Como adelantó Cuarto Poder el concurso para reemplazar a Alejandro Saravia como Fiscal ante la Corte Nº 1 se gestó con nombre y apellido y a pedido del poder de turno: Eduardo Sylvester. La abogada Falconier retiró su firma y envió una dura nota respecto a la modificación de puntajes que benefició al ex ministro de Urtubey. 

En más de una oportunidad la presión periodística y social hizo que funcionarios de turno (tanto a nivel nacional como provincial) cambiaran el giro de sus decisiones. Inesperado resultó que la noticia publicada el sábado por Cuarto Poder hiciera modificar los puntajes otorgados a los postulantes al cargo de Fiscal ante la Corte Nº 1, que tras la entrevista decidieron en plenario conformar la terna, por orden de mérito, con Alejandro Lávaque, Gabriela Domínguez y Eduardo Sylvester.

La veracidad de la información publicada por nuestro Semanario y que fuera nota de tapa, en cuanto a cómo quedaría conformada la terna para Fiscal ante la Corte N º1 queda ratificada con la nota enviada por una de las consejeras del cuerpo que en su carácter de Consejera Titular por el estamento de Abogados de la matrícula, María Luisa Falconier, quien en una misiva enviada el miércoles 31, a las 11:15  de la mañana al Consejo de la Magistratura, expresa que “revoca” la firma puesta en el proyecto de Resolución final de la terna, ya que no condice con lo acordado en el plenario celebrado el jueves 25 de octubre con la terna que se envió al Ejecutivo Provincial.

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Calificada como una de las consejeras más respetada por los concursantes por su idoneidad profesional y honestidad a Falconier no le tembló el pulso de decir que cometió un error involuntario al firmar dicha Resolución. Al parecer, la consejera no advirtió que si bien los nombres que iban en la terna se mantenían intactos, desde el Consejo se modificó la puntuación otorgada en la entrevista personal a los ternados, lo cual alternaba sustancialmente el orden de prelación que se daba. Es entonces donde la designación del “último que pasaba a primero” -tal como lo dijo Cuarto Poder- resultará menos obscena ante la propuesta que hará el gobernador para que Eduardo Sylvester pase a ser el nuevo Fiscal ante la Corte. 

Muchos interrogantes se abren frente a la decisión adoptada por el Consejo, que ratifica que el poder Ejecutivo tiene connivencia con el Poder Judicial. Para quienes nos gusta pensar mal para acertar en lo que luego se convierte en cierto -pero basados en documentación- acá lisa y claramente hubo un “pedido” del Poder Ejecutivo para que el Consejo modificara el puntaje de los concursantes a lo que el genuflexo presidente de la Corte, Guillermo Catalano, dispuesto a satisfacer los deseos del gobernador Juan Manuel Urtubey, accedió sin sonrojarse. Es así como no le tembló el pulso, ni se dispuso a convocar y tratar de convencer a sus pares, decidiendo arbitrariamente modificar el puntaje de los concursantes, mostrando y demostrando una vez más, que lo que importa es preservar el peculio y cargo, más allá de la ley, los acuerdos y las facultades que le confiere la Constitución a todos aquellos que tienen responsabilidades institucionales.

 Es aquí donde también cabe preguntar: El resto de los consejeros ¿son cómplices del poder de turno, o víctimas del artilugio de Guillermo Catalano que ejerció la presidencia del cuerpo? O bien, como lo expresa Falconier, ¿firmaron la Resolución sin advertir la modificación que se realizó en el puntaje de los ternados?.

Si la última hipótesis es la que primó para que el Tribunal conformado por el vicepresidente del cuerpo Eduardo Romani; el juez de Cámara Edgardo Albarracín; la Defensora General, María Inés Diez, el  presidente de la Cámara de Diputados, Manuel Santiago Godoy; el diputado Matías Posadas y el abogado Salmón Alé, firmaran la Resolución que llegó al gobernador con la alteración de la terna acordada, les cabe las generales de la ley: imitar a Falconier y decir que su voluntad fue vulnerada. En caso contrario, son cómplices de las maniobras perpetradas para permitir que un concursante llegue sin más críticas a un cargo que merece de la honorabilidad de cualquier abogado de la matrícula que se precie de defender y llevar adelante la función de corroborar la legalidad de los actos que se sometan a un juicio en beneficio de la gente y el Estado.

Cabe recordar que en 2017 la Corte Suprema de Justicia de la Nación anuló el concurso de  tercer camarista de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, de las cinco salas, cuyo tribunal estaba integrado -salvo Edagardo Albarracín y Salomón Ale-, curiosamente, por quienes hoy vuelven a estar bajo la mirada de quienes dentro del ámbito  judicial y político saben cómo son los manejos internos, por lo tanto bien podemos decir que carecen de honestidad para poder depositar en ellos las atribuciones que les confiere la Constitución para la selección de magistrados y funcionarios por su idoneidad intelectual. 

 Finalmente la terna se elevó al Poder Ejecutivo con Alejandro Lávaque 73.74; Eduardo Sylvester: 55.02 y Gabriela Domínguez 53.88 puntos. Con este puntaje y tras haber revisado las entrevistas que se encuentran en la web del Consejo de la Magistratura, nos siguen surgiendo preguntas pero que no dan para plasmarlas en el papel. Sólo debemos decir que al primer ternado que brindó un examen, de los mejores en los últimos tiempos, le asignaron 23 puntos y a Sylvester 22, nota bastante benévola para el tenor del contenido, y a Gabriela Domínguez 14, la cual la deja muy mal posicionada teniendo en cuenta que trabaja dentro del Ministerio Público y esa calificación la haría poco merecedora del cargo que hoy ostenta. 

Si no fuera por la valentía de María Luisa Falconier, nuestra nota de la semana pasada hubiera quedado como falaz, y ante la advertencia de los hechos relatados, someramente, nos queda pensar que en esta Salta que se precia de “justa” alguien podrá pedir la impugnación de la terna porque el Senado jamás objetó un pliego que haya remitido el gobernador.

 

 Palos para Aguirre Astigüeta

Capítulo aparte merece el trato que se dio a los concursantes durante el concurso para Fiscal ante la Corte Nº 1. Las entrevistas (que anteriormente dijimos «revisamos») muestran a las claras diferencia de tiempo en la durabilidad en la que estuvieron los concursantes, preguntas improcedentes por parte de algún consejero; preguntas con respuestas para ayudar a posutlantes; respuestas que se dan como válidas a unos y a otros se las observan, en fin… hay un abanico de circunstancias que más allá de dejar mal posicionados a los concursantes evidencian una imparcialidad absoluta a la hora que los concursantes se ponen al frente del tribunal evaluador.

En esta oportunidad, un concursante más que estar al frente de un cuerpo colegiado para un concurso, parecía que hubiera estado en el banquillo de acusado. Nos referimos a Sebastián Aguirre Astigüeta, un hombre joven, abogado constitucionalista, asesor de la Procuración General del Municipio, que lejos de ser un improvisado e intentar presentarse a otros concursos manifestó su voluntad de querer ocupar el cargo por dedicarse a revisar la constitucionalidad de ciertos actos, lo cual está ligado a lo función del cargo de Fiscal ante la Corte.

Al parecer Aguirre Astigüeta carece de la simpatía de algunos miembros del tribunal, quizás su cercanía al intendente Gustavo Sáenz incomodaba a los que en su calidad de “inquisidores” intentaron en todo momento dejarlo mal parado, a sabiendas que había que complacer la voluntad del gobernador. Sin embargo, si bien no rindió un buen examen ante la subjetividad del tribunal, demostró convicción, temple y educación para dejar su nombre bien parado y denotar que para con él, -no por ser el primero de la lista, sino por prejuicios antepuestos- trataron en todo momento de darle un trato hasta disciminatorio.

 Vapuleado ante el tribunal, dicen las malas lenguas, que el profesional salió alicaído, no le quedaron ganas de presentarse al Consejo si el nombre de quien preside otra convocatoria recae en el presidente de la Corte de Justicia, quien con buen tino, durante la entrevista le advirtió al juez Edgardo Albarracín la improcedencia de una pregunta, a la que Aguirre no le esquivó, parece que el camarista envalentonado con la conducta que tenía Catalano para con el concursante y queriendo congraciarse dijo por lo bajo “a este saencista le sigamos amargando el día”. Indudablemente le amargaron el día y las ganas de poder demostrar sus conocimientos, pero la amargura de Aguirre Astigüeta le pone el sello a este concurso que nació con nombre y apellido, donde el tribunal evaluador demostró hasta el final su imparcialidad.

La amargura se pasa, lo que no pasa desapercibido son las actitudes maliciosas, la deshonestidad y las agachadas que para los mortales, creemos ajenas a los hombres y mujeres que tienen la responsabilidad de decidir no tan solo un concurso sino el derecho más preciado, la libertad.