Macri accedió a las demandas de los “halcones” del mercado y pintarrajeó una herencia K apocalíptica. El relato en nada se parece al diagnóstico escalofriante que Eduardo Duhalde realizó en enero del 2002 tras una década de economía liberal.

El discurso de Macri tuvo dos etapas bien diferenciadas. La segunda y última tuvo el típico tono macrista de los últimos meses: eslóganes marketineros orientados a pertrechar de tuiteos y posteos de Facebook al sistema comunicacional y publicitario de Cambiemos que a veces parece seguir de campaña.

La novedad en todo caso, estuvo dada en la primera parte del discurso. Allí, el actual presidente, dejó en claro que cedió a la demanda que los principales medios hegemónicos venían realizando: relatar una herencia K caótica que pueda volver tolerable para la población, los impactos que las medidas de mercado tienen en la misma.

En ese marco, el presidente utilizo 30 de los 60 minutos del discurso a asegurar que se había encontrado con un Estado plagado de clientelismo, despilfarro y corrupción. Elementos que serían las causas de un país al borde del abismo.

Pese a los esfuerzos, el “relato” macrista parece muy lejos de aquel país que pinceló Eduardo Duhalde el 1 de enero del 2002 cuando asumió tras una grave crisis política y social tras doce años de liberalismo que el macrismo pretende emular.

El discurso completo de Duhalde aquella vez, puede leerse en www.presidenciaduhalde.com.ar . El mismo tuvo 2.277 palabras, mucha de las cuales serán recortadas en esta oportunidad para resaltar que nadie en su sano juicio puede afirmar que Macri tras la década K, haya recibido un país como el que recibió Eduardo Duhalde y luego el kirchnerismo tras una década de gobierno liberal.

Reproducimos acá parte de ese discurso:

“Desde mañana, sin delegar la responsabilidad en la recuperación de la paz social que me compete y la tarea que debo realizar, estaremos trabajando juntos con las fuerzas políticas, empresariales, laborales y organizaciones no gubernamentales en la elaboración inmediata de un programa de salvación nacional. Participar de ese abierto proceso de diálogo, es afirmar que queremos mirar de frente a cada argentina y cada argentino y decirles que conocemos sus angustias y desesperanzas…”.

“Mi compromiso a partir de hoy, es terminar con un modelo agotado que ha sumido en la desesperación a la enorme mayoría de nuestro pueblo para sentar las bases de un nuevo modelo capaz de recuperar la producción, el trabajo de los argentinos, su mercado interno y promover una más justa distribución de la riqueza”.

“Hemos tenido que suspender el pago de los intereses de nuestra deuda pública porque no estamos en condiciones de hacerlo en esta circunstancias críticas que han generado una fuerte eclosión social”.

“Nosotros todos, sabemos del dolor y de la miseria que agobia a millones de argentinos del país federal. Es una Argentina de trabajo, una Argentina que se quiebra la espalda de los cañeros en Tucumán, de los algodoneros chaqueños, de los viñateros cuyanos, que se astilla las manos de los hacheros, que se oculta en los socavones de las minas, que se quema en el sol de las sequías, de la misma manera que se ahoga en las inundaciones. Ese es el país del que me hago cargo, el país real”.

“Quiero decirles que estamos en una situación límite. Lo sabemos. No tenemos crédito externo ni crédito interno. Están metidos en el famoso «corralito» 65.000 millones entre pesos y dólares que los bancos han prestado a empresas, familias o al sector público. Existe, sin embargo, una denuncia que se ha hecho eco en este Congreso acerca de la probable ilegalidad de la remisión de parte de esos fondos con maniobras al exterior”.

“Además, quiero decirles que la crisis financiera del sector público, como saben, no tiene precedentes. No tenemos hoy un peso para afrontar las obligaciones de salarios, jubilaciones y medio aguinaldo del Estado Nacional”.

“La excepcional caída de la actividad económica se traduce en una fuerte caída de la recaudación. Genera esto, un círculo vicioso perverso que pone a nuestro país al borde de la desintegración, al borde del caos”.

“Solamente en el mes de diciembre, la caída de la recaudación respecto del ejercicio 2000, alcanzó el 33%, cifras que se estiman similares en muchas de nuestras provincias. El déficit fiscal del ejercicio 2001 alcanza a 9.000 millones de pesos. La deuda flotante del sector público alcanza a 5.000 millones de pesos sin computar las deudas que tiene la Dirección General Impositiva en concepto de reembolso de impuestos”.

Como consecuencia de la depresión económica, la caída de nuestro ingreso por habitante alcanzó un 12%. También aumentó la desocupación superando todos los registros históricos del país y el índice de pobreza llegó al 40% de la población. Eso significa, ni más ni menos, que 15 millones de hermanos nuestros viven debajo de la línea de pobreza”.

“Durante el ejercicio 2001, las reservas del Banco Central de la República Argentina cayeron 18.000 millones de pesos o dólares y el 24% de los depósitos del sistema financiero fugaron como consecuencia, entre otros, de la crisis de confianza”.

“La Argentina está quebrada. La Argentina está fundida. Este modelo en su agonía arrasó con todo. La propia esencia de este modelo perverso terminó con la convertibilidad, arrojó a la indigencia a 2 millones de compatriotas, destruyó a la clase media argentina, quebró a nuestras industrias, pulverizó el trabajo de los argentinos. Hoy, la producción y el comercio están, como ustedes saben, parados; la cadena de pagos está rota y no hay circulante que sea capaz de poner en marcha la economía”.

“Hay excluidos de todas las relaciones: políticas, económicas, sociales, culturales, laborales. Millones son los que están afuera”.

“No es posible que el 40% de nuestra población viva bajo la línea de pobreza. Eso significa, ni más ni menos, que 15 millones de compatriotas no logran acceder a la canasta básica y que, según cifras oficiales, el último año, sólo el último, 730 mil ciudadanos argentinos dejaron la clase media para convertirse en pobres por declinación de ingresos o por pérdida de su empleo”.