Ganó en los 23 departamentos de la provincia y le arrebató el dominio que Romero mantenía en la Capital provincial.  Con casi el 100% de las mesas escrutadas Urtubey estiro a más del 20% la diferencia con Romero mientras en la capital se impuso por un punto: 38,59% a 37,26%.

Implacable: de un padrón de 931.213 votantes y de un total de 677.262 votos efectivos, Urtubey llegó a los 334.618 votos. Un 51,09% de los sufragios producto de un triunfo que se replicó en cada uno de los 23 departamentos de la provincia. La menor cantidad de votos oficiales se registró en Capital con el 38,59% de los votos. Un porcentaje bastante inferior al 50,50% de los votos cosechados por Urtubey en las elecciones de abril de 2011 cuando fue reelegido por primera vez aunque ese detalle poco importa a cuatro años de aquella contienda.

Lo importante es que ahora logró arrebatarle el dominio que el exgobernador Romero gozaba en la Capital desde el 2013, cuando se había impuesto con el 30% de los sufragios a Rodolfo Urtubey (84.123 votos sobre los 70.104 del apellido Urtubey), mientras en las PASO de hace un mes se había impuesto al propio gobernador con el 39,53% contra un Juan Manuel Urtubey que había llegado al 35,71% de los sufragios (107.692 de Romero sobre 97.285 del Grand Bourg). Ayer finalmente, Urtubey torció esos resultados y se impuso por un punto a Romero en la principal ciudad de la provincia. Sus 113.677 votos representaron el 38,59% contra el 37,26% de Romero que cosechó 109.751 sufragios.

Este resultado sumado a los arrolladores triunfos en los dos departamentos claves en términos electorales -San Martín y Orán- le hubiesen alcanzado al oficialismo para imponerse en la provincia en tanto esos tres departamentos concentran a 626.628 electores de un padrón total que registra a 931.213; aunque ese oficialismo logró imponerse en todos los distritos. Sólo en Capital, Cachi (43,07%), Cafayate (45,12%), Cerrillos (46,61%) y La Caldera (44,09%) el porcentaje no llegó al 50% de los votos. En los otros 18 departamentos (Anta, Chicoana, Guemes, Guachipas, Iruya, La Candelaria, La Poma, La Viña, Los Andes, Metán, Molinos. Oran, Rivadavia, Rosario de la Frontera, Rosario de Lerma, San Carlos, San Martín y Santa Victoria) Urtubey superó ampliamente ese porcentaje y en algunos como Rivadavia llegó al 83% mientras en distritos claves como San Martín y Orán llegó al 67% y el 57% respectivamente (ver aparte).

Fin de ciclo

El arrollador triunfo del actual gobernador puede explicarse por varias cosas aunque acá solo nos detendremos en dos variables. La primera es la propia actitud del oficialismo en general y Urtubey en particular que lejos de apiadarse del exgobernador vencido en las PASO del 12 de abril, arremetió con decisión para ganarse la posibilidad de darle el tiro de gracia definitivo al adversario. Un adversario que ya se mostraba cansado y desmoralizado después de los resultados de abril, aunque las causas de su derrota trasciendan los aspectos estrictamente coyunturales para alcanzar aspectos estructurales: el romerismo y el propio Juan Carlos Romero representan un poder político y económico que en su versión más brutal se agotó en la región y en el país; corriente caduca -bien expresada por cursillistas del tipo Alfredo Olmedo, Guillermo Durand Cornejo, Haroldo Tonini o Julio San Millán- que en nada se parecía a cuadros políticos y técnicos que el propio espacio no se ocupó por contener como fue el caso del propio Javier David. Por si todo eso fuera poco, ese romerismo subestimó profundamente las consecuencias que produjo la desvinculación territorial, social y política del propio Romero con la provincia desde el año 2007.

Una combinación, en definitiva, de variables episódicas y generales que por haber sido tan groseras terminaron por dar fuerza a aquellos que aseguran que la impronta política de ese proyecto dependía de la cabeza del viejo secretario personal del exgobernador: Ángel Torres, el poderoso operador político del que el propio Romero prescindió en octubre de 2014. La misma persona que desde aquel mes de aquel año se dedicó a impulsar política y económicamente la candidatura a intendente de quien en los comicios de ayer finalmente se impuso: Gustavo Sáenz, el candidato que con su triunfo oxigenará a un Sergio Massa que a nivel nacional pierde terreno ante Mauricio Macri y que para recuperar espacio cuenta con el mismo Torres en su equipo de campaña.

Yo, el supremo

Además de imponer su voluntad al adversario, Urtubey también supero a Romero en datos que quedaran para las estadísticas. Algo que suele tener más importancia de lo que se cree en un escenario como el nuestro en donde existe un alto componente de conflictividad personal en las contiendas electorales y que se materializa cuando dos personalidades fuertes parecen querer ganarse no sólo porque dicen representar proyectos políticos supuestamente antagónicos, sino también porque desean sentir el placer de quebrarle la moral al que hace de adversario.

Como Romero, Juan Manuel Urtubey buscó siempre romper las marcas de su antecesor, que cuando fue reelegido en 1999 con el 58% de los votos, el diario de su propiedad redactó un copete de tapa que decía que había ganado “con un caudal de votos que superó el histórico 54,7% obtenido por Miguel Ragone en 1973” (El Tribuno, 9/5/1999). Doce años después, la prensa “U” describió el contundente 59% con el que Urtubey se impuso sobre Olmedo (25%) en el 2011 con los mismos términos. En el 2003 Romero logró su re-reelección alcanzado en 49% de los votos, una marca que tras las PASO de abril pasado el propio Urtubey estaba en condiciones de conseguir tal como finalmente ocurrió: con el 99,82% de las mesas escrutadas sumó 339.754 votos que representaron el 51,22% de los votos contra el 30,64% de un exgobernador que se despide definitivamente de la política.