Este viernes 31 de marzo, Román Maximiliano Juárez, estudiante de Ciencias de la Comunicación,  fue a devolver un vino y terminó demorado durante dos horas en la Alcaldía sin saber por qué se lo acusaba. (Stephanie Tiemersma)

Alrededor de las 21 horas, el joven estudiante fue a comprar un vino al local La Cautiva de Tacuil y al volver a su casa y ver la fecha de cosecha tachada fue a reclamar, pues pensó que le habían vendido un producto en mal estado. Según su versión, entró al lugar y dijo que el vino estaba vencido y Martín Alejandro Di Frari, el dueño del local y quien atendía, le explicó que estos no vencen, sin embargo el muchacho afirma que el tono en el que se lo dijo fue muy ofensivo.

Román quiso de vuelta su dinero, 75 pesos, y este le fue reembolsado. Aun así el joven seguía indignado y exclamó que  iba a hacer una denuncia a Defensa del Consumidor. “Yo le dije al dueño que no le podía vender cosas así a la gente y él se me acercó y me dijo ‘andate’ de forma violenta y me empujó, entonces yo le pedí que se calme, que lo único que faltaba era que se violente y me calzó un par de piñas, en ese momento yo alcancé a agarrar un envase de cerveza vacío pero fue para meter miedo, yo no le partiría eso en la cabeza. Luego me redujo y me dejó la rodilla clavada en el pecho”.

A todo esto había tres testigos, dos dentro del local y uno fuera que llamaron con señas al 911 ya que este se encuentra cerca del lugar. Los efectivos de la policía agarraron al estudiante de los brazos mientras él se quejaba diciendo que no lo podían tratar así, finalmente lo soltaron y el, muy nervioso, caminó de un lado para el otro y cruzaba palabras agresivas con el dueño, a todo esto un policía le seguía los pasos.

Luego los oficiales preguntaron a los protagonistas del altercado qué iban a hacer, a lo que ambos dijeron que querían denunciar. Martín fue en su auto y a Román lo trasladó la policía. “Yo pensé que me llevaban en calidad de denunciante, pero fue como detenido. Después me di cuenta” recuerda Juárez al hablar con Cuarto Poder. Desde un principio quisieron ponerle las esposas pero él no se dejó, sin embargo lo llevaban agarrándolo de los brazos sin informarle en condición de qué era dirigido al establecimiento.

En el camino lo llamó Ana Ramírez, su novia embarazada, y él logró contarle que lo estaban trasladando a la Comisaria Primera y que lo espere ahí pero no pudo decir más ya que el efectivo no lo dejó seguir la conversación prohibiéndole utilizar el celular. Cabe destacar que la incomunicación es una falta al Código Contravencional de la Provincia de Salta (art 141).

De todos modos el joven terminó esposado, lo cambiaron a otro patrullero y a pesar de las reiteradas veces que el pidió explicaciones los policías no respondían. Luego lo llevaron al médico legal en Contraventores el cual habría detectado golpes en la nuca, terminado esto  lo llevaron directamente a la Alcaldía, la antesala al penal, y lo dejaron en una celda. ”Había gente que estaba hace 24 horas ahí y no había ni una colcha para dormir encima. Yo ni siquiera sabía con exactitud porque me encerraban, pero estuve en la Alcaldía y sentí que vulneraron todos mis derechos, yo no tenía voz”

Violencia Institucional

Ana Ramírez también nos cuenta su experiencia desde el otro lado de la celda “Llegué a la Comisaria y Román todavía no estaba, le pregunté a los policías si sabían algo y me dijeron que no, solo uno me informó que estaba por hurto. Cuando al fin llegó, le pregunté lo mismo a los oficiales que lo traían y ellos se pasaban la pelota y me decían que no sabían ¿Cómo no van a saber si ellos lo traían? Luego empezaron a subirme el tono de voz y a tratarme mal”. Después de esto, la joven fue a esperar para  hacer la denuncia de que a su novio “lo llevaron preso, esposado, que le pegaron en el local de vinos y que quien lo hizo se fue como si nada”.

La tuvieron esperando una hora para decirle que no podía efectuar la denuncia y que en última instancia quizás podría constituirse como testigo. Finalmente ella, la madre  de Juárez y una abogada fueron a Contravenciones y luego a la Alcaldía, en ambos lugares les dijeron que iban a tardar cuatro horas en liberarlo. Muy preocupadas se dirigieron de nuevo a Contravenciones donde una mujer policía les informó que lo liberarían pronto. A los cinco minutos Román Juárez salió en libertad. “Si no insistíamos nos iban a tener esperando cuatro horas” reflexionó la joven.

La otra versión

Martín Alejandro Di Frari afirma que el joven anduvo dando vueltas por el local y le pidió que le recomendara un vino barato a lo que él le indicó el Lengua Negra. Una vez comprado éste y pasado un tiempo, el joven volvió totalmente enloquecido a decirle que era un estafador y que le había vendido un vino vencido. El dueño de la vinería expresó que no se lo podía hacer entrar en razón y que, a pesar de que él le devolvió los 75 pesos, el muchacho dijo que quería 150 porque lo hicieron ir y venir. Acto seguido pateo unas botellas que estaban acomodadas a un costado y tomó una botella repitiendo que lo iba a denunciar a Defensa del Consumidor.

Había mucha gente mirando lo sucedido por lo que Martin intentó detener a Román y en el forcejeo cayeron al piso, él le puso una rodilla en el pecho para que ya no se moviera y luego llegó la policía.” Estoy tranquilo porque había testigos que vieron lo que pasó y también había cámaras. La etiqueta pudo haber estado tachada o no, esos son defectos de fábrica, lo cierto es que los vinos no tiene fecha de vencimiento por lo que no pude haberle vendido un producto fallado”.

Según la norma general de etiquetado (Real Decreto 1334/1999), en todo producto alimenticio figurará la fecha de duración mínima o, en su caso, la fecha de caducidad, pero hay varios productos que quedan excluidos de esta norma, entre ellos, vinos, vinagres y otras bebidas alcohólicas hechas a base de uva o mostos de uva. Juárez se defiende diciendo que no se le pega a nadie y que tachar la fecha de un producto es algo sospechoso. El resto lo resolverá la justicia y esperamos que no haya más irregularidades.