En estos tiempos de pandemia la caída de la imagen de los políticos castiga a buenos y malos. Cada movimiento individual se torna impredecible para el resto de los que gravitan en el tablero del poder nacional y provincial. Todos dudan de los socios recientes y de los adversarios de siempre.
Paradójicamente, el estado de necesidad conduce a muchos dirigentes a mirar a la mayoría del espectro como posible socio, cualquiera fuere la ideología y siempre que no pueblen sus extremos. Mientras la promiscuidad comienza a contaminar la política salteña, un sector con transversalidad en los ambientes palaciegos y con sólidos contactos con el poder económico gesta una nueva oportunidad de asaltar el gobierno.
LA RESURRECCION DEL FRENTE DEL 2015
Los movimientos políticos del romerismo generan cada vez más desconfianza en el ala dura del saencismo. El copamiento gubernamental de las huestes del senador nacional ahora se expresa con la reconstitución de la sociedad que disputó el sillón a Juan Manuel Urtubey en el 2015.
En ese entonces la fórmula Juan Carlos Romero – Alfredo Olmedo rescató el 21% de los votos, pero agrupó a dirigentes notorios como Guillermo Durand Cornejo -que perdió por la cabeza contra Gustavo Sáenz-, Martín de los Ríos, Ricardo Gómez Diez, Julio San Millán, Miguel Nanni, Martín Grande y un conjunto de alfiles en el interior que hoy siguen cautivos. Eran los tiempos en que el macrismo logró alcanzar el sillón de Balcarce 50 y a nivel local transformó una alianza económica de Macro y Romero en un frente electoral competitivo.
Ninguno de esos socios ha perdido el romerismo. Acomodados por la grieta, e incómodos con el acercamiento de Saénz a Alberto Fernández y su recueste sobre el Partido Justicialista, han encontrado nueva excusa para reagruparse con discreción tras la caída de imagen positiva del gobernador. La traición jugará una carta en 2021.
Los adherentes al panromerismo juegan transversalmente con espacios de poder en el gobierno provincial, mientras hacen eje en la capital en donde Bettina Romero persevera en su aspiración de llegar al Grand Bourg. Aunque no goza de carisma, ni exhibe capacidad de armado propio, la imagen transversal de su padre y el oficio político de su segunda línea para la componenda le abren un panorama alentador en medio de una crisis sin precedentes.
El romerismo lee con interés las encuestas que hablan de una caída transversal de la figura de Sáenz. La acumulación de mandatos que al inicio de 2020 se consideraba como un episodio seguro, hoy se advierte como una quimera en medio de fracasos individuales de la mayoría de los ministros y alguna ayuda de medios pagos entre los que sobresale el diario de la familia de quienes diseñan la conjura.
El jugador más habilidoso de este sector es Sergio Camacho, que no reniega de su pertenencia y hoy concentra las buenas notificas de la actual gestión. Cada visita del Ministro de Infraestructura a los empobrecidos municipios acerca millones de pesos en obras. Los 2.400 millones destinados por Nación en obras hídricas para Salta develan un reparto inteligente que beneficia predominantemente a quienes apoyaron en 2015 a su líder. Otros 30.000 millones se invertirán en obras de infraestructura en la que sobresalen gasoductos, tendidos eléctricos, energías renovables y plantas potabilizadoras y depuradoras rezagadas en su ejecución iniciada en la anterior gestión.
Pero Camacho muestra un patrón de conducta claro, que no se asienta sobre fidelidades a Saénz sino a un proyecto que excede a este gobierno, en el caso más benévolo, o lo confronta.
San Millán, a cargo de las relaciones internacionales, muestra compatibilidad con la intención romerista de gravitar en la promoción y desarrollo minero. Por algo Ricardo Alonso solamente se muestra con él a la hora de hacer anuncios.
Al otrora apoyo del entonces presidente del PRO Martín de los Ríos, lo permutaron por un acuerdo de trastienda con la diputada nacional Virginia Cornejo –que actúa bajo los influjos de su mentor y colaboracionista romerista Ricardo Gómez Diez-, Gladys Pichona Moisés y Martín Grande. Patricia Bullrich es la garante de un inminente armado provincial de centro derecha que conducirá Juan Carlos Romero.
Tras una reunión en la que una alianza de tinte conservador mostró el acercamiento de Andrés Suriani, Alberto Castillo, Luis García Salado y Francisco Durand Casali –hijo del senador capitalino Guillermo Durand Cornejo- se movieron fichas en este sector. El propio Romero se reunió con los dos primeros y, bajo un discurso conciliador y de apoyo a Sáenz, les hizo conocer que esa coincidencia es viable con él incluido. El arrime también mostró esta semana la intención de ampliar la convocatoria sumando explícitamente a Bettina Romero.
Por lo visto el 2021 los encontrará en un frente electoral en el que pregonarán el apoyo superficial al gobierno, mientas que algunos de sus miembros buscarán dar puntadas definitivas al proyecto de asalto al poder en 2023.
RADICALES SIN OPCIÓN EN EL OFICIALISMO
Miguel Nanni ha asegurado en su círculo íntimo que la UCR Salta no integrará un frente nacional con el saencismo encolumnado con el presidente Fernández. También anticipó que no hay motivos para cambiar la estrategía que le rindió frutos en 2017 y 2019. El diputado nacional no desconfía de Mario Mimmesi, el intendente de Tartagal que más recursos recibe de la tesorería provincial, y que nunca prometió nada a cambio. Todo lo que ha recibido –que no es poco en términos de dinero y obras- tuvo motivación más en la necesidad de destruir a Sergio Leavy, que en forjar un acuerdo electoral con la UCR norteña. Así las cosas, el partido centenario camina hacia una coincidencia con el romerismo con el que ya comulgó en las elecciones nacionales de 2017 y 2019.
El fracaso de copamiento de la UCR por el saencismo, para el que se utilizó la figura de Luis Diego Zavaleta ha escaldado a los estrategas del Grand Bourg. Buscan el acuerdo antes que la confrontación interna en un partido habitado por dirigentes vehementes en lo declarativo y confundidos para forjar proyectos de poder.
Hoy esas torpes invasiones se dirigen hacia PARES y el PRO aunque se desconoce si nuevamente arriesgarán nuevas derrotas.
LA GORRA AMARILLA EN EL MISMO CAMINO
Alfredo Olmedo goza del perfil más apropiado para reaparecer en los próximos comicios nacionales. No ha perdido adhesión en los sectores reaccionarios que irónicamente alberga la franja pobre y en el que compite con los populistas de la izquierda. Su discurso contrario a la política ortodoxa le devuelve chances de buscar una banca en la cámara baja y hoy busca con denuedo que lo bendiga Juan Carlos Romero en este nuevo intento. De conformarse el frente neoconservador solamente debería dirimir su apetencia con un Martín Grande devaluado y carente de estructura para forzar su reelección.
En la legislatura la voz de Carlos Zapata corea con la de Pichona Moisés (PRO) y Martín Chibán (UCR) y muestra el filón de una sociedad que puede reflejarse en una sola lista.
En 2019 el olmedismo logró agrupar a derechistas como Cristina Fiore o Andrés Suriani y lograron 44000 votos en la categoría de diputados en la capital y 34.000 con Alberto Castillo en la de concejales. Cuál sería el motivo para que en las legislativas venideras no reiteren esta estrategia?
NUEVOS INVITADOS
El combo de la derecha se vende ante Sáenz como el resguardo de los votos oficialistas en la capital, los mismos que les trasvasó Miguel Isa al actual mandatario y a los que se sumaron los de clase media cuando incursionaba abiertamente en el macrismo por necesidad de evitar nuestras traiciones del urtubeycismo y catapultarse hasta la gobernación. Son los apoyos que hoy drena por su giro hacia un albertismo que no logra distinguirse del kirchnerismo.
La estrategia de “Los Teros” tiene otras manifestaciones curiosas. El pregón de apoyo a Sáenz es funcional a la traición a corto plazo y les permite eludir el verticalismo que no puede imponer un oficialismo anarquizado.
Se descuenta que a nivel local el Partido Justicialista que copó el saencismo con la inserción de Pablo Outes en la CAP sumará al urtubeycismo residual que pueblan Memoria y Movilización, Libres del Sur y Frente Plural, más el ultraoficialista PAIS y el Frente Plural. Este rejunte es el que espanta al panromerismo.
Los que hasta ahora se muestran indecisos son Primero Salta y el Frente Salteño. En el primero de los casos, Ricardo Villada intenta una reconciliación con el romerismo al que apoyó en 2017 por vía del sanmillanismo y del que se divorció cuando en ese año no logró sumar los votos necesarios para alcanzar una banca legislativa. Carente de expansión territorial, recursos económicos y venia expresa del gobernador, analiza hoy la posibilidad de integran un frente en el que pueda ser candidato relevante en la capital. Todavía sueña con ser Intendente, senador o presidente de la Cámara de Diputados.
Javier David, designado en el directorio de YPF con el aval de la Provincia de Salta ha inaugurado un discurso crítico que lo coloca en la frontera de las buenas relaciones con el sector íntimo de Sáenz. Sin tapujos ha manifestado que no existe intención de transformar Salta y que se “fabrican” pobres como antes. Les imputa a los saencistas la falta de audacia que el tuvo cuando saltó desde el romerismo hacia el urtubeycismo en lo que constituyó uno de los pases más caros de la liga política de Salta en 2015.
Este callejón en el que se ha introducido por propia voluntad lo divorcia de la actual gestión y de la anterior. La senda que le queda nuevamente se dirige a Lesser donde mora el senador nacional con más influencia en el embrión de este frente que lo devolvería a las tierras del PRO y sus aliados locales. Volver al romerismo para David es como regresar a la casa de los viejos.
UN SOLO DEFECTO
Romero no tiembla y sus pasos van a contramano de los de Sáenz. Ha votado en contra de la ley de presupuesto nacional y en menos de un año deberá mostrarse con los líderes de la versión 2021 de “Juntos por el Cambio”. La sutileza que lo caracteriza tiene un contraste profundo con la torpeza de su hija, aunque con todo encontró el trampolín de la intendencia capitalina.
Las pequeñas disputas encontraron a la alcaldesa buscando medir fuerzas. La primera acción rebelde en 2019 se evidenció cuando quiso colocar al intendente de Apolinario Saravia en la cabeza del Foro de Intendentes. Un desplante con quejas airadas hizo conocer sobre su perfil díscolo y poco agradecido. En ese episodio no logró su cometido.
Con una imagen positiva de apenas 20 puntos los planes políticos de Bettina Romero se concentran en los acuerdos que pueda gestar su padre, como ha ocurrido en 2019. Precisamente, el defecto del romerismo es la figura que quieren colocar en la vidriera y que desanima a todos sus socios.
En estos días Bettina Romero convocó a los alcaldes del área metropolitana con la excusa de tratar el vertido de la basura con los municipios aledaños. De ocho solamente acudieron dos al encuentro. La falta de quórum político tiene estrecha relación con la ausencia de venia del Grand Bourg para visitar o recibir a la intendenta. Los celos de los puristas del saencismo explotan a cada semana y, para cada evento protocolar a los que deben asistir, exigen se informe si aparecerá la intendenta.
UN GIRO DE TIMON
Cuando todos descartaban la iniciativa, Gustavo Sáenz decidió que las elecciones PASO se suspendan en relación a los comicios de 2021. El criterio adoptado por el gobernador ha descolocado a todo el espinel de partidos que daba por hecho que las postulaciones se dirimirían en un marco participativo y hasta con excesos de candidaturas.
La necesidad de que los candidatos surjan de internas cerradas obligará a diseñar nuevas tácticas y naturalmente decantará la oferta dando más poder a las estructuras partidarias y menos posibilidades a figuras públicas independientes que, una vez entronizadas en las bancas, no encuentran jefes ni líderes. Candela Correa, Mónica Juárez, Adrián Valenzuela, solo por dar algunos nombres, no han contribuido al sistema sino todo lo contrario. La peor crisis dirigencial impondrá ahora a sus líderes locales el desafío de fortalecer sus partidos y darle seriedad a su oferta. El tiempo de cambio se acerca, aunque nadie pueda siquiera arriesgar un resultado esperanzador.