Un informe reveló que durante el 2015 se registraron 286 femicidios en Argentina. La cifra equivale a una mujer muerta cada treinta horas. Nuestra provincia se ubicó en el primer lugar teniendo en cuenta la cantidad de habitantes. (Garrik)

La cifra pertenece al informe anual que realiza el observatorio de la Asociación Civil la Casa del Encuentro. Además se registraron 43 femicidios vinculados de hombres y niños (es decir personas que quedaron “en la línea de fuego” del femicida o fueron asesinados para “castigar” a las mujeres).

En un 71% de los casos las víctimas tenían un vínculo conocido con el atacante: en 173 de ellos se trataba de la pareja actual o de un ex y el resto eran otros allegados. La gran mayoría de los ataques se cometieron dentro del hogar. Sesenta y seis de los crímenes sucedieron en la vivienda de las mujeres, en tanto, 72 ocurrieron en el inmueble que la víctima compartía con su pareja.

Si se comparan los datos con los del año 2014, en el que hubo 277 femicidios, se observa que hubo un aumento de un 3,25%. Las mujeres asesinadas el año pasado fueron, en su mayoría, baleadas, apuñaladas y golpeadas. El nuevo registro puso en evidencia el incremento de la saña en los homicidios: respecto del año anterior crecieron considerablemente las víctimas que murieron quemadas. En 2014, se habían registrado nueve casos; durante 2015 hubo 21 bajo esa modalidad. Es decir, un crecimiento del 43 por ciento.

Una de cada siete mujeres asesinadas en 2015 había advertido previamente, ante funcionarios judiciales y/o policiales, que era víctima de violencia de género. En al menos 27 de los femicidios la víctima había hecho la denuncia. A otras 15 mujeres se les había otorgado una medida de protección para evitar que el agresor se les acercara o continuara viviendo bajo el mismo techo.

El Observatorio lleva adelante el registro de los casos publicados en las agencias informativas y en 120 diarios del país desde el año 2008. Contabiliza los homicidios de mujeres por razón de género, es decir, casos que no tienen que ver con robos, secuestros u otras situaciones de la llamada “inseguridad” urbana. Desde hace ocho años se contabilizaron 2.094 casos: 295 en el año 2013, 255 en el 2012; 282 en 2011, 260 en 2010, en 2009, 231 y en 2008, 208 (pero en ese año los medios relevados eran menos, sólo 43).

 

La entidad reclamó la sanción de una ley que quite automáticamente la patria potestad a los femicidas, que se garantice el patrocinio jurídico gratuito especializado en el fuero penal y civil para víctimas y la urgente implementación de un plan nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres, como está previsto en la Ley 26.485, sancionada en 2009.

 

Números locales

Nuestra provincia es una de las más azotadas del país por este flagelo y no escapa del cuadro de violencia que se vive a nivel nacional, incluso más, la situación es alarmante si le agregamos las desapariciones, los abusos sexuales, y demás formas de violencia que sufren las mujeres a manos del hombre. Las estadísticas ubicaron a Salta en primer lugar por habitante, con 1,56 femicidios por cada 100 mil y tercera con 19 casos junto a Córdoba, precedida solo por la provincia de Buenos Aires, con 111 casos y Santa Fe con 23.

Según la oficina de Violencia Familiar, dependiente del Poder Judicial de Salta, en el primer mes de 2016, ingresaron 962 causas por hechos de violencia doméstica. Si la comparación se realiza interanual, este año hubo 27 causas más con respecto al mismo mes del año pasado.

Desde que comenzó el relevamiento en el año 2006, los expedientes nuevos ingresados al Poder Judicial por hechos de violencia doméstica suman 119.230. Mientras que el total de expedientes ingresados en 2015 fue de 11.068.

Recordemos que los juzgados que atienden las causas de violencia familiar son cinco desde que la Ley 7857 creara cinco tribunales de Violencia Familiar y de Género distribuidos dos en el Distrito Judicial Centro, uno en Orán, otro en Tartagal y el último en San José de Metán.

Emergencia provincial

 

El gobierno de Urtubey, durante el 2014 declaró la emergencia provincial en materia de violencia de género, tras haber sido solicitada por distintas agrupaciones sociales y políticas, ante el aumento de casos registrados en nuestra provincia. Entre las medidas adoptadas, se decidió la creación de cinco juzgados y cinco defensorías de Violencia Familiar y de Género, hogares de protección temporal como instancias de tránsito y albergue de las víctimas, la instalación de botones antipánico en toda la provincia y el establecimiento de “una red de contención social y sanitaria entre el Estado y organizaciones no gubernamentales”.

En este marco también se creó el Observatorio de Violencia contra las Mujeres destinado al monitoreo, recolección, producción, registro y sistematización de datos e información sobre la violencia contra las mujeres en la provincia de Salta. El Observatorio tiene por misión el desarrollo de un sistema de información permanente que brinde insumos para el diseño, implementación y gestión de políticas públicas tendientes a la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres.

El problema

La violencia hacia las mujeres se basa en una relación desigual de poder, y se magnifica cuando se desarrolla en lo que conocemos como patriarcado, que es el sistema social de valores, creencias y costumbres en el que el hombre subordina a la mujer. En este sistema las relaciones de género son jerárquicas y desiguales, y es el que, lamentablemente, impera en nuestra región.

La agresión puede ser ejercida física, psicológica, sexual, económica y hasta simbólicamente. Este tipo de violencia la perpetra el grupo social dominante sobre el dominado sin hacer uso de la fuerza física, para imponer determinados valores, idiosincrasias y así condicionar las relaciones sociales. El grupo dominado usualmente desconoce o consiente esta imposición, por esto se dice que es la más peligrosa, ya que no siempre se percibe.

En todos estos casos se empieza a legitimar y a construir patrones socioculturales reproductores de la desigualdad lo que deriva en un ejercicio de poder agresivo hacia las mujeres.