El Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec muestra una retracción del 4,3% respecto de doce meses atrás. La caída en la construcción explica el brusco descenso de la inversión, que se suma a la depresión del consumo.
El nivel de actividad económica anotó un retroceso del 4,3 por ciento en junio respecto del mismo mes del año pasado, según lo informó ayer el Indec. Si se compara todo el primer semestre con el año anterior, la baja se ubica en 1,3 por ciento. Esto marca la aceleración de la caída hacia el fin del período de seis meses. El Indec volvió a difundir, tras ocho meses de apagón informativo, las estimaciones mensuales de actividad económica y confirmó el fuerte deterioro de la economía en los primeros meses de gestión de Mauricio Macri. La construcción, la industria y las economías regionales fueron las ramas más afectadas por el lado de la oferta, mientras que entre los componentes de la demanda agregada se destacó la caída del consumo privado y público, la baja de exportaciones y el retroceso de la inversión.
El documento Estimación Mensual de Actividad Económica, que publicó ayer el Indec, no ofrece explicaciones de la fuerte caída que sufrió la economía local al cierre del primer semestre, con tasas de retroceso similares a las computadas en Brasil, país que atraviesa por una profunda crisis económica y social desde hace ya dos años. En el informe del centro de estadísticas oficial argentino, no obstante, se aportan cifras claves para observar la evolución del deterioro de la actividad a lo largo del primer semestre. En enero, la economía registró una expansión interanual del 0,3 por ciento, en febrero del 1 por ciento y en marzo del 0,4 por ciento. A partir de ese momento, siempre en la comparación con respecto a igual mes de 2015, se registró una baja del 2,1 por ciento en abril, otra vez 2,1 en mayo y un pico de caída de 4,3 por ciento en junio. Este ritmo de contracción se torna más dramático si se contempla que a mitad del 2015 se alcanzaron tasas de crecimiento de 5,3 por ciento y ese mismo año cerró con una expansión del 2 por ciento.
La construcción fue uno de los sectores más afectados en los últimos meses por la política de retracción productiva y de aliento a la especulación financiera de Cambiemos, potenciando la retracción de toda la economía. La edificación marcó una alarmante caída del 19,6 por ciento en junio respecto del mismo mes del año pasado, un nivel de contracción que no se registraba desde la crisis de 2002, tras el estallido de la convertibilidad. La floja performance de esta rama, que en 2015 había crecido al 5 por ciento, fue explicada por el recorte de los gastos públicos en obras de infraestructura y de repavimentación y ampliación de rutas. También estuvo asociado con la desarticulación de programas centrales para incentivar al sector como Procrear, que dejó de entregar créditos a tasas fijas y se reconvirtió a un esquema de préstamos hipotecarios con cuotas indexadas por la inflación. La caída del poder adquisitivo de la población y el aliento a las colocaciones financieras fueron elementos adicionales que le pusieron freno a las decisiones de inversión en ladrillos.
La producción industrial es otra de las actividades que mostró su vulnerabilidad frente al programa de apertura comercial y transferencia de ingresos desde sectores asalariados a grupos de poder económico aplicado en los últimos meses. El Indec había difundido en su documento Estimador Mensual Industrial que la producción manufacturera retrocedió 6,4 por ciento en junio respecto del mismo mes del año pasado, apuntando la mayor caída del año. Un detalle del informe precisa que el bloque de alimentos fue uno de los que más retrocedió, con mermas del 11,8 por ciento en carnes rojas, 22,3 por ciento en leches, 14,4 por ciento en azúcar y productos de refinería y de 5,6 por ciento en yerba mate.
Economistas consultados por este diario plantearon algunas tensiones centrales para el futuro de la industria. Apuntaron que las firmas grandes no tuvieron caídas de ganancias y lograron mantener los negocios, pero las pequeñas y medianas perdieron mucha rentabilidad por la baja de las ventas y la distorsión de su estructura de costos. Esto estimula los niveles de concentración en el mercado interno y aumenta la capacidad de presión de los grupos de poder económico tradicionales. Mencionaron además que la estrategia del gobierno es reemplazar “sectores ineficientes” como el textil, calzado, juguetes, por actividades como servicios que demandan menos mano de obra, lo cual implicará más cierres de fábricas y recortes de personal. La desocupación alcanzó un 9,3 por ciento al cierre del semestre, cuando el año pasado era de 6,6 por ciento.
En lo que refiere a los componentes de la demanda agregada, el consumo privado, que representa cerca del 70 por ciento del PIB, fue uno de los más afectados en los últimos meses, por la caída real del salario, las jubilaciones y las asignaciones para los segmentos de menores recursos de la población. Este fenómeno ya venía reflejándose en diversos informes privados y del propio Indec, que daban cuenta de una fuerte contracción en las ventas en comercios con respecto al año pasado.
Fuente: Página 12