La izquierda no está en crisis, pero el PO sí. Altamira perdió con Nicolás del Caño la candidatura presidencial y en Salta los 118.249 votos de Pablo López en 2013 se redujeron a 23.864 cosechados por Claudio del Pla ayer. Números y política para pincelar y explicar lo que pudo haber sido y no fue. (Daniel Avalos)

Casi nada queda de la sorprendente elección que el PO protagonizó en 2013 cuando los resultados catapultaron a Pablo López al congreso nacional y los números originaron una expresión inédita: “Salta, la trotska”. Jornadas que ahora se parecen a un episodio de esos que la dialéctica marxista denomina acontecimiento: suceso menor que por no estar inscripto en la trama de la Historia cuyo sentido inexorable es la revolución, se convierte en insignificante y destinado a evaporarse. A horas de los resultados de las PASO 2015, los números exponen una situación que debe explicarse en términos políticos.

Pablo López cosechó hace dos años 118.249 votos; 80.320 de los cuales provinieron de la capital salteña, donde se impuso a todos los candidatos en la categoría diputado nacional. Ayer, ese número se redujo de manera impresionante: Claudio del Plá, referente provincial de esa fuerza durante décadas, sólo cosechó 22.864. De ese total, la mayoría provino de Capital aunque los 16.722 sufragios sólo representaron el 6,31% % contra el 30% de hace dos años de Pablo López. En el interior provincial, la cosa no estuvo mejor: sólo 6.000 voluntades.

Un detalle confirma la tendencia declinante. En 2013 hubo votos para el PO en cada uno de los departamentos provinciales y en algunos la suma resultó importante según el padrón de esos distritos: Orán 9.669, San Martín 7.249, Cerrillos 3.172 o Rosario de Lerma con 3.225. Ayer, en varios departamentos y con el 95% de las mesas escrutadas, la fuerza trotskista obtuvo resultados bien mezquinos en esos distritos: Orán: 1.868 votos; San Martín 1.767; Cerrillos 585; y Rosario de Lerma 699.

Las voluntades cosechadas por el PTS – Salta que disputó las PASO con el PO y que hace escasos meses logró su personería en la provincia, no modifica la tendencia. Sus 4.328 votos sólo sirven para evidenciar que en parte del electorado de izquierda tuvo anclaje el eslogan del propio PTS y que dio nombre a su lista: para fortalecer el Frente de Izquierda hay que renovarlo.

Sin apego a las autocríticas y aferrados a viejas y recurrentes certezas, el PO seguramente derramara algunas justificaciones que sin mucho éxito buscaran disimular el problema que atraviesa: polarización interesada impulsada por los partidos patronales, recuperación del kirchnerismo a nivel nacional, apoyo del gobierno provincial a Miguel Nanni, énfasis en el crecimiento del FIT o recuerdo de que lo ocurrido ayer no es más que una elección primaria y todavía falta octubre.

Lo cierto, sin embargo, es que el declive no sorprende porque fue anunciado en las PASO y generales provinciales: en abril los 45.137 votos de Claudio del Plá representaron un 7,29% del padrón provincial, porcentaje que bajó al 6,22% en mayo cuando sólo llegaron a los 41.309 sufragios. Ayer, ese porcentaje bajó aún más: 4,33%.

La política 

Elementos episódicos y estructurales explican la situación. El primero se relaciona con la particularidad de 2013: maratón electoral iniciada en agosto con las primarias legislativas nacionales, seguida en septiembre con las primarias legislativas provinciales, continuada en octubre con las generales nacionales y culminada en noviembre con las generales provinciales. Año signado por candidaturas oficiales encabezadas por un hermano del gobernador y una hija del intendente capitalino que generaron rechazo a la política de linaje signada por la portación de apellidos. En ese marco, el PO, siempre crítico contra el establishment provincial, arrancó con buen pie en la contienda de agosto hasta generar un cenit en la elección de Pablo López al congreso nacional en octubre y el ingreso de 9 concejales en un cuerpo capitalino de 21 ediles en noviembre del mismo año.

Desde entonces, todo fue cuesta abajo por cuestiones más que episódicas: la partida de Pablo López privó al PO de la figura que más adhesiones generaba en el electorado de izquierda, centroizquierda o simplemente en el que se inclinaba por el PO por su conducta de permanente denuncia contra el poder provincial. Ayer volvió a pasar: como candidato al Parlasur cosecho más votos en la provincia que Jorge Altamira que pretendía la candidatura presidencial y del propio Claudio del Pla que iba por la diputación.

Variable que sumada a la carencia de cuadros suficientes que garantizaran presencia territorial provincial, explica un hecho curioso: el partido que hace dos años arañó los 120.000 votos, recolectó sufragios en todos los departamentos de la provincia y que posee casi tres décadas de existencia provincial; no pudo presentar listas de intendentes y concejales en las elecciones de mayo de 2015 en cuatro municipios de Anta, los dos de Cachi, el de Cafayate, los dos de Cerrillos, los otros dos de Chicoana, uno de Güemes, el otro de Guachipas, los dos de Iruya, los dos de La Caldera, los tres de La Candelaria, el de La Poma, los dos de La Viña, los dos de Los Andes, los dos de Metán, los dos de Molinos, tres de Orán, tres de Rivadavia, dos de Rosario de la Frontera, tres de San Carlos, dos de San Martín y uno de Santa Victoria. Ello supuso ausencia de boletas locales en 17 de los 23 departamentos que conforman la provincia.

Digresión nacional

Para tener una referencia de lo que esa carencia supone, hay dirigir la mirada a la provincia de Mendoza. Allí, el trotskismo posee fuerza como en Salta y en las elecciones ejecutivas de mayo y junio de este año protagonizaron su propio “trotskaso electoral”. No de la mano del PO, sino del PTS, esa fuerza que junto al PO integra el Frente de Izquierda y cuyo referente nacional es Nicolás del Caño, quién arrebató la candidatura presidencial a Jorge Altamira del Partido Obrero.

Del Caño, justamente, se ganó titulares de diarios mendocinos y del resto del país en mayo cuando relegó a un tercer lugar al Frente para la Victoria en las elecciones para intendente de la capital mendocina. Su 17% de los votos se convirtieron en un resultado inédito para un dirigente de izquierda en cargos ejecutivos. Ventaja cualitativa con respecto al PO salteño, aunque no cuantitativa en tanto ese 17% eran productos de sólo 11.253 votos en una ciudad cuyo padrón electoral es un muy inferior al de la capital salteña.

No obstante, la diferencia cualitativa de la experiencia trotskista mendocina es otra: con menos años de existencia partidaria y con candidatos que rondan entre los 30 y 35 años, el PTS mendocino (según el Tribunal Electoral de esa provincia) presentó candidatos a intendentes en 9 de los 18 departamentos de esa provincia.  En seis de ellos, cosechó entre  el 10% y el 17% de los votos. En esos mismos departamentos presentaron listas de concejales que en todos los casos cosecharon más votos que los respectivos candidatos a intendente.

De allí que no sorprendiera que ese partido en esa provincia, lograra lo que Jorge Altamira no pudo lograr como objetivo del trotskismo salteño: que Claudio del Plá como candidato a gobernador en mayo llegara a dos dígitos de los votos, porque apenas superó el 6%; mientras la joven candidata -de 32 años- mendocina del PTS a la gobernación llegó al 10,15% producto de 109.104 votos. En nueve de los 18 departamentos de aquella provincia, Noelia Barbeito superó el 10% de los sufragios.

El triunfo del Nicolás del Caño sobre Jorge Altamira, a nivel nacional, se explica en parte por las diferencias entre las experiencias salteñas y mendocinas: acá y con el 95% de las mesas escrutadas Altamira cosechó 15.314 votos que significaron menos del 3%; allá, Nicolás del Caño llegó a 79.076 sufragios que arañaron el 9% del padrón de esa provincia. Entre los distintos aspectos que pueden explicar el triunfo del caño, un elemento parece tener importancia: la saludable inclinación del PTS a impulsar medios de comunicación (La izquierda diario) que aun cuando desde el trotskismo busca instalar una agenda de discusión, se diferencia bien de esa prensa partidaria del PO que pretende sólo bajar líneas de pensamiento a sus propios militantes como es el caso de “Palabra Obrera” a nivel nacional, o la web del Partido Obrero en Salta.

De vuelta a Salta

Volviendo al caso salteño, conviene enfatizar que los resultados obtenidos en los 15 municipios donde el PO sí presentó listas municipales en mayo pasado (Las Lajitas, Campo Santo, El Bordo, San José de Metán, Colonia Santa Rosa, Irigoyen, Orán, Campo Quijano, Rosario de Lerma, Aguaray, Mosconi, Salvador Massa, Tartagal, Capital y San Lorenzo), confirman que la fuerza trotskista ha quedado cosificada en la modalidad de lo parlamentario y carece de acompañamiento para cargos ejecutivos. Esto ocurrió en el interior, donde la diferencia entre los votante es enorme a favor de los candidatos a  concejales y los intendentes; pero también en Capital donde los 80.000 votos del Pablo López en el 2013 en calidad de candidato a legislador se redujeron a 35.200 en las generales de mayo del 2015 cuando buscó la intendencia de la ciudad.

La poca eficacia parlamentariamente en la capital provincial, termina de explicar la debacle. Nada de lo que la fuerza trotskista anunció como posible tras la victoria de 2013 se concretó a pesar de contar con 9 de los 21 ediles del Concejo Deliberante capitalino. El resultado está a la vista: aquellos que sin ser devotos del ideal revolucionario optaron por el PO hace dos años, viraron ahora a otra fuerzas y otras figuras. En este caso a Miguel Nanni, quien en las primarias de abril sacó 4.000 votos menos que Claudio del Plá en la categoría gobernador y un mes después lo aventajó con 13.000 votos. Ayer, la diferencia se estiró aún más. Con 79.146 votos, el radical se distancio en más de 50.000 voluntades al referente del PO.

Que Nanni sea un candidato de la UCR que se recostó en el PRO de Mauricio Macri y recibió ayuda de un oficialismo provincial que buscaba liquidar de una buena vez al apellido Romero, habla bien de las lógicas de funcionamiento del establishment provincial, los límites del trotskismo y de un sector importante del electorado local cuya característica central es la volatilidad: un elector dispuesto a decidir a cada rato por fuerzas o figuras distintas no porque practique lealtades partidarias o ideológicas determinadas, sino porque busca realizaciones concretas. Un electorado que parece prescindir de valoraciones de todo tipo, desde aquellas como las del PO que hace de la pureza de ciertos principios la razón de ser de una esterilidad expresada en más de una década de vida parlamentaria sin logros significativos, o las del propio Nanni que es la personalización de un pragmatismo que subordina cualquier principio a la sed de resultados.

Vivimos, nos guste o no, una realidad que toda fuerza que pretenda cambiar conductas y conciencias debe tener en cuenta: una especie de presente absoluto en donde nadie se acuerda de que Nanni es radical ni tampoco de que Claudio del Plá representa esa cosa devaluada llamada revolución.