Nuevamente el Concejo Deliberante de la Capital avanza en el proyecto de instalar hornos crematorios en zonas residenciales de la ciudad. Al igual que en 2019, ediles de la derecha vernácula impulsan proyectos para construir crematorios en los cementerios municipales. La iniciativa esconde grandes intereses económicos, y un negocio fabuloso, aún en detrimento del medio ambiente y la opinión ciudadana. Manuel Baku

Al igual que el año pasado, la representación política de la derecha comunal impulsa la instalación de hornos crematorios en cementerios municipales. En esta oportunidad el proyecto de resolución presentado por la concejal Paula Benavidez (Partido SI) fue aprobado por el cuerpo deliberativo con una notoria mayoría conservadora. Gracias a esta resolución quedó a disposición del Ejecutivo municipal la realización de estudios de factibilidad para instalar los crematorios en cementerios, dentro de la ciudad. Lo que hasta ahora parecía una coincidencia fundada en una clara necesidad, se torna en una sospechosa insistencia del mismo sector político que en 2019 presentara una iniciativa similar. Incluso algunos conocedores del negocio se atreven a señalar que el horno crematorio aun no habilitado, ya se encontraría adquirido muy a pesar del fuerte rechazo de las barriadas linderas a los camposantos municipales.

El negocio no terminaría únicamente en instalar y dar uso a equipamientos cuyo costo ronda los 150 mil dólares, sino que iría más allá: cada cremación observa un costo de entre 20 y 30 mil pesos. Como en otros negocios similares, hoy en Salta la demanda de cremación excede a la oferta, concentrada únicamente en dos crematorios privados. Es por eso que nuevos actores quieren participar de las fabulosas ganancias.

La posta que en 2020 tomó la concejal Benavidez, en realidad tuvo un primer impulso en 2019 cuando fue presentada por el polémico concejal Alberto Castillo (PRO), actualmente nombrado director de la empresa provincial de energía REMSA. El edil que propusiera la vuelta de las zonas rojas y cabaret, como así también la restitución del nombre Virrey Toledo a la Avenida Bicentenario, en homenaje al histórico genocida que descuartizó a Tupac Amaru (luego de aniquilar a toda su familia delante de sus ojos), sorprendió a propios y extraños, cuando al final de su gestión y en plena campaña política, presentó la llamativa propuesta. Castillo durante un año y medio de gestión no se había interesado por el tema, pero de pronto se tornó tan urgente como sospechoso habilitar un horno crematorio dentro del ejido urbano. Al igual que el gas alimenta el horno crematorio, el proyecto de Castillo y la actual iniciativa de Benavidez parecen alimentadas por el interés particular de quien habría adquirido el horno, y lo tiene sin uso hasta ahora.

 

Considerandos

La superpoblación en los cementerios municipales y el probable cuadro de una pandemia asesina, son las excusas de oro para proponer el negocio de las cremaciones en medio de la ciudad. Pese a esta necesidad repentina de cremar gente, llama mucho la atención la respuesta que dio el municipio el año pasado a uno de los dos cementerios con hornos crematorios en Salta.

En mayo de 2019 el cementerio Parque de la Divina Misericordia (único crematorio en Salta Capital) puso a disposición de la comuna sus instalaciones al costo. El ofrecimiento nació a raíz de la superpoblación que tienen las necrópolis estatales, lo que es hoy el argumento de quienes impulsan la instalación de hornos en plena ciudad. La carta fue recibida por la entonces Secretaria de Desarrollo Social, Guadalupe Colque. En esta misiva fechada el 13 de mayo de 2019, la administración del cementerio de ruta 9 ofreció establecer un día a la semana para las cremaciones que la ciudad necesitara realizar, a fin de incrementar la oferta de nichos totalmente superada. Concretamente se le ofreció a Colque el retiro de los cuerpos, la cremación y la posterior entrega en sus correspondientes urnas. Todo al valor del costo operativo, mas un 15% para otros gastos menores. La carta ni siquiera fue respondida por la funcionaria municipal, pese a contar con la firma y sello del funcionario receptor en el CCM.

Paralelamente este cementerio privado tramitaba en el área de planificación urbana municipal una ampliación de sus instalaciones con una nueva modalidad muy conocida en Europa y el mundo avanzado: cremación, urnas biodegradables y un árbol autóctono como tumba. La iniciativa amigable con el medio ambiente fue rechaza por el municipio, pese a que el cementerio cuenta con instalaciones en un ámbito totalmente rural, sin posibilidades de desarrollos residenciales cercanos. El expediente 53047/2019 propuso a la ciudad la expansión en poco mas de tres hectáreas, que se agregarían a las diez actualmente en funcionamiento. El sector motivo del pedido sería llamado “arboles de vida”, porque “cada urna se inhumará al pie de un árbol, conformándose de tal manera un bosque con especies preferentemente nativas, en un estimado de 1800 especies/hectárea”. Asimismo la propuesta de ampliación del cementerio, incluyó el artículo 18 de la ordenanza 3469/87, que expresamente impone un mínimo del 5% de la superficie destinada a sepulturas “que será usada en forma gratuita por la comuna y destinada a las inhumaciones que esta autoridad determine”. O sea, que además de realizar una ampliación totalmente ecológica, el cementerio privado disponía de espacio gratuito para uso exclusivo de la municipalidad, aclarando también que el 10% de la superficie total estaría destinada a espacios verdes que incrementaría el arbolado y oxigenación de la ciudad. La totalidad de la propuesta fue rechazada, al igual que la oferta de cremaciones al costo, que jamás fue respondida por la municipalidad. Por ende, el actual impulso a crematorios dentro de la ciudad podría haberse evitado con estas alternativas descartadas de plano, pese a que se trata de una empresa netamente salteña.

Es evidente que para algunos miembros del Concejo Deliberante resulta mas atractivo apostar por nuevas instalaciones de altísimo costo económico, antes que hacer uso de los espacios cedidos en forma gratuita y los servicios ofrecidos al costo de operación.  Así es la política, donde hay casos extraños en los que pesan mas los intereses particulares, que el bienestar general. En este marco, es probable que se imponga la millonaria opción de instalar hornos crematorios en plena ciudad, aunque no se conoce quien será el privado que se lleve las ganancias. A valor de mercado, una cremación hoy cuesta unos 30 mil pesos. A 100 cuerpos por mes (3 cremaciones por día), el negocio se dispara a 36 millones de pesos anuales. Una cifra nada despreciable para quien se quede con el negocio cautivo que hasta ahora, es poco transparente.

 

Light my fire (enciende mi fuego)

La concejal Paula Benavidez explicó esta semana que “pidió estudio de prefactibilidad o bien por iniciativa privada, o bien que se llame a licitación desde el ejecutivo municipal para la compra del horno y la instalación dentro del ejido urbano”. Por lo cual ahora la ciudad cuenta con 30 días para hacer el estudio y “determinar donde sería viable instalar el horno crematorio” dentro del ejido urbano. Paralelamente la edil reconoció que ya mantuvo “tres o cuatro reuniones como el director de los cementerios”, porque estos “no dan abasto”. Así es como la cremación “vendría a ser una resolución de esta problemática, para liberar nichos”. Con mucho conocimiento sobre el tema, Paula explicó que “hoy los hornos tienen una tecnología que no tenían hace años. Así que se pueden instalar dentro de la ciudad”.

Lo que no aclara la concejal, es que el municipio a través de la Arquitecta Graciela Hermosilla, Directora de Planeamiento Urbano, resolvió el 26 de noviembre de 2019 que “los crematorios no pueden operar en zonas habitadas”. Expresamente en su resolución Hermosilla dice que “los incineradores dedicados a la quema de cadáveres son una fuente real y demostrable de contaminación del aire y el suelo, y a través de estas vías de agua y de otros medios”, debido a que “la experiencia internacional muestra que estos controles no son efectivos”. Si bien la concejal Benavidez puede no conocer la resolución de Planeamiento Urbano, lo concreto es que esta área municipal concluyó que “la autorización de funcionamiento de crematorios en zonas pobladas expone personas a la contaminación por metales, metaloides y sustancias orgánicas de alto riesgo sanitario”, por lo que sentencia que “un crematorio no puede operar en zona poblada”. La iniciativa es extraña para quienes no conocen el negocio de las sepulturas, pero en el mundo de los velatorios y cremaciones es un secreto a voces que el horno en cuestión ya habría sido adquirido, por una firma dedicada a los sepelios, cuya casa matriz opera en calle Zuviría al 1800. Si se tiene en cuenta que el horno crematorio tiene un costo de u$s 140.000 (14 millones de pesos), el apuro por encender la llama es más que comprensible.