El metro cúbico de GNC en la capital salteña cuesta un 20% más que en Cerrillos y casi un 10% más que en General Güemes. Aunque nadie sabe explicar con exactitud el porqué del fenómeno, apuntan a la desregulación y la cartelización del mercado.
Por Nicolás Bignante
Que el precio del GNC muestra una inexplicable distorsión en los surtidores de Salta en comparación con los de Buenos Aires, a esta altura no es ninguna novedad. Forma parte del conjunto de inequidades irresueltas por años y, por ende, naturalizadas en el sentido común de las mayorías. Tampoco es novedad que la regulación definitiva del precio del recurso es una demanda que distintas asociaciones vienen demandando hace décadas. Pero que la dispersión de precios en Salta llegue al 20% en una distancia no mayor a los 20 kilómetros escapa de toda lógica y análisis.
Así lo pusieron de manifiesto los sindicatos y federaciones de trabajadores del volante esta semana. El recurso que es determinante para el desarrollo de la industria local y para los trabajadores cuesta casi $11 más en Capital que en municipios como Cerrillos o General Güemes. La explicación al fenómeno, además de la enorme desregulación vigente, se encuentra en la cartelización del producto y la resistencia de los estacioneros a la intervención estatal. De hecho, en marzo de este año, la Federación de Expendedores del Interior del país (FAENI) y sus Cámaras asociadas recurrieron a la justicia para evitar el cambio en las condiciones de compra de gas.
Pero el contrasentido se agudiza si se considera que provincias naturalmente gasíferas como Salta venden el producto a un valor excesivamente superior que provincias como Buenos Aires o Córdoba. La lógica indicaría que el costo del traslado encarecería el producto en el centro del país, pero en la realidad se da lo inverso. Para encontrar las primeras publicaciones periodísticas que dieron cuenta del fenómeno hay que remontarse, como mínimo, 15 años atrás. Un titular de El Tribuno del 28 de julio de 2008 remarcaba: «En Buenos Aires el GNC es hasta un 60% más barato que en Salta». Por entonces, Salta tenía cerca de 25.000 automóviles reconvertidos a gas y entre los vehículos que se movían con este combustible se encontraba el 70% de la flota de taxis y remises. En el artículo, el matutino destacaba que, en el conurbano bonaerense, el gas comprimido se despachaba a $0.869 el metro cúbico; mientras que, en Salta, el valor era de $1,25.
Trece años después, inflación galopante de por medio, los valores nominales se multiplicaron por cincuenta, pero la distancia entre las provincias productoras y el puerto se mantuvo intacta. En Salta Capital el promedio del metro cúbico de gas alcanza los $54, mientras que el CABA la misma medida de medición se estima en $36.
Menos sentido aún tiene el hecho de que en localidades como Cerrillos, a menos de 20 kilómetros de la Capital, el producto se despache a $45,5 en las dos expendedoras operativas. Los valores corresponden a septiembre de este año y se reflejan uno a uno en el módulo de operadores de la Secretaría de Energía de la Nación, regulado por Resolución N° 1104. Allí se puede observar también que en General Güemes, el metro cúbico puede encontrarse entre $46 y $49, 11% menos que en la Capital.
Proyecciones oficiales
El gobierno nacional presentó en la COP26 de Glasgow el «Plan de Transición Energética al 2030», un plan que prevé duplicar la incidencia de vehículos con Gas Natural Comprimido en menos de una década. El GNC se comenzó a utilizar en Argentina a mediados de los años ochenta gracias a la implementación de un plan nacional de sustitución de combustibles líquidos, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Hasta 2007 el país se ubicaba primero en el ranking mundial de vehículos con GNC, llegando a formar parte de más del 21.7% del total del parque automotor. Su amplia difusión se debe en gran parte a la alta disponibilidad del gas natural como recurso natural en el país y los altos precios de los combustibles líquidos.
En Argentina hay entre 1.700.000 y 1.800.000 vehículos que funcionan con GNC, lo que representa alrededor del 15% del parque general automotor. La provincia de Salta contiene el 1,9% del total de vehículos activos, lo que implican 270 móviles en total, de los que alrededor de 38.000 funcionan con GNC. A pesar de los reiterados aumentos (casi 50% acumulado en Salta desde enero), el Gas Natural Comprimido sigue siendo el combustible más económico del mercado. Un auto mediano consume un litro por cada ocho kilómetros; eso implica que, para recorrer 400 kilómetros, el costo total sería de unos $1.400, contra los $4.550 que habría que desembolsar para cargar nafta súper y hacer ese trayecto. El último aumento de este combustible se había aplicado en agosto de este año y fue entre $2 y $3.
Cabe recordar que los combustibles aumentaron en mayo un 5%.
Durmiendo en los laureles
Aunque el Congreso de la Nación es el ambiente propicio para el planteo del problema, los legisladores salteños no pusieron mucho empeño en instalar el reclamo. La última vez que el radical Miguel Nanni hizo mención del asunto fue en 2016, cuando gobernaba la coalición que integra. En una de las sesiones propuso tímidamente «solicitar (al exministro Aranguren) la posibilidad de una rebaja del precio del m3 de GNC para automotor” y remarcó que “resulta insólito que a esta altura nosotros no podemos consentir lo que viene sucediendo desde hace 13 años, que estamos pagando tarifas mucho más caras en el interior y el caso del GNC, no puede ser la excepción”.
Lucas Godoy, por su parte, lo planteó por última vez en 2016, cuando todavía no había llegado al congreso y ocupaba una banca en la legislatura provincial. El proyecto presentado por entonces instaba a las secretarías de Defensa del Consumidor y la de Servicios Públicos de la provincia a que presenten un amparo en la Justicia Federal para «retrotraer el exorbitante aumento del gas».
Lo más cercano a reclamar por el precio del GNC que hizo Andrés Zottos fue elevar un pedido para que el Poder Ejecutivo Provincial, a través de un organismo competente en el tema, «evalúe la calidad calorimétrica del GNC para uso en automotores que expenden las estaciones de servicio». No obstante, lo hizo en 2016, cuando era senador provincial. Los diputados Martín Grande, Alcira Figueroa, Virginia Cornejo y Verónica Caliva, ni siquiera tocaron el tema en el recinto.
En la oferta electoral de cara al 14 de noviembre tampoco aparecen alusiones concretas a la problemática del gas. Mientras la mayoría de los candidatos explota publicitariamente consignas pro-emprendedurismo, ninguno propone atender una de sus más elementales demandas. Desde la plataforma oficial se llama a «hacer cosas diferentes», pero a la hora de desarrollar el concepto, sus postulantes parecen voceros del establishment. En paralelo, desde la oposición olmedo-macri-romerista se limitan a llamar a «poner un freno al kirchnerismo». Todo indica que para la clase política salteña las enormes inequidades entre la provincia y el centro del país son un asunto naturalizado.