El ministerio de Salud asegura que se está proveyendo de materiales e insumos a los hospitales de toda la provincia, pero en varios nosocomios ya arrancaron las asambleas. Faltan elementos de bioseguridad y desde la cartera de Medrano se «lavan las manos» ante eventuales contagios. (Por Nicolás Bignante)

La circulación comunitaria del virus aún no es una realidad en la provincia, pero incluso en estas instancias, cuesta creer que en hospitales del interior deban recurrir a donaciones y fondos solidarios para abastecerse de elementos de bioseguridad. En la semana que concluye, los trabajadores de la sanidad elevaron un poderoso -aunque soslayado- reclamo por recursos materiales y humanos. En Gral. Mosconi, la cúpula del hospital homónimo presentó la renuncia tras varios pedidos realizados al ministerio para que se asignen más profesionales. En Joaquín V. González, todo el personal de guardia hizo lo propio ante la escasez de elementos de seguridad y otros insumos. En Salta Capital, los hospitales Del Milagro y Papa Francisco conformaron asambleas de trabajadores ante la falta de recursos y la amenaza de descuentos. En Metán, profesionales y administrativos analizan medidas de fuerza por los mismos motivos.

La respuesta oficial ante este panorama terminó de avivar la llama. A través del memorándum 27/20, la ministra Josefina Medrano asegura que la provisión de elementos de protección personal (EPP) tenderá a normalizarse y que no se hará responsable de los contagios ocasionados por utilizar material no certificado.

«Este ministerio de Salud Pública se encuentra proveyendo a todas las áreas operativas de salud de la provincia, los elementos de protección personal (…) Deslindando todo tipo de responsabilidad respecto a los demás elementos que no poseen control de calidad y certificación de ANMAT y que hayan sido confeccionados, distribuidos y utilizados por cada área operativa sin aval de este Ministerio, ya que en dicho caso la responsabilidad recae sobre cada gerente general de hospital y/ o persona que los utiliza», expresa el memorándum.

En concreto, el estado que no provee de insumos de bioseguridad y que obliga a los profesionales a abastecerse por medio de donaciones, advierte que no se hará responsable en caso de que alguno de ellos contraiga el virus. En diálogo con Cuarto Poder, el médico cirujano Eduardo Acuña del hospital Oscar H. Costa de Joaquín V. González, expresa su preocupación por la situación del nosocomio. «Eso ha caído muy mal. Me parece una visión trastornada de la realidad, porque ningún hospital está en condiciones de enfrentar, con sus recursos, una pandemia de esta envergadura. Mucha gente ha colaborado, dado que el ministerio no nos ha provisto de los materiales. Cada uno de los profesionales o la gente se ha acercado al hospital con donaciones o se han creado fondos solidarios», relata.

El hospital de cabecera del departamento de Anta se encuentra en estado de asamblea y todo el personal de guardia (odontólogos, bioquímicos y pediatras) presentó la renuncia el pasado lunes. El último remito del ministerio de salud para ese nosocomio fue hace dos semanas y llamarlo «escaso» sería bastante generoso. El contenido: Dos (2) barbijos N95. «Prácticamente no alcanza para cubrir la guardia activa por un día», se lamenta Acuña. «Ante la eventualidad de que empiece la circulación viral, cada uno se hizo cargo de conseguir. Y recibir la noticia de que el ministerio no se va a hacer cargo, la verdad que cae muy mal», añade.

Cuando se abrieron las cajas con la inscripción del ministerio de Salud de la provincia, los profesionales encontraron además, guantes en una cantidad escasa, camisolines descartables no aptos para atender a pacientes de alto riesgo y tarros de alcohol en gel como para abastecerse durante… un día.

Pero incluso conseguir insumos por cuenta propia es una tarea de riesgo por estos lares. El mes pasado, la gerencia del hospital conformó un fondo solidario al que aportaron comerciantes y vecinos de la zona. El objetivo era recaudar fondos para adquirir materiales para la sala de aislamiento. Pero cuando se realizó la inspección para ver a dónde irían a parar los materiales, una parte del techo se desplomó por completo. Las tareas de reparación se mantienen hasta el día de hoy.

En el norte provincial la situación no es muy distinta. El gerente del hospital Gral. Enrique Mosconi Marcelo Benavidez presentó su renuncia junto a su par Julián Albarracín. Ambos denuncian no haber sido escuchados cuando solicitaron mayor seguridad en las instalaciones, dado que muchos profesionales sufrieron agresiones y maltratos. Además, reclaman que faltan insumos y que sólo están trabajando cinco médicos para un área operativa de 25.000 habitantes. «En un momento, llegamos a ser tres los médicos que estábamos trabajando. Nosotros hemos provisto de antiparras, barbijos y camisolines a la gente que está más expuesta en la guardia», comenta Benavidez a Cuarto Poder.

En el área operativa del hospital se activó el protocolo unas cuarenta veces y en todos los casos se actuó conforme a lo establecido. Se trata de una zona estratégica y de paso, por lo que más de una vez se atendió a viajantes de otros países.

Los materiales de protección personal también escasean en el municipio norteño, y como en muchos hospitales de la provincia, tuvieron que recurrir al aporte solidario de la ciudadanía. «A los kits (de seguridad) los hicimos de pulmón. Yo no puedo exponer a mi gente, entonces se trabajó de esa forma», admite el galeno. En cuanto al memorándum oficial, Benavidez reconoce que «como en todos los hospitales, cayó como un balde de agua fría después de tanto esfuerzo. Si sabía eso, presentaba la renuncia el año pasado directamente».

Los días vienen muy apretados en el nosocomio y la situación parece replicarse en todos los municipios del departamento San Martín. Benavidez ni siquiera es capaz de recordar cuántos insumos, barbijos y materiales recibió del ministerio de Salud en la última encomienda. «Estamos de aquí para allá. Antes de ayer hice 26 horas de guardia, así que te imaginarás que el número exacto no te lo puedo dar», confiesa.

El jueves pasado, tras una reunión con gremios de la salud, la ministra Josefina Medrano esbozó una excusa al polémico memorándum: «el memo va dirigido al resguardo y al buen uso de los equipos, aptos y aprobados para el desempeño de las distintas tareas a realizar en ésta emergencia sanitaria, garantizando la provisión de insumos y elementos de bioseguridad a todos los trabajadores y trabajadoras de acuerdo al rol que se desempeñe en los distintos hospitales y centros de salud  de capital y del interior». La explicación no arrojó un gramo de tranquilidad a los profesionales.

 

Los gerentes no se callan

Dos directores de hospitales de la capital salteña fustigaron directamente contra la política sanitaria provincial en los últimos días. Desde el hospital del Milagro, el Dr. Juan José Esteban salió al cruce de las catastróficas proyecciones que la ministra realizara sobre los casos de COVID-19 en Salta. En declaraciones a El Tribuno, Medrano había asegurado que, «en el peor escenario, el contagio será del 80% de la población», lo que según la matemática de Josefina implicaría «un millón doscientos mil y pico» de casos. En tal sentido, el médico advirtió que “La psicosis social es muy mala, y la paranoia peor”.

Desde el Hospital Oñativia, el Dr. Marcelo Nallar fue tajante al cuestionar el asesoramiento del gobernador Gustavo Sáenz sobre cómo afrontar al contingencia. En declaraciones a un FM local sostuvo que “una pandemia se combate con la ciencia, no con los militares”, en clara alusión a la solicitud del mandatario al presidente Alberto Fernández para que saque el ejército a las calles.