Desde la renovación de miembros del Consejo de la Magistratura de Salta a principios este año, como primer reacomodamiento en el ámbito judicial camino a la reformulación del poder político en la provincia, dicho órgano conformado por jueces, funcionarios judiciales, abogados y diputados comenzó a adoptar una impronta selectiva diferenciadora sobre el Consejo saliente atento a situaciones opacas, turbulentas y escandalosas que tuvo que pasar por hechos que fueron de amplio dominio público que incluso precipitaron una actuación inconstitucional del Poder Ejecutivo provincial con el sonado caso de las Cámaras de Apelaciones Civil y Comercial.
Si bien sólo hubo elecciones en los estamentos de la magistratura judicial y abogados donde, sólo en éste último el sufragio permitió la integración a representantes no oficialistas; en el caso del Ministerio Público y de la Cámara de Diputados fueron listas únicas.
El dato de la realidad resulta ser que dicho órgano creado en la reforma constitucional de 1998, está dejando de ser homogéneo y permeable al poder político provincial, propio de todo fin de ciclo político pero a su vez expectante del poder político que se patentizará a partir del próximo 10 de diciembre; pero con una preocupante profundización de los intereses de la Corte de Justicia en la selección de la terna correspondiente.
Pero también hay que poner de relieve que el Consejo de la Magistratura local adolece de debilidades congénitas las cuales resultan ser hasta casi determinantes. Su falta de financiación puesto que los Consejeros cumplen funciones como una “carga pública”, cuestión que es sorteada tranquilamente tanto por los representantes judiciales como de diputados que dependen del Estado provincial, pero para los abogados seguro que quizás no.
Así también la cuestión del “tráfico de información de exámenes” puesto que no escapa a los ojos de los observadores judiciales que dicho tráfico de información previa, favorece a los concursantes cercanos a los Consejeros integrantes de la corporación judicial y del ministerio público. Por ello es que el Consejo de la Magistratura necesita un consejo asesor, integrado por académicos de otras provincias e instituciones públicas como universidades y que propenda a inhabilitar dicho tráfico de información selectiva.
Aun así, el actual Consejo decidió adoptar una posición dura y exigente con respecto a los concursos convocados desde su asunción y para ello procedieron a reformular el reglamento interno de funcionamiento, lo que estableció una puntuación límite entre los antecedentes académicos y el examen escrito para así pasar a la entrevista oral y donde ya hasta declararon desiertos un par de concursos.
Es inexacto interpretar que los letrados que obtuvieron una puntuación inferior a 10 se encuentren “aplazados” pero también hay señalar que el señalado tráfico de información visibiliza una puntuación muy diferente entre funcionarios de larga carrera judicial con jóvenes letrados allegados a familiares de consejeros judiciales muy encumbrados.
Es de destacar que el Consejo de la Magistratura nacional administra el presupuesto general del Poder Judicial de la nación y los consejeros reciben estipendio por la carga funcional, entre los rasgos presupuestarios más salientes; pero es una legislación diametralmente diferente a la nuestra.
El actual Consejo provincial comenzó a transitar un camino de cuatro años entre la reformulación de la exigencia académica e intelectual y el indetenible tráfico de información e influencias corporativas judiciales. Parir un nuevo esquema de poder político y judicial no es fácil…ratificar y/o profundizar el existente resulta decadente, retrógrado e injusto.
El progreso de nuestros comprovincianos y desarrollo de nuestra sociedad nos exige otra impronta…la actual nos mantiene en el atraso con la enorme pobreza estructural existente y profundiza la creciente brecha en la redistribución del ingreso y posible riqueza en la provincia de Salta y los integrantes de la magistratura y ministerio público salteño no pueden ni deben ser ajenos a eso…sino nos seguiremos condenando a una ignominiosa resignación para con “los partidarios de sí mismos”… “entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer…”
José Ignacio BOEDO