El intendente Fernando Almeda asegura que en Cafayate está todo bien: el hospital está en excelentes condiciones y al parecer no hay colapso; los casos de COVID no aumentaron. Mientras tanto, derivaciones de contagiados de coronavirus ya llegaron a Salta por falta de camas en la localidad, según informó el gerente del hospital cabeza del área operativa. Norma Jean
Así están las cosas en este momento en la linda ciudad de Cafayate. Entre que, Vargas dice que sí y Almeda que no, se pierden la mitad de los nuevos contagiados en el camino y no sorprendería que los muertos resuciten.
Algo así pasó el 19, cuando el COE de Cafayate informó en su parte diario 6 nuevos infectados y un total de 340 contagios, cuando la provincia informó 11 casos y un total de 345 casos.
Casita sale en cuanto medio le da micrófono a decir sin ningún tipo de empacho que “entiende la preocupación de los profesionales de la salud” pero que en realidad la cosa no es tan así. Son enfermos y hasta muertos que en realidad sólo están en sus mentes…
Vargas, por su parte, cuando se abrió la posibilidad del turismo interno, se enojó tanto con la decisión tomada por el COE que dejó de asistir a las reuniones, dejando sin autoridad sanitaria al organismo, cuya razón de existir es la crisis sanitaria mundial, y tomo la misma actitud de Almeda, salió a todos los medios locales y no tanto, a mostrar su enojo con la apertura del turismo.
Esto fue hasta que el ministro Esteban se llegó personalmente a acomodarse los patos a su representante en la ciudad Calchaqui.
Mientras el intendente cafayateño desestimaba que el incremento en los casos haya tenido que ver con la apertura del turismo interno, Vargas se refería al colapso del hospital, debido a la falta de camas con respirador para contener a los 345 enfermos que de un día para el otro le brotaron. Seguramente a causa de las grandes fiestas clandestinas que los dueños de las grandes fortunas salteñas realizaron para festejos familiares con centenares de invitados.
Lo cierto es que ya son trece las muertes en Cafayate y por lo menos cinco de ellas fueron juzgadas como evitables por la comunidad. Se habló de abandono de persona, de falta de preparación para atender a la pandemia, a pesar de los fondos asignados para ello, pero ninguno de esos familiares tuvo la posibilidad de realizar una investigación y una demanda formal al COE porque la fiscal Sandra Rojas, encargada de tomar la denuncia en el novel juzgado de Cafayate, es miembro del COE y la jueza, Virginia Toranzos, que en caso de prosperar, reciba la causa también lo es. Con lo cual se investigarian y juzgarían a ellas mismas. Al parecer nadie pensó eso cuando dieron apertura a ese juzgado con la intención de que los cafayateños «no tengan que viajar a Salta por una causa judicial», o lo hicieron deliberadamente para que ninguno pueda investigar o denunciar a un organismo del estado del que formen parte este poder judicial local.
Tan poco conocimiento hay del tema, o tanta impunidad, que, en uno de los casos polémicos fue la propia jueza la que salió a los medios a defender al COE local, diciendo que todo se hizo como era debido.
De las muertes no se daban detalles, tales como si la persona estaba internada en el hospital o solo aislada en su domicilio, ni el rango etario, ni si tenía enfermedades prevalentes. Nada se sabía, nada.
Cierto es que los casos comenzaron a aumentar 40 días después de la apertura del turismo interno y no a los 14, como hubiera sido lógico si este fuera el motivo real de la demanda sanitaria.
La falta de preparación sanitaria es la causa real. La falta de inversión, con fondos destinados a este fin por Nación. Fondos que vaya a saber uno donde habrán ido a parar.
La impunidad del COE local también hizo su buena parte, cubriendo huecos insalvables que hoy están claramente a la vista de todos.
Por el momento, Casita está ocupado pensando en las 19 mil personas que tiene que meter en Bodega Encantada en febrero
Y seguramente Vargas, estará viendo que vuelo tomar para desaparecer antes de que esto pase.