Con el corazón roto quedó un panadero de zona norte. Asegura haber sido secuestrado por un “hombrecito de otra galaxia” que lo engatusó y luego le clavó el visto en el wasap intergaláctico.
“Lo único que yo quiero es volver a verlo, no me importa nada más” comenta Beto con tono consternado y perdiendo la mirada en el cielo. Por ahora no vamos a revelar su apellido, básicamente porque no lo sabemos, pero sí algunos detalles que este joven nos relató.
Todo se inició una noche estrellada, mientras Beto regresaba hacia Castañares luego de cumplir con otra jornada laboral en la calle San Martín. Ahí fue que una luz lo cautivó, y para cuando despertó ya tenía al amante de otro planeta al lado, susurrándole al odio palabras en una lengua que él asegura no haber entendido, pero su mensaje era claro: “ninguna galaxia va a detener nuestro amor”, dice que dijo el hombrecito de ojos saltones.
“Primero sentí que un destello me levantaba del piso, luego fueron las mariposas en el estómago, amor a primera vista, cuando lo vi, ahí intentando medirme el aceite con el dedo”, narró a El Polichombi este panadero enamorado que tras aquel encuentro no tuvo mayores noticias de su supuesto amante. Como dice el viejo y conocido refrán: extraterrestre que abdujo, voló.
“Todo pasó muy rápido, pero yo sé que lo nuestro fue amor, porque el amor es así, no entiende de razas ni formas; qué me importa que él sea de otra plano espacio-temporal, mi corazón es un agujero de gusano por el que discurre la vida, y la vida es su amor”, recita Beto en un poema que guarda en el bolsillo trasero del pantalón, con la esperanza de ser escuchado, deseo que desde este humilde pasquín también elevamos hacia el cielo.