombre del sacerdote ni ensuciara a la comunidad”, relató el joven.
El sobreviviente comentó que después de los abusos sufridos en el sur del país después de tres años pudo darse cuenta y poner en palabras lo que le había sucedido y contarle a Rosa Torino, sin embargo describió éste se aprovechó de su estado de vulnerabilidad y abusó de él: “Ocultó los actos de Parma para poder concretar los suyos”, señalò.
El joven lloró al recordar que con la única persona que pudo hablar verdaderamente de lo sucedido fue con quien actualmente es su esposa, una chica también integrante de la comunidad: “Sentí muy dañada mi masculinidad. No podía afrontar lo que sentí y lo que pasaba. Ella fue la que me ayudó a entenderlo y ponerle nombre a lo que me estaba pasando”.
Describió que “No me dejaban salir y no me podía comunicar con mi familia.Me fui a la deriva sin plata y sin documentación, hice las denuncias canónica en el año 2017 posterior a la denuncia penal, en Buenos Aires con el monseñor Luis Stockler.
Una madre acompañando
Durante la jornada también prestó declaración la Mamá de Yair. La mujer señaló que su familia es muy religiosa y sigue siendo cristiana y de mucha fe, describió que supo que su hijo pidió ayuda en la comunidad, incluso habló con el padre Josue que era el segundo del padre y le dijeron que no se vaya de la Congregación.
“Me quejo del encubrimiento” refirió la señora y relató que su hijo pudo contarle después de un tiempo todo lo sucedido a su esposo, también declaró que leyeron un diario que el joven había escrito: “Después de eso, cuando viene a casa cuando habla con el padre le dice que no encuentra sentido a su vida. Se fue y se olvida un diario y mi marido lee todas las atrocidades que mi hijo había pasado y cómo quería quitarse la vida. El ya tenía decidido quitarse la vida en Finca de la Cruz, todo esto se lo contó a Rosa y no obtuvo respuestas, solo retenerlo y que no hable de esto, formar una burbuja hermética alrededor de él”.
La Sala IV del Tribunal de Juicio está integrada por los jueces Maximiliano Troyano (presidente), Norma Beatriz Vera y Roberto Faustino Lezcano (vocales).