El portal “El Cisne” denuncia el mal momento que tuvo que pasar una familia. La empresa LAN le negó a un joven con autismo abordar su vuelo, por considerarlo “peligroso”. Los intentos del Ministerio de Turismo por hacer de Salta un destino “amigable”, a veces quedan en eso, solo intentos.

El mal momento que pasó la familia en el Aeropuerto Martin Miguel de Güemes de nuestra ciudad, es producto de la falta de información y la discriminación de las que se valen algunas firmas y empresas. Nada de esto importó al personal de LAN, quien siguió con la negativa de que Luisito abordara el vuelo, ya que según la supervisora D`Andrea, “él podía ser un autista peligroso” (palabras textuales).

El portal web El Cisne que se define como “Publicación de interés para aquellas personas que de una u otra forma estén vinculadas con el tema de la discapacidad y para el público en gral”, denunció los hechos de la siguiente manera:

“El episodio ocurrió el pasado lunes 29 de julio, cuando Valeria se presentó con sus tres hijos (19, 13 y 10 años) en el mostrador de la empresa LAN. El objetivo era abordar el vuelo LA 4113, desde Salta y con destino a Buenos Aires. Allí, personal de la empresa le pregunta a la madre qué enfermedad padece Luis, el mayor de sus hijos. Cuando ella refiere que es autista y sordomudo automáticamente le informan que había una nueva «disposición», que «por ley» una persona autista no puede viajar en avión. Ante el desconcierto y sinsentido del comentario pidió que le mostraran dicha disposición o ley de la que hablaban. Nadie sabía ni dónde consultarla ni quién había dado dicha orden.

La Supervisora de LAN, María de los Angeles D´Andrea, no solo confirmó que no podrían abordar el vuelo, sino que además solicitó el certificado de discapacidad de Luis, el cual se le presentó (aunque bajo ningún concepto es necesaria ni obligatoria su presentación). Luis, como toda la familia, pagó la tarifa completa sin ningún descuento, ni se pidió atención especial alguna ni ayuda para abordar. Como dato adicional, y ante la requisitoria de El Cisne, Valeria nos refirió que “de pequeño a Luisito tuvieron que extirparle ambos testículos, y debido a su falta de hormonas quedó flacucho y petisito”; así que a pesar de tener 19 años parece un nene de 12.

A continuación, siguieron apareciendo nuevos requerimientos para que Luisito pudiera viajar. La misma supervisora sostenía que era obligatorio presentar un certificado médico realizado en el día, donde el profesional debía indicar que la persona/paciente no era peligrosa y podía viajar. Obviamente, la madre volvió a preguntar de dónde sacaba eso, dónde estaba escrito, quién había dado dicha orden; y lógicamente, no obtuvo respuesta.

Mientras tanto, Carlos, el padre de los chicos, que no viajaba con ellos, dio la orden para que le devolvieran el equipaje y se llevó a Luisito al auto, ya que estaba nervioso y sollozando (sí, aunque muchos no lo sepan, hasta los autistas sordomudos perciben la tensión y sufren de las situaciones estresantes). Para completar la inentendible atención de LAN, le informaron a Carlos que si se retiraban sin embarcar perderían el valor de los pasajes. Observación totalmente innecesaria, por lo que Carlos sostuvo que les iniciaría una demanda judicial si su familia no embarcaba.

La madre se quedó junto a sus otros hijos y siguió discutiendo indignada (y con todo el derecho) mientras los chicos lloraban y la menor vomitaba de los nervios. Valeria empezó a los gritos explicándole a todos los pasajeros del vuelo de LAN y de Aerolíneas Argentinas, que también estaba por salir, que no dejaban abordar a su hijo porque era autista. Afortunadamente la mayoría de la gente no solo entendió el problema, sino que la apoyaron. Incluso a pesar de que por culpa del “salvaje de Luisito” el vuelo se demoraría aún más.

Finalmente, personal de LAN se dirigió al vehículo donde se encontraba Luisito y su padre, y les comunicaron que los dejarían embarcar a todos. No hubo ningún tipo de pedido de disculpas, ya que parecería ser que los dejaron embarcar como «una excepción». Ya arriba del avión, el piloto se acercó para informarles que no se preocuparan y que «entendían su postura», a lo que Valeria contestó que no era ninguna postura sino el derecho de su hijo. Resulta lamentable la actitud de la empresa, el personal demostró no solo ser ignorante (cosa que se puede perdonar ya que no es obligatorio estar informado de todas las enfermedades y discapacidades), sino también no estar capacitado para razonar, solicitar información a un superior o reconocer un error garrafal”.