La figura de Walter Lasi (padre del principal imputado) volvió a aparecer entre los principales sospechosos. Los abogados de la familia reaccionan.  Un perito sostiene que a las chicas las violaron y las mataron en el mismo lugar donde las encontraron. Aparece un cuarto proyectil. (Maximiliano Rodríguez)

El noveno día de juicio oral da comienzo a la tercera semana de debates. Durante las primeras dos semanas pasaron por la Sala de Grandes Juicios del Poder Judicial salteño casi setenta testigos. Hasta este día, es sorprendente que ninguno de quienes brindó su testimonio haya visto jamás juntos a los tres acusados por homicidio. Ni familiares, ni policías, ni vecinos, nadie. Absolutamente nadie, pudo ubicar a los tres acusados en algún momento de sus vidas juntos. Para lo que sea. Ni siquiera para pelearse. Setenta testigos y nadie pudo decir que siquiera una vez estuvieron juntos en un acto escolar o en una misa católica. Donde sea. Es como si Gustavo Lasi, Santos Vera y Daniel Vilte sólo se encontraron en la vida para asesinar a Cassandre Bouvier y Houria Moumni. Increíble e improbable, salvo para el Juez de Instrucción y el Fiscal de primera instancia.

El abogado José Vargas saluda con un apretón de manos a su defendido, Santos Vera y se sienta a su lado, como si fuera un acusado más. Charla con él distendido, hasta que comienza la audiencia. La novena jornada de juicio comenzó pasadas las 10. Al ingresar el tribunal el Dr. Bernardo Ruiz (vocal) saluda con un “buen día” a todas las personas en la sala. Un gesto de provincianía y buena educación. El presidente, Dr. Angel Longarte, se excusó por la demora de los magistrados y explica que hay trámites propios del despacho que determinaron esta tardanza.

Algo ocurrió entre los familiares de las víctimas y sus abogados. Las versiones entre los periodistas indican que el papá de Cassandre cuestionó el accionar pasivo de la querella y que esto no fue aceptado de buena manera por la dupla que componen Ortiz y Rodríguez Spuch.  El padre les reclamaría no hacer más preguntas trascendentes, ni conocer en profundidad el expediente.  Los dos abogados tomaron el caso cuando Horacio Aguilar lo dejó ya elevado a juicio. No hubo siquiera una reunión previa para definir una estrategia. A nadie escapa que el abogado Nicolás Durrieu (con la representación original de la familia y quien contrató a Aguilar, Rodriguez Spuch y Ortiz) sólo participó las primeras dos jornadas de juicio oral. Todo es un rumor nada más. La familia no habló con los periodistas sobre esto, pero es evidente que algo ocurrió.

Rodríguez Spuch ingresó a la sala a último minuto, a diferencia de todos los días previos.  Ortiz estaba dentro del recinto dialogando con la hermana menor de la víctima. Sin dudas los familiares de las chicas quieren conocer la verdad. Necesitan saber la verdad. Para ellos sus seres queridos no eran clientes.  Así arranca la tercera semana de juicio oral. Dentro de sala apenas siete periodistas quedan en pie. Entre los siete suman tan solo cuatro medios de comunicación presentes. El primer día de juicio la acreditación de prensa llegaba a las doscientas personas.  Sólo de Francia, había ese día cinco canales de televisión.

Un policía

El primer testigo de la jornada fue fundamental. El suboficial acumula 25 años de experiencia como policía y tiene el hablar franco y firme de la gente de campo de Salta cuando se acostumbra a vivir en la ciudad. El sargento ayudante Tiburcio Arias tiene un nombre digno de novela policial francés. La declaración del policía volvió a poner bajo fuerte sospecha la figura de Walter Lasi, padre del principal acusado y propietario de la carabina 22 mm con la que dieron muerte a Cassandre Bouvier. En su declaración, Arias dijo concretamente que Walter Lasi trató de desviarlos en la búsqueda inicial de los cuerpos, luego que los turistas chaqueños y bonaerenses dieran aviso de haber visto un cadáver en cercanías del mirador de San Lorenzo. “Cuando comenzamos la búsqueda él nos dijo que busquemos del mirador para arriba. Buscamos como 300 metros para arriba y después de una hora regreso al mirador, y ellos retomaban el sendero para bajar. Es evidente que Lasi quería desviarlos en su búsqueda”, sentenció Tiburcio Arias.

El presidente del tribunal, Angel Longarte pregunta muy interesado en este tramo del relato. El experimentado juez percibe que la declaración del testigo tiene más para dar. Y así fue. Tiburcio Arias sin pelos en la lengua aseguró: “a mi sinceramente me hizo pensar que él sabía que las chicas estaban ahí. Yo estoy seguro de eso. Él nos hizo buscar 300 metros más arriba del mirador y él fue el que comenzó la bajada. Cuando hice buscar de nuevo, él nos conducía hacia derecha, donde ya habíamos buscado”.  Esa misma noche del 29 de julio de 2011 el sargento le manifestó estas sospechas a Néstor Piccolo, Jefe de la Brigada de Investigaciones. Es uno de los testigos más contundentes y más creíble. El acusado Gustavo Lasi presta atención a todo lo que dice el testigo. Es como si la máquina de la memoria en su cabeza funcionara a altísima velocidad. Están hablando de su padre y de los brutales homicidios. Se mira las manos y luego pierde la mirada en la pared al otro extremo de la sala. Tiburcio Arias insistió. “Antes que encontremos a la chica ya me hizo pensar por qué él va para otro. Por eso yo retomé la delantera en la búsqueda. Yo no lo veía con ánimos de buscar”, aseguró el testigo sobre Walter Lasi.

Según su relato, una vez que fueron hallados los cuerpos asesinados de Cassandre y Houria, el padre de Gustavo Lasi ni siquiera se mostró sorprendido del hallazgo. Las palabras del policía son como disparos para el sobreseimiento prematuro que dictó el juez de instrucción, Martín Pérez, en favor de Walter Lasi: “Yo lo veía muy ansioso, muy preocupado. No sorprendido.  No se acercó a los cuerpos, no preguntó nada. Eso me llamó la atención, porque uno se sorprende, se lamenta. Pero él no lo hizo. Durante toda la hora que esperamos a criminalista no dijo nada”. Lo que la policía llama una actitud sospechosa. El Dr. Horacio Morales, abogado defensor de Gustavo Lasi preguntó insistentemente al testigo. Generó río revuelto. Su actitud debió ser observada por el tribunal. La posición del letrado ocupó la atención de los presentes, como si en realidad defendiera al padre del acusado y no al imputado mismo. Paralelamente la defensa de Santos Clemente Vera solicitó la presencia de Walter Lasi en la inspección ocular en el lugar de los hechos. El testimonio de Tiburcio Arias fue trascendental para comprender qué pasó inmediatamente después de hallados los cuerpos.

¿Por qué tanta insistencia del juez Martin Pérez por sobreseer al padre del principal acusado y dueño del arma homicida? ¿No era sospecho en 2011 Walter Lasi o recién en 2014 surge claramente su figura? Cuando en 2013 la cámara de acusación rechazó la elevación a juicio oral de este caso y le ordenó al juez Martín Pérez profundizar la investigación en torno a Walter Lasi, ¿por qué insistió el magistrado en su sobreseimiento?, ¿Gustavo Lasi se declaró culpable e imputó a Vera y Vilte para encubrir a su padre? ¿En su confesión Gustavo Lasi pudo haber mentido? Todas preguntas que el juez de instrucción parece no haber tenido en cuenta y que en el juicio oral reflotan ante la declaración de Arias. El policía cree que las turistas fueron atacadas allí mismo y que el hecho lo cometió gente del lugar. Tiburcio Arias ni siquiera es uno de los policías ascendidos por el gobernador Urtubey. Su último ascenso fue un año antes del doble crimen.

Plomos enterrados

En esta novena jornada también declaró Simón Pistan (h), el oficial principal fue el perito balístico que determinó la coincidencia entre el revolver desenterrado en casa de Raúl Sarmiento por Walter Mamaní y los sospechosos plomos secuestrados por Walter Mamani.  El hijo de quien fuera subjefe de la policía cumplió con su obligación de testigo, indicando que el proyectil extraído del cuerpo de Cassandre no era del revólver enterrado. Los otros dos plomos ya todos saben de dónde salieron. El oficial realizó las pericias en la sede del CIF (Cuerpo de Investigaciones Fiscales). Sin dudas que este caso policial fue el primero de trascendencia para ese cuerpo perteneciente al Ministerio Público de Salta.  Quizás su aporte más importante fue la opinión sobre esos plomos sospechosos: si el disparo se hubiera realizado a menos de tres metros de distancia, los plomos deberían estar enterrados y no “a simple vista”, como fueron encontrados.  En ambos plomos secuestrados por Mamaní “no había sangre, ni material orgánico” alguno. A entender del perito la deformación de los plomos indica que pegaron contra un objeto más duro que el plomo.

José Puca

El tercer testigo de la jornada es una muestra clara de la fragilidad que tiene la verdad ante una investigación policial realizada por efectivos sin preparación. En la figura del suboficial principal José Puca, la falta de preparación académica y física de la policía salteña choca de frente con la apreciación que hizo por entonces el Ministro de Seguridad, Pablo Kosiner, quien aseguró que la de Salta “es la mejor policía del país”. El testigo fue muy dubitativo, como si no recordara su participación en el hecho policial más relevante de la última década. “Nosotros ese día por orden superior fuimos a un rastrillaje a un puesto que era distante. Después de un tiempo llegamos al mirador. Allí “pajarito” nos dijo donde era que estaban los cuerpos. Entramos agazapados por la maleza y el oficial (Walter Mamaní) encuentra un plomo. Nos replegamos y después vino criminalista”, relató José Puca.

Sin duda el oficial no es lo mejor de la mejor policía argentina.  “Por curiosidad vamos a mirar”, dice. Después agrega “iba el oficial adelante y dice ahí hay un plomo. Criminalística tendría que haberlos observados”.  A esta altura de su relato la Defensora Oficial, Graciela Belmont, defensora de Omar “pajarito” Ramos pidió un careo de su representado con José Puca. Los puntos en discordancia sobre los que se propuso el careo fueron la presencia o no de Néstor Piccolo en el lugar, la cantidad de efectivos de la comisión y los objetivos de la misión policial. El careo se hizo después del cuarto intermedio.

Cantó Omar

El relato de Omar “pajarito” Ramos ante el tribunal de la sala II es casi un fresco renacentista que marca el accionar policial en 2011. El hombre es uno de los dos acusados por encubrimiento. A él, Walter Lasi le entregó el arma homicida pidiéndole que se la guarde. Sin embargo su declaración dejó en claro cómo actuaron los investigadores que luego fueron condecorados y ascendidos.

El acusado explicó cómo fue la mañana del 1 de agosto de 2011, cuando acompañó a la comisión policial hasta el mirador donde el oficial Walter Mamaní hizo el milagroso hallazgo de los proyectiles que luego coincidieron con el arma que el mismo desenterró desde un jardín. Su declaración explica cómo llegaron esa mañana al mirador de San Lorenzo: “querían ir al mirador. Les ofrecí ir por la quebrada y me dijeron que no, porque ese lugar ya lo habían rastrillado muchos policías. Por eso tomamos el camino alternativo. Salimos de la comisaría y comenzamos a caminar, llegamos al fortín. Todo el personal se pone a comprar coca, cigarrillos, golosinas. Ellos se quedaron haciendo las compras”. Todo muy profesional. Digno y respetuoso, para quienes investigan una doble violación, seguida de un brutal crimen a tiros.

Esa mañana, en total salieron unos 40 efectivos policiales desde la subcomisaria de San Lorenzo. El puesto Clorinda, donde iban originalmente destinados, llegaron apenas 7 policías. El deficiente estado atlético del grupo queda a la vista. El baquiano desmintió al suboficial José Puca cuando relata el momento en que se produce el encuentro de los plomos sospechados de ser prueba implantada. “Yo no sabía dónde estaban los cuerpos, si nunca fui. Se dan cuenta porque había pedazos de cinta. El miente cuando dice que yo señalo donde están los cuerpos”, sentenció Ramos. En el lugar había guantes y pedazos de papel. En ese marco Mamaní tuvo su minuto de gloria y encontró los misteriosos proyectiles que Néstor Piccolo creía plantados. “Un policía dice acá hay dos plomos”, relató Ramos.

El acusado también explicó ante los jueces por qué recibió el arma homicida de Walter Lasi: “la Brigada ya había empezado para el lado de la quebrada a meter miedo. Ya andaban pegando a la gente. A mi hijo que trabajaba en la agencia y que recibió un llamado también lo han cacheteado”. Por esto no le resultó raro que su vecino le pidiera esconder un arma. “Me entrega el arma envuelta en papel de diario en una bolsa arpillera. No lo vi nunca al rifle. (A Walter Lasi) Lo conocí de toda la vida. Siempre como una buena persona. Pongo el arma en el asiento de la camioneta y le llevo el arma a su hermano, Enrique. Como él tenía un changuito chico me dijo que se lo iba a entregar al chato Sandoval. Esa fue toda mi participación en esto. Él a mí nunca me dijo que había tenido algún problema con el rifle”, explicó el hombre que todos conocen como “pajarito”.

El acusado por encubrimiento estaba a minutos de carearse con el policía José Puca, pero agregó: “me puse siempre al servicio de la policía, para colaborar con la Justicia. Yo quisiera tener la varita mágica para saber quiénes hicieron esto”.  Luego de terminada su declaración el tribunal entró en cuarto intermedio por una hora.

Riña

José Puca tuvo que arrancar “la charla”. Apenas explicó unas cositas el policía. Pajarito arremetió. “Haga memoria, cuando fueron a comprar los sanwich, las gaseosas. Cuando vimos a Vera había 40 personas”. La voz enérgica del baquiano hizo dudar al policía que había testificado antes. Sin embargo se recuperó. “De la brigada éramos ocho” dijo Puca y recuperó el temple. “Pajarito” Ramos agrega que siempre “fue con un policía, que nunca fue solo” durante la caminata. En este punto se enfrentan abiertamente. ”Siempre te vi solo”, le espeta el policía. Puca además desmiente que Néstor Piccolo estuviera allí. La madre de Cassandre atentamente y de pie mira fija a Omar “pajarito” Ramos.  En el careo interviene la querella. Por fin reaccionan los abogados de la familia. Rodríguez Puch muy atento pregunta cuál era el objetivo de la comisión policial. José Puca responde que la misión “era ir a un puesto”. Pajarito dice que el mirador quedaba de pasada y que le pidieron hacer el camino alternativo. Puca repite, “íbamos a un puesto” y agrega “a mí me resultó sospechoso que nos llevaran al mirador. A Piccolo no lo vi ese día, ni en base, ni en la comisaría”. “Hace un rato no me conocías ni a mi” dice pajarito y tiene razón. Puca en tres oportunidades dijo no conocerlo a un metro de distancia.

El clima entre ambos es muy tenso. Todos en la sala los miran. La situación es muy similar a la riña de gallos. Casi puede verse la sangre entre ambos. El oficial José Puca mira al tribunal como pidiendo terminar la situación. Experimentado, Ángel Longarte extiende el careo un poco más. Quiere verlos a ambos. El careo es una medida esclarecedora para quien quiera ver y oír. En estas nueve jornadas es el segundo careo. Ramos es el segundo acusado en exponerse a la medida. El primero fue Vilte, careado con el vendedor de aberturas.

El cuarto proyectil

Correcto en su vestir y en  su andar, Héctor Barboza es el oficial de criminalística que realizó los primeros informes sobre el hallazgo de los cuerpos. Y quien realizó las primeras mediciones sobre los cadáveres. El perito determinó que el proyectil extraído del cráneo de Cassandre Bouvier fue disparado por el arma perteneciente al padre del principal imputado. Una carabina Batán 22 largo, modelo 45. El cotejo lo hizo con un microscopio balístico de última generación que entonces inauguraba el CIF.  También determinó que los dos plomos sospechosos secuestrados por Walter Mamaní al no poseer materia orgánica, nunca atravesaron cuerpo alguno.

Sin embargo su participación más impactante fue cuando confirmó un cotejo positivo para un cuarto proyectil secuestrado por la policía y que si salió de la carabina de Lasi. El secuestro del cuarto plomo lo hizo la Brigada de Investigaciones el 11 de agosto de 2011 en el mirador de San Lorenzo. Esta información produjo cierto impacto en la fiscalía y en la querella. El fiscal Félix Elías confundió este proyectil con el extraído del cráneo de Cassandre, mientras que el querellante Rodríguez Spuch se acercaba a mostrarle parte del expediente. Es la primera vez que alguno de los abogados de las partes se acerca a otra. Relató minuciosamente como llegó al mirador en ese viernes 29 de julio de 2011 y todo lo que hizo las 24 horas siguientes. Licenciado en criminalística, 25 años de policía y 7 en Criminalística. No dudó en opinar que las víctimas fueron asesinadas en el lugar. El perito argumento esto basándose en la ropa de Cassandre y en el tobillo de Houria. Las prendas de la primera víctima hallada tenían la posición exacta de quien fuera ejecutada en ese lugar. El tobillo de la segunda víctima indicaría a su entender que tras el disparo mortal hizo caer a la persona y producir tamaña torcedura del tobillo.

El oficial cree que también fueron violadas en el lugar donde fueron encontrados los cuerpos. Es la primera voz experimentada y especializada que opina y argumentan que existe una sola escena del crimen. Le indicó a Néstor Piccolo (Jefe de la Brigada de Investigaciones) que era recomendable trabajar de día y no de noche. “Se dispuso trabajar en ese momento. No sabe quién dio la orden, pero estaba allí Martín Pérez. Trabajamos sobre uno de los cuerpos y a los 45 minutos se encontró el otro. Terminamos con ese y seguimos con el segundo. No se buscó nada durante la noche. Lo que se hizo fue ir al cuerpo. Documentar el cuerpo (posición situación, ubicación) con planimetría y fotografía. Al siguiente día se buscó evidencia”, relató el policía.

Estima que los cuerpos se levantaron cerca de las 3 de la mañana. Los efectivos de criminalística fueron los últimos en bajar. Llevaban equipos. Eran las 5 de la mañana. El relato que hace es detallado. La descripción de los cuerpos es meticulosa. Relata rápida y puntillosamente todo lo que vio. Su memoria es virtuosa. “Vamos a ver la segunda víctima que estaba unos tres metros cincuenta. Estaba apoyada sobre el lateral izquierdo del cuerpo, no se le podía ver el rostro. La pierna izquierda extendida totalmente. Se podía ver la espalda y los glúteos de la víctima. El pantalón estaba desgarrado completamente”.

El especialista hizo los peritajes sobre las prendas de la víctima. Determinó que el pantalón de una de ellas debió ser cortada con un cuchillo sierrita mientras que en la segunda víctima (Houria) presentaba un corte en el corpiño por detrás. Ninguna de las dos tenía prendas íntimas inferiores. Nunca tampoco fueron halladas. Para el perito es evidente que todos los hechos ocurrieron en el lugar. Pidió respeto a los familiares presentes en la sala y describió que la posición de las prendas en las victimas indicaba hasta el acceso carnal que sufrieron antes de ser asesinadas.  Fue la jornada más larga del juicio. El día cerró pasadas las 19. Como todos los días la madre de Cassandre mira de pie a los acusados. En ningún momento, ninguno de ellos le responde la mirada.