Un día como hoy, pero de 2017 Jimena Salas moría víctima de crimen planificado. No bastaron las cuarenta y un (41) puñaladas asestadas en veinte minutos, que no le concederían la mínima chance de sobrevida, sino que hubo una sucesión de acciones (disfrazadas de inacciones) con el fin de encubrir el femicidio.
Durante estos cuatro años, a Jimena Salas la mataron más de una vez. Pablo Paz, fiscal de la causa, y su jefe directo Pablo López Viñals, entonces Procurador; fueron apenas conocido el crimen, los responsables de la no investigación y enfriamiento de la causa.
Si hablamos de “omisiones”, Pablo Paz (primer fiscal interviniente) llamativamente no hallanó la vivienda de Vaqueros donde ocurrió el crimen. Tampoco revisó el automóvil en el que el recientemente viudo se retiró del lugar del hecho junto a sus hijas, sin haber sido siquiera demorado. No investigó el sospechoso corte de la alarma de la vivienda un día antes del asesinato, y reactivada el 30 del mismo mes, sin intervención de los técnicos; ni tampoco la causa por la cual los perros estaban encerrados, y la puerta de la vivienda abierta. Habiéndose investigado once pistas como posibles causas del asesinato, jamás dirigió su mirada sobre conductas llamativas del viudo Nicolás Cajal Gauffin, quien dueño de una frialdad pasmosa, regresó a tan solo tres días, a habitar en el escenario de tan horrendo asesinato. Tampoco se habló nunca de la línea “Jujuy”.
Lo que si hizo Pablo Paz, es dar la autorización para la cremación del cadáver de Jimena, a tan solo dieciséis horas del asesinato. También tomó la decisión de no permitir el acceso de la prensa, periodistas, “fotógrafos” y “camarógrafos”, que pudieron documentar el lugar de los hechos. Pablo Paz, junto al otro fiscal de la causa Rodrigo Miralpeix, fue quien sentó a su lado, al viudo y su abogado Pedro Arancibia, montando una conferencia de prensa, para dar por sentado que el móvil del asesinato, había sido un simple robo con un perro de señuelo. ¿Y cómo se habrían enterados estos simples ladrones que, “Jimena tenía una fuerte debilidad y amor por los perros”– a decir del propio viudo?
Luego vino lo que ya todos conocemos, la decisión del nuevo Procurador Abel Cornejo, de apartar a Paz y Miralpeix, y la encendida defensa del abogado del viudo hacia los fiscales que no llegaron a nada, pero que según Arancibia, la causa se movía de acuerdo a las teorías de la querella. A confesión de parte… Tampoco nunca se pudo entender esta especie de frente común esgrimido por los dos imputados de la causa, contra los nuevos fiscales designados para dar continuidad a la investigación. Un frente común entre el sospecho de haber participado del homicidio, y por otro lado, la “víctima” como el mismo viudo se encargaba de autodenominarse.
¿Por qué el fiscal Pablo Paz, nunca mencionó haber sido compañero de rugby de Nicolás Cajal Gauffin? ¿Será por que en ese caso su amistad lo obligaba a excusarse? ¿Por qué su interés de llamarse a silencio, y continuar al frente de la causa?
De partícipes y encubridores
Con lo casi nada que dejó la etapa de instrucción, los fiscales Ana Inés Salinas y Gustavo Torres Rubelt, requirieron juicio en contra de Sergio Horacio Vargas, en calidad de partícipe secundario, del homicidio de Jimena Salas. Lo mismo hicieron con el viudo Nicolás Federico Cajal Gauffin , a quien sospechan de ser encubridor, perjudicando la administración de justicia. Los fiscales sostienen que la conducta desplegada por el imputado Cajal derivó en una manifiesta obstrucción de la justicia, perpetrada en orden a evitar dar cuenta acerca del origen o naturaleza de bienes espurios que estaban en su poder y que fueran sustraídos por los autores del homicidio en ocasión de ejecutar el hecho principal. Se destacó que cuando llegó la policía, el viudo hizo “siempre hincapié en que su concubina (víctima) habría sido atacada por un ladrón”. Otro dato es que un compañero de trabajo del imputado declaró que cuando llegó a Vaqueros, Cajal le dijo “la mataron a mi mujer… por culpa de ese perro de mierda”. Es decir, Cajal anticipó a momentos de haber sido asesinada Jimena, lo que dos años después, informaron junto a Paz, Miralpeix y Arancibia, como el señuelo y móvil del asesinato.
Los actuales fiscales también señalan que “el imputado intentó instalar desde los primeros minutos del abordaje policial la teoría de un robo frustrado al azar, omitiendo la sustracción ahora probada en el ejercicio punto a punto”, de un maletín que podría haber contenido estupefacientes, divisas o moneda de curso nacional en cantidades considerables para los victimarios”.Gauffin, “en numerosas oportunidades y desde el comienzo de la investigación manifestó que no se sustrajo elemento alguno de su domicilio, negando la presencia de elementos de valor o susceptibles de ser objeto de robo”, desviando la investigación.
Caso Carrascosa: penosa comparación y defensa
En esta relatada relación entre el imputado Cajal Gauffin, el fiscal Pablo Paz, existió un aparato de difusión ejecutado por el abogado Arancibia, quien tiene a su disposición su propio servicio de prensa que se ocupa de difundir declaraciones y convocar a ruedas de prensa y entrevistas.
Además, se sabe que cuentan con contactos en los medios como lo fue en su momento la FM del Carnero donde el abogado desplegaba sus críticas a la tarea de los nuevos fiscales casi a diario, o como el caso de los amigos de La Loma, Juan Pablo Rodríguez, Federico Storniolo y José Zambrano.
Respecto a este último trío, en el medio de su propiedad bajo el título “Caso Jimena Salas: Carrascosa, un espejo en el que podría reflejarse Cajal”, se hace en el aniversario del femicidio, un paralelismo entre la “supuesta inocencia” del viudo de María Marta García Belsunce y Cajal Gauffín.
En una clara defensa sobre lo actuado por Pablo Paz y en clara defensa del viudo de Jimena Salas, compara ambas situaciones como basadas en “conjeturas”. Es más, anticipa en una especie de sugerencia periodística, lo que será la estrategia de Arancibia en el juicio: “a la defensa de Cajal sólo le bastaría echarle una mirada a los fallos absolutorios de Carrascosa para argumentar su estrategia defensiva, la cual ya cuenta con mucha jurisprudencia a su favor, al menos, en el actual escenario que plantea la fiscalía”. Muy obvio.
Pero a decir verdad, estos operadores de prensa, flaco favor le hacen a los imputados comparando ambos casos. Si de comparaciones se trata, no se puede olvidar que en el caso Carrascosa, hubo una fuerte y cerrada intervención para que no se llegue a la verdad del asesinato de María Marta. Juan Martín Ramos Victorica, Enrique Molina Pico juez, Diego Barroetaveña, fueron los nombre en danza en esta trama oscura, rebuscada, llena de mentiras y de verdades a medias. ¿Como no declarar inocente a Carrascosa, si con vehemente esmero se hicieron desaparecer todas las pruebas?
Las omisiones de la investigación del femicidio de Jimena Salas, consiguieron al igual que el caso de María Marta, ocultar el móvil del crimen. Las pruebas de la investigación surgida luego de casi tres años, puede cambiar el rumbo de la investigación con las dificultades que implica el paso del tiempo. Una verdad que requieren quienes conservan a Jimena en su corazón, y una necesidad de justicia de toda la ciudadanía. Sin encubrimientos, y sin amigos que procuren constantemente tapar responsabilidades que ya quedaron a la vista de todos.