León Cristalli, ex militante del Partido Obrero Revolucionario y actual miembro de MILES, se reconoce trotskista pero defenestra al FIT, a quienes acusa de seudo-trotskistas. La fracción de la fracción. (Franco Hessling)
El pasado 18 de noviembre la Agencia Paco Urondo publicó en su sitio web un reporte intitulado: “Como trotskistas apoyamos al Frente para la Victoria”. La cita correspondía a León Cristalli, fundador y miliciano del Movimiento Integración Latinoamericana de Expresión Social (MILES) y del Partido Obrero Revolucionario.
Como si con ello no hubiese bastado para causar hostilidades entre “troskos”, el periodismo militante que se arroga la agencia de noticias definió a la posición de votar en blanco como una forma de “mirar para un costado”. Seguramente los trotskistas locales estallaron al seguir repasando las citas de Cristalli en la Paco Urondo.
“El que lea ‘La revolución permanente’ se da cuenta que acá hay que apoyar el curso del Frente para la Victoria”, consiga el despacho informativo a la voz de Cristalli. El actual máximo referente del trostskismo “posadista” desparramó dardos contra las conducciones actuales más reconocidas del trotskismo nacional.
Catalogó al voto en blanco como una acción política que “no tiene ningún sentido”, y recordó que “desde las PASO nosotros que somos trotskistas y posadistas, salimos a plantear que el Frente de Izquierda es una seudo-izquerda y se pone, una vez más como en el ´45, del lado de la reacción”.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) es una herramienta conformada previo a las elecciones de 2011, que este año se consagró como cuarta fuerza electoral, reivindicando un programa que defiende la independencia de clase, que repudia las formas de construcción clientelares, y que cree en la cristalización de la lucha de clases como matriz interpretativa de la realidad social.
No conforme con las estacas ya lanzadas, Cristalli improvisó otra reseña histórica, destacando a su prosapia revolucionaria: “Mi padre Homero Cristalli, J. Posadas de seudónimo político, fue reconocido en 1948 por el Secretariado Internacional como la única sección en nuestro país de la IV Internacional Trotskista”. Cristalli no paró de colgarse galardones históricos que hagan constar su legitimidad doctrinal.
Luego de su pretendida oficialidad como trotskista, el dirigente aseveró sobre su tradición que “le pusimos Posadistas cuando aparecieron estos seudo-trostkistas, fue para diferenciarnos de las locuras que dicen estos compañeros”. En todo momento espetó contra el Frente de Izquierda, que en las elecciones generales del 25 de octubre último había atesorado 812.530 votos. El FIT quedó a 8.525.960 del Frente para la Victoria, la fuerza que León Cristalli apoyó, no sólo en el balotaje, sino también en los dos comicios previos.
Este trotskista, de sugerente nombre de pila, manifiesta cercanía con un mandamás territorial volcado al kirchnerismo, Luis D’Elía. Éste último es el actual presidente del MILES, que en Salta tiene como figura insigne nada menos que al afamado y lóbrego Diego Barreto, acusado de golpear a una mujer en un asentamiento y quemarle el auto a otro vecino que reclamaba por loteos. Barreto era, por aquel entonces, subsecretario de Tierra y Hábitat de la provincia, y por aquel cargo pesan en los hombros de Barreto toda una variante de denuncias, que van desde los citados aprietes hasta cobros ilegales, favores personales con el erario público, y discrecionalidad en el manejo de fondos.
El León argentino
Cristalli, quien se endilga el mote de trotskista, ataca fervorosamente las posiciones del FIT, conformado también por fuerzas de la misma corriente de pensamiento. Muchas veces se acusa a esa izquierda, la pretendida izquierda verdadera, la más izquierda de las izquierdas, de carecer de sentido de la unidad, se los califica como sectarios. Este engorroso hecho, en el que unos trotskistas reunidos en el FIT llamaron a votar en blanco y un trotskista posadista llamó a votar por el FpV, hace ostensible que el prejuicio tiene cierto sustento. Relativo, claro está.
Las imprecaciones de Cristalli contribuyen a considerar que el trotskismo es más amplio de lo que se cree, allí conviven otras sub-corrientes además del posadismo, como el morenismo –desprendido de las ideas de Nahuel Moreno-. Pero también demuestra que como corriente de pensamiento adolece de capacidad para la unidad. Nadie podría decir que el peronismo no es una doctrina abigarrada, variopinta en la más amplia aplicación de esa característica, sin embargo, se las arregla para posicionar unificadamente candidatos con poder de gobierno. Más allá de las acusaciones contra el aparato punteril peronista, no se puede dejar de reconocer que también en sus cuadros dirigentes hay destreza para la unidad.
Misteriosamente, si se considera lo que conocemos en lo próximo sobre el trotskismo, los compañeros salteños del FIT, resulta sobrecogedor que un trotskista forme parte de una fuerza como MILES, y apoye con ahínco los gobiernos peronistas, que en esencia –teniendo buena fe en ellos- son nacionalistas. Bien se sabe que los “troskos”, epíteto que alude a los seguidores del revolucionario ruso, no son nacionalistas sino internacionalistas.
Este “trosko” desopilante, expresa que “en todo el período de estos doce años, un sector importante se benefició del curso de la economía, sector que venía en condiciones marginales. Pero no se desenvolvió políticamente y ese es nuestro desafío, hay que elevar la cultura política, elevar la condición de vida no genera conciencia social per sé”.
El León argentino, Cristalli, se muestra convencido que el kirchnerismo es un proceso revolucionario, y hace descansar sus críticas en repudios al FIT, a quien acusa por no acompañar semejante tarea histórica. Ante el balotaje del domingo pasado, afirmaba que “no había posibilidad de equivocación”, había que acompañar la candidatura del ex motonauta Daniel Scioli.
Cristalli es verdaderamente osado. Mucho podrá criticársele al trotskismo de los partidos del FIT, pero desarrollo teórico no es precisamente una flaqueza que los destaque. A pesar de ello, el herético valiente los chicanea precisamente en su condición de exegetas de la obra del gran Trotsky. Los provoca subrayando que cualquiera que haya leído la obra maestra del otrora ideólogo del Ejército Rojo, La revolución permanente, debería formar parte del FpV.