La casona con vitró en la novena cuadra de Zuviría, hoy en plan de tomarse las últimas fotos que revisarán arqueólogos del futuro o a punto de recibir una inyección de plasma. Pero en contra de cualquier invocación a Santa Pandemia, la COVID-19 no hizo más que dejar al descubierto pretéritas metidas de pata a granel. Una parte del PJ llora la extinción de la era U, en la que todo en lo personal era bello –y anterior, como todo pasado- y esta nostalgia ensombrece lo que esté por venir. Y otros pujan por el alumbrar de nueva dirigencia. O nada.

 

 

Como si fuese un desafío a los lineamientos prescriptos para desalentar esa conducta toquetera que se agudizara en el último lustro, los pejotianos porfían en la práctica del chalequeo, la fricción y el raspar. Gran parte de esta línea de acción se encuentra ligada al rol que Gustavo Sáenz tendrá, o no, en la vida que es demandada en los alrededores de Zuviría 939. La sede del Partido Justicialista, si cabe precisar.

La afirmación indesmentible que el actual mandatario provincial es de raigambre peruquiana goza de amplio consenso, al repasar velozmente el catálogo de sectores y quienes los representan. Casi nadie enarbola algún interrogante al respecto, si bien algunos reparos parciales pretenden desteñir ese blasón o bien instados a una tertulia en despachos oficiales para dejar de hacerlo. Todo esto sin que Sáenz hay dicho pú, ni mu.

En estos días que preceden estos 203 años de aquel ataque que situara a Salta en el firmamento y el panteón de los héroes de la independencia nacional, los ojos de un sector oficialista coqueteando con el resto de las hordas que aparcan en Zuviría al 900, presupone que las modificaciones en la Comisión de Acción Política podrían ser determinantes. En algo coinciden con la generalidad de simpatizantes, afiliados y algunos dirigentes pejotianos, respecto al mencionado órgano partidario al que varios babean con  someter a un análisis de Carbono 14.

 

De cargo y honor

 

Ciertamente, uno de los asientos que desafían toda incredulidad es el que aún detenta el diputado Manuel Santiago Godoy, el más ferviente cultor del godoismo, aquella vertiente que parece apostar a la templanza y el estoicismo de sus miembros, antes que en la cantidad. A su turno, MSG dimitió de la titularidad de la CAP, pero no de continuar integrándola. En esta nueva piel, en pleno 2020, serpentea y luego pega la vuelta por el lado del romerismo, otras veces por cerca del albertismo.

Nadie sabe si el otrora mandamás de este aditamento partidario mantendrá su posición en la baldosa opuesta a la del saenzismo, cuyas segundas y terceras líneas impulsan el debate sobre el porvenir que incluya algún significativo aterrizaje. El reciente sondeo hecho por un grupo de dirigentes, entre los que se cuentan el Coordinador, Pablo Outes, el Secretario de RRII, Antonio Hucena, y la diputada Laura Cartuccia, fue la manifestación del interés acerca de un avistaje en tal escenario.

Según le dijo un coronel peruca a este medio, con la prerrogativa de mantener discreción en cuanto a su identidad, uno de los escollos interpuestos en dicha movida es de naturaleza financiera. El pasivo que mantiene desde aquellos tiempos pantagruélicos y dispendiosos, durante la contienda correspondiente a los comicios 2017 en adelante, tanto como el pago de sueldos –equivalentes a una decena y media de IFE- hacen tirar las riendas hacia el propio cuerpo a cualquiera.

 

Otra chequera en blanco, no    

 

Uno de estos contorsionistas en el plateau peruca es el Coordinador de Enlace y Relaciones Políticas con que cuenta el Ejecutivo provincial. Outes mantuvo encuentros con mucha dirigencia pegotista y casi todo lo que queda de la arquitectura U. En este último caso, los más desconsolados, luego de la deserción de próximas contiendas que avizorase el ex Gobernador, Juan Manuel Urtubey.

En lo que algunos podrían intuir aquella mezcla de certeza y corte quirúrgico, los comandos inferiores que anduvieron de tertulias junto a Outes, rescataron como una pieza con vida útil al economista Moisés Sánchez. El resto, tal vez, dependa la manera en que asimilen una mala nueva. En una reciente teleconferencia, JMU adelantó que los acuerdos con el actual mandatario finalizan con el próximo brindis del 31/12, acompañado de su negativa a ser candidato en 2021.

Pareciera un pinchazo al globo de una viñeta, concluyeron varios de los generales que supieron aportar leña al carrerón que en la provincia mantuvo imbatible al sector U y que a nivel nacional estuvo a centímetros de protagonizar una hazaña, entre imaginaria o que ningún dirigente se atreve aún a develar ¿Cómo pudo haber terminado aquella era U? se preguntan los enlistados en el sector, como al mirar el alba que difumina un regreso al sueño.

 

Total o gradual.   

 

Del armado que se discute en estos días dentro de la masa aún informe del PJ, todavía no está determinado el grado –tampoco los alcances- de la participación saenzista. Tampoco si este sector será el que tenga en sus manos el timón, atisbe el esfuerzo por el resurgir partidario (pocos lo proyectan a corto plazo) o bien quede en el rol del tío simpático que visita de vez en cuando.

Sea cual sea su rol, parece haber poco margen para quienes responden a la histórica denominación de “los amarillos”, la fracción que apuntala al Vicegobernador Marocco, excepto cuando concurre a ciertas celebraciones en territorio vallisto y el rol de anfitrión queda en manos de un levantisco legislador y portavoz obrero. Por más Parra que sea sacudida a la espera de frutos, Salamanca no presta.

En contraste, una discusión casi sin confines lanzó en la semana el dirigente Guido Giacosa. El abogado consideró “una lástima” a la escena encarnada por “las autoridades residuales del PJ le ofrecen el partido a Saenz”. En una interrogación a modo de metáfora, GG planteó el sendero de la reflexión: ¿”Es ésto lo mejor que estamos haciendo para evitar futuros macris compañeros”?

En el hueso de su argumentación, claramente estuvo la ponderación de actuar “frente al fracaso de los que pusieron a sus amigos y alambraron el PJ”, descargó que la proposición que surge es sobre “la debilidad en la que está el partido tiene responsables, y varios de ellos están claritos, pero no por eso es bonito que el partido de Perón pueda ser dirigido por antiperonistas”.

En dichos términos, planteó un asunto al que muchos parecen encuadrar como tabú para Zuviría al 900. Una polémica necesaria, si bien puede montarse sobre una tanza de la que penden los vectores que explican el bienestar personal o familiar. Lo que no es poco.