La candidatura de Daniel Scioli en la provincia tuvo menos adhesiones que en las PASO. Javier David y Pablo Kosiner ingresaron al congreso nacional con un triunfo pálido. Resucitó un Olmedo que agonizaba y retornó un radical al congreso. (Daniel Avalos)

Hace apenas dos meses, Daniel Scioli había cosechado el 44% de los votos salteños. No era una cifra apreciable para una provincia cuyo gobernador venía de un triunfo rotundo en la gobernación de Salta, se convirtió en pieza clave del armado sciolista y aseguraba que el exmotonauta era el restaurador del sentido común y representaba el fin del kirchnerismo pendenciero. Ayer, la cosecha fue peor tras un mes en el que el mismo gobernador intensificó al extremo sus posturas. Con casi el 97% de las mesas escrutadas, los porcentajes de Scioli en Salta apenas superaron el 40%.

La cosecha de los diputados oficialistas encabezados por Javier David  fue aun peor. Ya en agosto los números habían sido parcos: los 258.376 votos que el frente oficial cosechó con sus dos listas representaron el 44,28%. Ayer ese porcentaje bajo tres puntos: 41,34% que supusieron sólo casi cuatro mil votos más: 262.765 sufragios. Para tener una idea de lo que esos números significan recurramos a la historia reciente: en 2011 la lista oficial de diputados nacionales integrada por Pablo Kosiner, Cristina Fiore, José Vilariño y Susana Canela cosecharon 328.111 votos que significaron un 60% del padrón.

La performance de la lista encabezada por Javier David no estuvo lejos de la peor elección que protagonizara el oficialismo en la última década: las legislativas nacionales de 2013, cuando en la misma categoría sumó a nivel provincial 228.627 votos. Aquella vez, sin embargo, había algunos atenuantes que hoy no: en 2013 el oficialismo se enfrentó a dos hombres y una fuerza política que entonces generaban expectativas como lo fueron Juan Carlos Romero, Guillermo Durand Cornejo y el propio Partido Obrero; sin olvidar además que el oficialismo se desgranó en cinco listas distintas en la categoría diputados nacionales: el justicialismo, el Partido de la Victoria, el PRS, Memoria y Movilización y Frente Plural.

Un escenario totalmente distinto al de estos comicios cuando en las PASO y las generales la lista oficial contó con todo el apoyo del aparato estatal que, además, debió enfrentarse a un Olmedo que tras el fracaso de mayo con Romero parecía condenado al ostracismo político y un Miguel Nanni que renunciando a la tarea de disciplinar a una UCR siempre dispuesta a desangrarse en luchas internas infinitas, se abrazó a la imagen de Macri y a los beneficios que supuso tener un Grand Bourg que nunca lo clasifico entre los indigeribles.

Explicar la debacle no es fácil aunque acá podamos aventurar alguna hipótesis: Javier David y Pablo Kosiner encarnaron a los no pendencieros natos y parecían convencidos de que el guerrear no era lo suyo. A eso hay que sumarle la falta de un liderazgo fuerte como lo fue Cristina Kirchner en 2011 cuando traccionó votos de propios y extraños; los recelos que provocó al interior de amplio oficialismo provincial la apuesta del Grand Bourg por un Javier David cabeza de lista que hasta diciembre del año pasado militaba en el romerismo, la ausencia de un puesto expectable del candidato del Partido de la Victoria que terminó desplazado en las PASO de agosto; y hasta los propios encontronazos que protagonizaron en el último mes el Grand Bourg y los intendentes provinciales. En casi todos los municipios los números fueron inferiores a los de agosto, mientras en la Capital, Cerrillos, Chicoana, La Caldera y Rosario de Lerma quedó por debajo de la lista de Sergio Massa.

Los resultados están a la vista: dos diputados nacionales cuando se acostumbraba tres, una elección en la capital provincial floja en donde los 88.038 votos oficialistas conseguidos en las PASO bajaron a 85.203; diez mil menos de los que el propio Javier David había conseguido en mayo cuando disputó la intendencia de capital. Esos votos capitalinos fueron inferiores a los de Alfredo Olmedo (90.741) y apenas superiores a los de Miguel Nanni que en el mismo distrito cosechó 82.889 sufragios.

El gran perdedor, sin embargo, parece ser el propio gobernador provincial que a meses de su triunfo contundente en la provincia, descubre que no hay liderazgos absolutos ni victorias completas. No garantizó que Scioli alcanzara porcentajes contundentes ni sus candidatos elegidos protagonizaron una performance aceptable.