Un grupo de salteños denominados “providas” presentó una denuncia para que “se identifique” a las mujeres que realizaron una performance afuera de la catedral el pasado 8 de marzo. Cuando las intervenciones artísticas molestan al conservadurismo. (Andrea Sztychmasjter)

«Para las mujeres, la poesía no es un lujo. Es una necesidad vital. Ella define

la calidad de la luz bajo la cual formulamos nuestras esperanzas y sueños de

supervivencia y cambio» Audre Lorde

Las artes están también atravesadas por el androcentrismo pero el feminismo ha conseguido irrumpir en la escena pública. Las intervenciones se presentan como una sacudida para aquellxs acostumbradxs a que todo siga igual. Aquellxs que se molestan más por una pared pintada que por una mujer asesinada.

Desde la década de los 60 se desarrolló una corriente artística mundial representada por mujeres que emplean el arte como instrumento de denuncia, usando especialmente la performance. La mayoría de las propuestas artísticas entorno al género en la calle se centran en acciones y el arte público así como graffiti y cartelería, en gran medida en relación a las manifestaciones del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Existen muchas artistas de la performance: Itziar Okariz, creadora de la acción “Mear en espacios públicos o privados (2001)”; Pilar Albarracín, con “Sangre en la calle (1992)”, una serie de ocho acciones donde aparecen mujeres ensangrentadas tiradas en el suelo; el grupo “Yeguas latinoamericanas” quienes se han apropiado de las calles de Chile con performance que desafían a instituciones como la iglesia y el estado. Su manifiesto Orden y patria, busca visibilizar la violencia ejercida por Carabineros hacia las mujeres. “Nos rebelamos, escupimos y deformamos el ‘deber ser mujer’ hetero-normada en Chile y Latinoamérica” explica Cheril Linett, líder del grupo. Otra obra de la Yeguada Latinoamericana sucedió en la procesión de la virgen del Carmen. El grupo de actrices decidió infiltrarse a esta tradición religiosa y levantó en protesta a una virgen morena, sin Jun niño en brazos y maquillada. Son sólo algunos ejemplos.

En Salta, una de las provincias más católicas del país, las fiestas religiosas no molestan como sí lo hacen las intervenciones que feministas pueden realizar en el espacio urbano como forma de denuncias a las violencias múltiples que se siguen ejerciendo por parte de las instituciones del estado, como la policía y la iglesia.

Los medios de comunicación locales también han optado por reflejar con énfasis los supuestos hechos vandálicos más que las reivindicaciones que las miles de personas presentes en la marcha realizaban.

Persecuciones

Un grupo de salteños y salteñas autodenominados “próvida” con el patrocinio letrado del abogado Sergio Alejandro Bustos realizaron una denuncia contra el gobierno de Salta, el Ministerio de Seguridad y la Policía salteña para que “Se busque determinar por medio de los aportes en las pruebas que presentamos, la identificación de las personas atento al artículo 90y 91 del C.P.P. que realizan daños al patrimonio arquitectónico y urbanístico de la ciudad de Salta, y se aplique el artículo 183 del Código penal de corresponder”. Citan como pruebas links de notas de diario Clarín, El Tribuno, Que pasa salta, Troka S.R.L y Agencia Informativa Católica Argentina, además firman la misiva 15 personas que dicen ser “testigos presenciales”.

Abogadas feministas ya adelantaron que en caso de prosperar esta denuncia “con la que esos grupos buscan prensa”, presentarán un amicus curiae.

A los femicidas y violadores díganles que no son formas

Luego de la marcha del 8M el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, pidió leyes que “contengan a feministas violentas” por manifestarse frente a la Catedral. En declaraciones a la prensa local, el arzobispo se refirió a las movilizaciones cuando un grupo de mujeres se dirigió a la catedral que permanecía vallada y con gran presencia policial “custodiando” la fachada de la institución católica.

El prelado se mostró enojado y molesto por las manifestaciones de feministas que como forma de rechazo a un sistema que constantemente las violenta sostenido por instituciones policiales y cristianas, se manifestaron en la calle de la Catedral.

Voz ante el silencio

Fue la referenta de Pan y Rosas, Daniela Planes, junto a Juntas a la izquierda del MST  las únicas que salieron públicamente a repudiar los dichos del Monseñor y la denuncia de los antidereos:

“La iglesia de la que hablamos es la que ‘activamente’ se organiza contra los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Como lo vimos con el aborto en el 2018 y el año pasado, cuando la cúpula de la Iglesia Católica, junto con los dinosaurios, hizo lobby contra nuestros derechos. Es la institución repodrida que hace silencio ante los casos de abusos eclesiásticos y ante la posibilidad de que prescriban las causas. Mientras que las y los sobrevivientes que acusan a Emilio Lamas, Agustín Rosa Torino, Gustavo Oscar Zanchetta, entre otros, siguen reclamando que las causas lleguen a juicio. Es la misma Iglesia que sostiene en la historia la creciente desigualdad social y se alía con los Gobiernos de turno, cumpliendo roles protagónicas para ‘mediar’ a favor de las patronales en los conflictos. Como ocurrió en las luchas de Tartagal y Mosconi en la década de los 90 cuando familias trabajadoras se enfrentaban al plan de las privatizadas, a los despidos y reclamaban trabajo genuino. O ante cada huelga azucarera. Y de eso, los trabajadores del ingenio Tabacal saben, y mucho”, señaló Planes.

En tanto desde Juntas y a la Izquierda y el MST consideraron «que esta es una demanda antidemocrática ya que busca impedir la libertad de expresión y tiene como trasfondo avalar la represión a la movilización feminista»:

«Llamamos al movimiento feminista y disidente a responder de manera unitaria y colectiva este nuevo ataque por parte de los antiderechos que defienden las instituciones como la iglesia retrógrada, encubridora de curas abusadores y pedófilos, enemiga de nuestros derechos; la policía, cómplice de las redes de trata y la justicia que responde al poder de turno. Estas instituciones son las que reproducen, legitiman y justifican constantemente la misoginia, la desigualdad y la opresión. Por eso desde nuestra agrupación, planteamos la disolución de la policía, la elección de jueces y fiscales por voto popular y vamos a seguir luchando por la separación definitiva de la iglesia del Estado», señalaron.

El resto del arco político se quedó mudo ante la persecución y ataques contra las manifestantes que se movilizaron y realizaron diversas intervenciones el pasado 8 de marzo. Hubo silencio incluso del Observatorio de violencia contra las mujeres, a estas alturas un organismo estatal de maqueta.