Los accidentes de tránsito ya se cobraron 106 vidas en lo que va del año en nuestra provincia, y a nivel regional la Argentina aparece en cuarto lugar con 14 muertes diarias. A continuación, algunas conclusiones que grafican y explican estos números y por qué, los decesos en rutas y calles, parecen no tener fin. (Garrik)

Según informó el área de Accidentología del Hospital San Bernardo en el primer semestre de 2014, hubo 1.817 siniestros viales en toda la provincia y la cantidad de fallecidos llegó a 106. Del total de personas que ingresaron a la guardia del nosocomio, 168 iban en automóviles particulares, 75 en bicicleta, 667 en motocicleta, 27 en transporte público, 470 peatones y otros accidentes, totalizaron 410.

Hace unos días atrás la Ruta nacional 34 fue una vez más noticia por la muerte de 4 personas como consecuencia de un choque entre un Peugeot blanco que se dirigía hacia Pocitos y un remís color gris Renault 9 proveniente de la frontera con Bolivia. Según la Policía Científica y Técnica de Salta, la Ruta Nacional 34 -conocida en los medios como ruta de la muerte- es considerada una zona extremadamente crítica. En esa carretera hubo un total de 36 muertes en 2012 y cifras similares durante el 2013, lo que equivale al 25% de las muertes ocurridas en todas las rutas la provincia.

A nivel nacional, la Federación Internacional del Automóvil para 2013 informó que nuestro país tuvo 5.187 víctimas fatales en 2013, lo que equivale a más de 14 muertes por día. El informe reveló que América Latina tiene una tasa de 16 muertos en accidentes viales cada 100.000 habitantes, superando ampliamente el promedio de los países con ingresos altos, que es de 8 cada 100.000. En la región Brasil encabeza la lista y la Argentina se ubica en el cuarto lugar, junto a Colombia y a Perú.

Causas

El alcohol al volante es una de las dos principales causas de accidentes de tránsito con muertos y/o heridos graves junto al exceso de velocidad, ya que el 65% de los siniestros viales son generados por conductores alcoholizados de entre 17 y 33 años. La Asociación Civil Luchemos por la Vida investigó acerca de la cantidad de conductores que manejan alcoholizados y también creencias y conocimientos sobre el tema. De los datos recogidos surge que: el 67% de los encuestados consume habitualmente bebidas alcohólicas. Muchos de ellos conducen después de haber bebido. El problema es más grave los fines de semana, en el cual un 69% conduce después de comer y beber alcohol. Lo que supone que el 46% del total de los conductores conduce alcoholizado durante el fin de semana.

¿Qué saben los conductores sobre alcohol y conducción? El 47% de los encuestados no conoce el límite legal de alcohol tolerado en sangre en conductores particulares (0,5g/l).
El 65% cree que un sólo vaso de alcohol no afecta la capacidad para conducir.
El 58% cree que el tiempo para que se pasen los efectos del alcohol es menor al necesario.
El 29% de los encuestados no conoce el límite legal de alcohol tolerado en sangre en conductores profesionales (0g/1). El 22% de los encuestados piensa que hay que tomar 3 o más vasos de vino para que la capacidad de conducir se vea afectada. Finalmente, el 50% de los encuestados calcula 2 botellas o más de cerveza para cada invitado si organiza una fiesta, el 32% una botella por persona.

Además, la mayoría de los conductores de ambos sexos se consideran mejores o mucho mejores conductores que los demás (67,5%). La sobreestimación de la propia capacidad constituye un factor de importancia en la producción de accidentes, ya que influye en el momento de la toma de decisiones al conducir, en especial al decidir cuestiones que se relacionan con asumir riesgos, tales como la velocidad de conducción, maniobras de sobrepaso, etc.

La justicia

La Justicia local, desde el 2010, recibe un promedio de 1,65 causas diarias por lesiones y muertes en accidentes de tránsito. El Código Penal, establece una pena que va de 2 a 5 años de prisión para aquel que causare la muerte por la conducción imprudente, negligente, inexperta, o antirreglamentaria de un vehículo automotor, agravándose la pena de 3 a 6 años de prisión si el conductor se diese a la fuga, estuviese bajo los efectos de estupefacientes, con un nivel de alcoholemia igual o superior a 1 gramo por litro de sangre, o estuviese conduciendo en exceso de velocidad de más de 50 kilómetros por encima de los límites reglamentarios.  El monto de la pena si bien puede parecer exiguo por el perjuicio creado, no lo es teniendo en cuenta que se trata de un homicidio culposo, es decir, que el autor no tuvo la intención o voluntad de ocasionarlo.

En este sentido, los tribunales del país desechan la figura del dolo eventual, ya que para atribuirle a alguien una conducta dolosa, la intención de dañar debe probarse y jamás puede presumirse, como a veces sucede cuando erróneamente se pretende tener por demostrado el dolo, simplemente por el obrar imprudente que precedió al resultado, ya que con este criterio se generaría una inseguridad jurídica al quedar imprecisa la línea que separa al dolo eventual de la culpa, y de esta forma, de cualquier conducta imprudente o negligente podríamos hacer la misma conjetura.

De todas formas habrá una reparación pecuniaria a la familia de la víctima y también se podrán implementar medidas administrativas más severas, como sería el impedimento para volver a manejar por un lapso más prolongado. Finalmente decimos que el monto de la pena habilita la excarcelación y solo se la puede denegar si se acredita un peligro procesal, como sería el caso de que el autor intentara evadir u obstaculizar la justicia, pero no se pueden crear otras causales inexistentes en la ley procesal.

Ha quedado demostrado que el mero conocimiento de la normativa no es suficiente. La mayoría de los siniestrados tienen licencia de conducir y pertenecen a todos los estratos sociales. Por tal motivo creemos que la Autoridad de contralor debe tomar cartas en el asunto y aplicar todos los recursos humanos, materiales y tecnológicos para la prevención en las calles y rutas.

La Autoridad, además de controlar la velocidad y el estado etílico del conductor e imponer sanciones administrativas, debe acondicionar las calles y rutas para minimizar los riesgos, por ejemplo, a través de la implementación de reductores de velocidades en puntos estratégicos, mejoramiento de las calzadas, en este último caso con el ensanchamiento y repavimentación de las mismas y/o construcción de vías de una sola mano, sobre todo en avenidas y rutas. Y por qué no, achicando el tránsito pesado en las rutas implementando otros medios alternativos de transporte, como por ejemplo el ferrocarril.