Pamela Calletti estuvo casi cuatro temporadas al frente del Ministerio de Justicia. En los dos últimos años también asumió la cartera de Derechos Humanos. Maltratada desde los medios por ser mujer, la falta de gestión la condenó. (Federico Anzardi)

Pamela Calletti deja de ser ministra de la misma manera que logró el puesto en 2013. En aquella oportunidad, la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas motivó a Juan Manuel Urtubey a hacer una jugada similar a la que realizó esta semana: modificar puestos clave en el gabinete provincial. Con esto intentó dar una nueva cara a su gestión. Fue entonces cuando la abogada entró en la escena grande de la política salteña. Tenía apenas 34 años.

Calletti venía del riñón urtubeycista. Se desempeñaba como docente de Derecho Político en la Católica, cátedra que por entonces estaba a cargo de Rodolfo Urtubey, el ya fallecido padre del gobernador. Además, trabajaba para la provincia desde que tenía 23 años. En ese momento era Coordinadora de la Unidad de Gestión y Control de Precios y Procedimientos de la Fiscalía de Estado.

La flamante funcionaria incluso tenía antecedentes familiares de gestión estatal. Su padre, Armando Calletti, había sido ministro de Salud de Mendoza durante el gobierno de Julio Cobos al frente de esa provincia.

La segunda semana de diciembre de 2013, Calletti juró como ministra de Justicia de Salta. Entró en una camada de nuevos funcionarios que incluía a Eduardo Sylvester en el Ministerio de Gobierno, Alejandro Cornejo en Seguridad, Oscar Villa Nougués en Salud, Marianela Cansino en Derechos Humanos y Baltasar Saravia en Ambiente y Producción Sustentable. Ese día, Juan Pablo Rodríguez se convirtió en Jefe de Gabinete.

Calletti llegaba para reemplazar a María Inés Diez. Su currículum, más allá de los pergaminos, tenía como ítem principal la relación cercana con el padre del gobernador. De estirpe conservadora, el año anterior se la había vinculado a la “defensa” de la Loma Balcón, las tierras que el sector más pudiente de San Lorenzo intentó salvar de la urbanización barrial.

Durante sus primeras épocas al frente de la cartera de Justicia, Calletti aparecía como una “dama de hierro”, una apuesta al futuro para el gobierno. “Son muchos los que aseguran que la actual ministra era una mimada del patriarca (Rodolfo Urtubey) que también impulsó la carrera de otros funcionarios, como el ministro de Turismo y Cultura, Mariano Ovejero, y Simón Padrós. Estos y Calletti comparten un perfil similar: egresados de la Universidad Católica de Salta; becarios de programas de especialización en el extranjero a través de importantes y elitistas fundaciones; cuentan con especializaciones en Derecho Administrativo en la Universidad Austral que, como muchos saben, fue fundada por la fanática y elitista prelatura del Opus Dei”, informaba este semanario en los primeros meses de 2014.

Por esa época llegó uno de los primeros escándalos que la tuvieron como protagonista: el diario El Tribuno informaba en mayo de ese año que Calletti había adquirido una casa en El Tipal con 350 mil pesos que le había otorgado el Procrear en agosto de 2012. Además, se informaba que había otra construcción en marcha pagados con fondos del mismo origen. Además se conocía que Fernanda Calletti, hermana de la funcionaria, también tenía una vivienda gracias al Procrear.

Mientras tanto, Calletti defendía la flamante desfederalización del microtráfico, que el gobierno de la provincia utilizó como una bandera para destacar la cantidad de trabajo que se suponía que se estaba haciendo para combatir el “flagelo de las drogas”. Cuarto Poder revelaba ese mismo año que las cantidades de sustancias secuestradas en esos mediáticos operativos eran ínfimas e involucraban a los llamados perejiles de los barrios, que sólo aumentaban la estadística a favor de los dirigentes y llenaban (aún más) las cárceles. En mayo de 2015, Calletti tuvo que admitirlo: las cárceles salteñas estaban saturadas.

Pero el barco comenzó a naufragar lentamente en diciembre de 2015, cuando heredó parte del Ministerio de Derechos Humanos de la provincia, que su colega Marianela Cansino había chocado y hundido después del Caso Thiago, la muerte de una adolescente y de una serie de irregularidades imposibles de esconder.

En febrero de 2016, Cuarto Poder informaba que en esos días había tenido lugar una tensa reunión entre Calletti y el entonces Jefe de Gabinete, Carlos Parodi. “Calletti pidió plata porque, según sus propias palabras, ‘el ministerio es enorme’ y sobre todo porque no piensa correr la misma suerte que Marianela Cansino quien por falta de recursos (además de su inocultable incapacidad) no pudo sostener la siempre sensible cartera de Derechos Humanos. La respuesta no fue grosera pero si terminante. ‘No’ dijo Parodi”, aseguraba aquella publicación.

En marzo del año pasado también informábamos que Calletti puertas adentro aún mostraba la dureza con la que había ingresado a la esfera mediática. Ante la negativa de Parodi, la ministra analizó renunciar pero se decidió por el perfil bajo: viajó un mes a Estados Unidos para no exponer su figura y arriesgar su carrera política por falta de dinero. La situación en el Ministerio era crítica.

La Resolución 63/16 del día 3 de marzo de 2016 (publicada el jueves 10 en el Boletín Oficial) reconocía que “lo asignado en cabecera resulta insuficiente para atender los gastos en concepto de Caja Chica para las Secretaría de Derechos Humanos, Secretaría de Discapacidad y Secretaría de Políticas Penales”. Y que, además, Derechos Humanos requería “la asignación de Fondo Permanente Subsidio, la que será destinada a cubrir los gastos emergentes por la ayuda brindada a las víctimas de Violencia de Género y a las Víctimas de Trata, como así también al acompañamiento de las personas con discapacidad y a la entrega de Caja de Medicamentos para los pacientes psicóticos del Régimen Penal Juvenil”.

Y la realidad golpeó la puerta de Calletti, que pudo soportar la violencia mediática de género (algunos titulares de los medios salteños durante su gestión: “La ministra Pamela Calletti exhibe su mejor delantera”, “Pamela Calletti: el glamour en el gobierno de Juan Manuel Urtubey”) pero no pudo evitar el golpe de la falta de gestión en materia de violencia de género. Gestión que la tenía como una de las responsables directas. Las marchas del Ni Una Menos la obligaron a movilizarse pero también allí, en las plazas, debió soportar los cuestionamientos populares que le exigían la renuncia por la enorme cantidad de femicidios ocurridos en Salta.

En mayo del año pasado, tras el escándalo por la violación y posterior embarazo de una niña wichí de doce años de edad del paraje Alto La Sierra, Calletti fue duramente criticada por asegurar que el caso no era competencia de Justicia y Derechos Humanos.

En enero de este año, tras el femicidio ocurrido en el penal de Villa Las Rosas, el pedido de renuncia por parte de organizaciones de derechos humanos por la falta de acción de la ministra volvía a ponerla en el ojo de la tormenta. “No podemos aceptar que la ministra diga que el Servicio Penitenciario no midió la peligrosidad del femicida. Es un concepto complejo que no debe dejarse para que lo mida el guardiacárceles. Es muy grave escuchar esto de parte de un ministro que maneja la justicia y los derechos humanos”, aseguraba Mónica Menini tras la muerte de Andrea Neri.

El 8 de marzo, abrió la puerta de una posible candidatura para las legislativas de este año. “Voy a acompañar desde el lugar que me toque”, aseguró. Fue una mala decisión. Esa tarde, Calletti asistió a la marcha por el Día de la Mujer y su presencia fue interpretada como una provocación por organizaciones feministas. Fue increpada a metros de la Plazoleta 4 Siglos, lo que la obligó a resguardarse en el Cabildo. “Soy mujer y como tal he vivido en carne propia lo que es la desigualdad, la discriminación y la violencia pero lejos de victimizarme ello me da fuerza para cambiar la realidad. Entonces decidí trabajar por las mujeres y hacerlo desde un rol institucional”, se justificaba en una entrevista con este semanario, pocas semanas después. Ya era la funcionaria señalada como responsable del fracaso de las políticas de género en la provincia. Hoy, su figura acusó el desgaste.