Se conocieron más detalles sobre la desaparición de miles de litros de nafta subsidiada en el aeroclub de la provincia. Las relaciones de algunos integrantes de la comisión directiva con el gobierno de la provincia quizá expliquen la impunidad. Se espera por la auditoría. (DOM)
La teoría dice que el Aero Club Salta es una Asociación Civil sin fines de lucro. La realidad es otra: sus autoridades fueron denunciadas por vender aeronafta otorgada gratuitamente por el gobierno de la provincia con el sólo objetivo de estimular la capacitación de nuevos pilotos. La ley Nº 6374 es clara: el subsidio mensual al Aero Club Salta es de dos mil litros de nafta y 40 litros de aceite (también incluye a otras instituciones similares del interior con mil litros de nafta y 20 de aceite) y son para que esta institución ayude a formar profesionales. Pero la denuncia prueba que el Aero Club posee un solo avión y aunque éste volara 24 horas por día no llegaría a ocupar ni el 35% de la nafta subsidiada. Se calcula, entonces, y teniendo en cuenta otros subsidios, que desaparecen 12 mil litros de combustible aeronáutico.

En cierto modo, el destino de este combustible se puede rastrear por las mismas actas de la institución: allí consta que la comisión directiva vende ese combustible otorgado por la provincia y generalmente se los otorga a otros miembros. Parece infantil, sin embargo es real: en las actas consta que la comisión integrada, entre otros, por X, debate sobre venderle a X, y que por unanimidad -o sea, incluyendo el voto de X- se aprueba la venta. Es en serio, en una de las actas, en letra temblorosa, se puede leer que la junta resuelve destinar combustible para la venta a los interesados a un precio de $ 4.20 por litro. En otra, se decide venderle a Javier Montero Alesanco 5 mil litros a $ 3 el litro.

Javier Montero es parte de la comisión y es uno de los denunciados penalmente por administración fraudulenta y malversación de fondos públicos, junto a Gabriel Benedetto, Gustavo Martínez, Juan Ëllero, Javier Montero, Sergio Zambrano y Valentín López; todos de la comisión directiva. La lupa de la justicia también hace especial foco en el Presidente Jaime Capó, sobre el que recae la denuncia de agresión física y amenaza: Capó se acercó al denunciante Sergio Luis Martínez y además de golpearlo, le gritó: “Tu mamá es una delincuente y una puta también” (sic), “Y vos sos un borracho” y “en este club la vas a pasar mal” todo esto para que retirara la primer denuncia.

Acá hay un doble negocio: Aeroclub vende algo que le regalaron y el que compra está feliz por varios motivos: primero, porque compra mucho más barato ($3 o $4 pesos por litro que supera los $8); el comprador además se salva de la facturación, de quedar en el registro y de tener que dar cuenta de qué viaje tiene programado hacer. Si se compra combustible en un lugar habilitado para este fin, como el aeropuerto, hay que dejar constancia del vuelo que se hará y por supuesto pagar el impuesto de facturación. Todos estos controles tienen como fin la seguridad, tanto de los aviones como del espacio aéreo (evitar, por dar dos ejemplos, los narcovuelos o las fumigaciones clandestinas).

Otra sospecha

Además de la denuncia, a la que Cuarto Poder tuvo acceso, otras fuentes ahondaron sobre otras irregularidades. Dijeron, entre otras cosas, que los estudiantes para piloto privado reciben menos horas de instrucción que la exigida. Se supone que recién con cuarenta horas de vuelo el alumno se recibe de piloto privado y una vez finalizado el costoso curso: sale $35 mil pesos completo: te cobran como si no tuvieran subsidiada la nafta; incluso hay cursos en otras partes del país un poco más baratos. La vuelta de tuerca, según nuestras fuentes, está en que hacen cumplir menos horas y luego la institución se queda con los litros no usados (se calcula unos 22 litros por hora de vuelo). El peligro es que egresan como pilotos gente con menos horas de vuelo que las requeridas. Y cuando falta la experiencia, ocurren los accidentes. Accidentes como el que se registró en 2010 en Santiago del Estero.

De pesca en avión

El Piper PA31 iba piloteado por Javier Montero Alesanco y junto a él se salvaron de milagro el entonces Subsecretario de Tierra y Hábitat salteño, Gonzalo Bello (detalle nada menor teniendo en cuenta la cantidad de denuncias por desmontes y apropiación de terrenos que pesan sobre Montero Alesanco), Oscar Walter Morizzio (vecino “notable” de Villa San Lorenzo) y Juan Manuel Montoya. Morizzio tiene como domicilio la turística Villa San Lorenzo, ubicada a pocos kilómetros de la capital salteña.

La aeronave tuvo que ser rescatada de las aguas del Canal San Martín por una gigantesca grúa, lo cual fue tomado casi como un hecho irónico cuando los integrantes de la misma juraron que volvían de pescar en Corrientes. Eso juraron ante la policía: habíamos ido de una excursión de pesca en Corrientes. “Hasta hace no mucho tiempo, los mayuatos salteños (nombre con que se conoce a los pescadores de nuestros cursos mansos de agua) se trasladaban a los lugares de pesca en bicicleta, a pie, en débiles acoplados unidos precariamente a tractores agrícolas o en desvencijadas camionetas… Cómo habrán cambiado los tiempos, que los aficionados a este bello deporte, en vez de andar arriesgando sus vidas por caminos oscuros y mal señalizados, ahora se desplazan en avionetas privadas”, observó, con burla, un portal informativo local.

Otra ironía se dio en la versión periodística que circuló en los medios santiagueños sobre el por qué del accidente. Mientras Montero aseguraba que se había tratado de un desperfecto técnico, medios del lugar informaron que en realidad se habían quedado cortos de nafta, acaso porque se la habían robado. El mismo portal salteño -Noticias Iruya- indicó “Una versión periodística sostiene que el percance de la aeronave salteña se produjo porque, momentos antes del decolaje, un malviviente se habría apoderado de 110 litros del combustible que utiliza la nave, hecho que -según las mismas fuentes- habría ocurrido en el aeródromo de Esquina, en la Provincia de Corrientes… Esta versión se antoja inverosímil, pues el piloto, además de experimentado aviador, es experto en surtidores de combustible y, por tanto, conoce perfectamente la diferencia entre un tanque lleno y un tanque vacío. Es, por tanto, muy difícil que haya despegado sin darle importancia a que la aguja indicadora estaba rebotando del lado del “EMPTY”.

Montero Alesanco es uno de los miembros de la comisión del Aero Club Salta que compró combustible barato y que deberá explicar en la justicia esta irregularidad. Quizá ante un buen juez tenga un aterrizaje más forzoso.