Con la mirada puesta en el Grand Bourg, Miguel Isa hace política. Desde que, un par de semanas atrás, explicitó a propios y extraños su deseo de ser el próximo gobernador, el intendente combina su agenda oficial con reuniones de carácter político que ahora incluyen a intendentes. (Gonzalo Teruel)

Empezó con la tropa propia y encabezó varios mítines de punteros barriales. Siguió con un encuentro con la Comisión de Familiares contra la Impunidad que hace más de 2 años marcha los viernes en torno a la Plaza 9 de Julio y, además, medió con éxito en algunas situaciones conflictivas como la protesta de los taxistas.

En el último mes fortificó ese trabajo y mantuvo reuniones con variadas figuras políticas de la provincia. En esa misma línea, su apuesta más audaz se concretó esta semana. Isa recibió a los intendentes de lo que llamó el “Gran Salta”.

Primero, junto a Sergio Ramos de Rosario de Lerma, Juan Ángel Pérez de La Merced, Rubén Corimayo de Cerrillos, Osvaldo García de Coronel Moldes, Daniel Moreno de Vaqueros y Federico Parra de San Lorenzo, llamó a “trabajar de forma coordinada”. También estaban representados en el convite, con funcionarios de segundas líneas, La Viña y La Caldera. Los jefes comunales hablaron de políticas conjuntas, de obras compartidas y del futuro político de la provincia. Después visitó el Valle de Siancas y rubricó acuerdos con los popes de Güemes y Campo Santo, Daniel Segura y Mario Cuenca. A todos les ofreció sus esfuerzos, desde su influyente puesto en la Federación Argentina de Municipios, para gestionar recursos nacionales para las ciudades salteñas. Pero sobre todo ofreció, no con palabras sino con gestos, un liderazgo cercano y permeable a las necesidades y sugerencias de sus pares.

Esos gestos se diferencian de los del gobernador Juan Urtubey que entregó abundantes recursos financieros a los intendentes pero nunca los hizo partícipes en la toma de decisiones y, encima, los intimida con informes de la Auditoría. Públicamente Isa no critica a Urtubey pero sus gestos intentan mostrar claras diferencias en el modo de construir poder.

Conocedor de la psicología de los dirigentes peronistas, Isa busca contenerlos y se anima a recorrer la provincia. Se anima, además, a conversar con todos. Organizó una ronda de diálogo con todas las fuerzas políticas y recibió incluso a las que no tienen representación legislativa. “Miguel conversa con todos: con los intendentes, con los partidos políticos, con los gremios y con la gente”, celebran sus seguidores y destacan que no tuvo prejuicio para reunirse, por ejemplo, con el renovador Julio Loutaif o con la olmedista Jazbel Singh. Anticipan que esas reuniones van a multiplicarse.

“Urtubey, en cambio, no conversa. Habla él sólo y responsabiliza a los demás de los problemas de la gestión”, le dijo a Cuarto Poder un operador del isismo haciendo referencia a un reciente conclave con intendentes encabezado por el gobernador. Allí el maltrato fue tan evidente como el malestar que se llevaron los barones del interior. En esa reunión y en otra con su gabinete, se escuchó decir a Urtubey “están frente al gobernador de los próximos 5 años”. La tropa U le hizo caso de inmediato y salió a nombrarlo y renombrarlo en cada discurso y en cada respuesta a la prensa. Los intendentes y legisladores son un poco más prudentes y sólo cuando se les hace inevitable confirman su adhesión al proyecto del gobernador.

Mientras las escapadas de Urtubey a Buenos Aires son cada vez más frecuentes, en Salta Miguel Isa hace política, muestra cierta autonomía para construir su proyecto 2015 y aprovecha esa ausencia del gobernador para ganar espacio en los círculos peronistas. Al mismo tiempo, mira al Grand Bourg para saber cuándo se desatará definitivamente la presión sobre él y los demás dirigentes políticos salteños.