Cristina y Daniel Scioli delinean un PJ unido con una conducción colegiada, tal como Urtubey reclamaba para un peronismo renovado. La estrategia, sin embargo, lejos de favorecer al salteño busca diluirlo a él y otros gobernadores entre varios.
Tras años de rispideces, Cristina y Scioli empiezan a unirse para evitar la insurrección de otros peronistas que, como Urtubey, quieren conducir el partido. Según Ámbito Financiero, el primer análisis que se hizo dentro del cristinismo es que el resultado del balotaje del domingo muestra que la mitad de los argentinos reconoce y valida la gestión K de los últimos 12 años y que tras las legislativas del 25 de octubre y las provinciales disociadas de las nacionales el peronismo tendrá a partir del 10 de diciembre quórum propio en el Senado y será la primera minoría en Diputados.
Eso y las líneas internas que ya se torean después de la derrota del domingo, deslizo a la presidente a mover la primera ficha con la reunión que mantuvo en Olivos con Daniel Scioli en donde habrían coincidido en que ambos tienen peso propio dentro del peronismo y que pueden apostar a aglutinar a los «compañeros» con varios objetivos: evitar fugas, recuperar díscolos, fortalecer el rol opositor y garantizar la gobernabilidad del macrismo.
La estrategia, curiosamente, retomaría una demanda que el gobernador salteño en su lucha por conducir el PJ hace suya: un peronismo donde se institucionalicen estructuras que permitan debates y sepulten liderazgos personalistas y verticalistas. Rápido de reflejos, Cristina y Scioli harían propio el método y propondrían conformare una mesa colegiada del peronismo. “Allí se imaginan como parte de la conducción la propia Cristina, quien representa al cristinismo que descansa en La Cámpora, y el propio Daniel Scioli quien busca sobrevivir a la caída del 22 de noviembre, manteniendo alineados a los dirigentes que lo apoyaron, entre los que se cuentan los gobernadores Juan Manuel Urtubey y Gildo Insfrán”, precisa el medio nacional que además precisa que la “lógica apuntada es que la mesa peronista incluya en la conducción, además de Cristina y Scioli, a un gobernador, un intendente, un representante del movimiento sindical y un legislador. De esta forma se pretende formar una especie de cuerpo colegiado en el que se vayan delineando las estrategias del peronismo de cara a lo que serán los debates parlamentarios y la negociación de los gobernadores con Mauricio Macri”.
CFK y Scioli buscan evitar así algo que en realidad ya parece muy avanzado: que algunos gobernadores (Urtubey incluido) tiendan hilos de plata con la administración macrista en forma individual, lo que debilitaría al grupo de mandatarios provinciales del PJ y pondría en riesgo la unidad de los bloques parlamentarios peronistas, sobre todo el del Senado. La intención es consolidar los números que en un primer balance, debajo del sello amplio del peronismo, arrojan que en el Senado el PJ tendrá 41 senadores -cuatro más que el quórum reglamentario-, y en Diputados el bloque mayoritario con 98 legisladores propios, de los cuales 24 son de La Cámpora. Saben que si comienza una sangría de legisladores, desdibujaría al peronismo y fortalecería a Cambiemos.
Por otra parte, no pierden de vista que con la provincia de Buenos Aires en manos de María Eugenia Vidal, los intendentes que llegarán a partir del 10-D a los municipios con el sello del FpV, se verán obligados a negociar con la nueva gobernadora. En ese grupo de jefes comunales, hay quienes por estar horas están más ocupados en redactar los pases de factura, e incluso ya plantean implosionar al FpV cortando el cordón con La Cámpora, a la que le atribuyen no sólo derrotas a nivel local, sino también el haber promovido la pesada candidatura de Aníbal Fernández, que con su derrota del 25-O potenció el cambio por sobre la continuidad.
En esa búsqueda de evitar un peronismo atomizado, algo que en el macrismo también intentan comenzar a contribuir tendiendo líneas con intendentes y gobernadores pejotistas, la imaginada nueva mesa colegiada apunta también a reclutar dentro del mismo espacio a Sergio Massa y Juan Manuel De la Sota, junto con sus renovadores, quienes el 25-O sumaron más de 5 millones de votos, fuga en la que está explicada buena parte de la caída de Scioli en el balotaje.