Varios aseguran que Miguel Isa y Gustavo Sáenz acordaron una transición ordenada que incluya un gabinete que respondiendo al segundo no ataque al primero. El difícil equilibro de un Sáenz que debe contener a propios y extraños. (Gonzalo Teruel)

Matías Cánepa, Pablo Outes, Nicolás Demitrópulos, Francisco “Pancho” Cabrera y Darío Madile subieron al avión hace pocos meses para viajar a Buenos Aires. Iban acompañando al sorpresivo precandidato a vicepresidente de la Nación, Gustavo Sáenz, convocado por Sergio Massa para participar “con tu equipo” de las primeras reuniones organizativas de la campaña electoral que comenzaba.

Desde entonces ese “equipo” y esos hombres son los que más cerca están del intendente electo de Salta y aspiran a ocupar un cargo en el próximo gabinete municipal. Con pocos cambios a la vista en el gobierno provincial, el interrogante político es quienes serán los hombres y mujeres que acompañarán a Sáenz en la nada fácil tarea de suceder a Miguel Isa en el CCM.

Sus nombres permitirán dilucidar en que sectores se apoyará y sobre cuales intentará avanzar el nuevo jefe comunal. Ese armado político no es sencillo y esta semana quedó en evidencia que hay muchos dirigentes que no están dispuestos a entregar los espacios conquistados durante la gestión de Isa. El jefe de la Cooperadora Asistencial, por ejemplo, amenazó con no dejar asumir a Sáenz porque “no es fácil tocarle el orto a Eduardo Cattaneo” y bramó que “si me tengo que ir, seguramente alguien me va a acompañar porque uno siempre tiene algo guardado en el cajoncito”.

Esas declaraciones son la más brutal confirmación del poder de “las bandas” que habitan el Municipio y que están dispuestas a defender su territorio. Las tibias respuestas de Isa y Sáenz y del propio gobernador Juan Manuel Urtubey confirman la expectativa y tensión que se vive por estas horas en el CCM.

Fuentes consultadas por Cuarto Poder indicaron que en principio, los intendentes saliente y entrante (aliados políticos durante larguísimos años) acordaron una transición ordenada y un gabinete “que responda a Gustavo pero que no ataque a Miguel”. Y avisaron que Sáenz tendrá que conseguir un dificultoso equilibrio entre “sus dirigentes, los romeristas que lo apoyarán y buscarán cobijo en la ciudad, y los isistas que se quedarán”. Así las cosas, la lluvia de nombres es tormentosa.

Por estas horas Sáenz define el futuro de Cánepa que puede estar en la jefatura de Gabinete o en el Concejo Deliberante (tal vez como reemplazo de Ricardo Villada en la presidencia) y de Demitrópulos que podría llegar a la secretaría de Hacienda. En ambos casos, la definición está supeditada a negociaciones que aún están en marcha: con el sector que todavía responde a Juan Carlos Romero y tiene por principal dirigente a Villada y con la gente de Juan Manuel Urtubey que quiere continuar manejando desde el Grand Bourg las finanzas de la ciudad a través de un enviado de Carlos Parodi que bien podría ser el actual secretario Sebastián Gomeza o algún otro técnico de la Consultora Esparta.

Mientras eso se resuelve, la vieja guardia municipal quiere volver y negocia cargos: Gerardo “el Bafle” Montaldi, Joaquín Bridoux y Aroldo Tonini son mencionados con insistencia para ocupar el área de tránsito o, algo mucho menos probable, el de obras públicas. Otros como los acomodadizos Susana Pontussi y Carlos “Uluncha” Saravia también quieren un despacho y comenzaron a hacer sonar sus nombres con operaciones mediáticas más o menos torpes.

Muchos otros dirigentes como, por ejemplo, los funcionarios Madile y Normando Zuñiga y los concejales Gastón Galíndez y Romina Arroyo esperan que Isa y Sáenz decidan por ellos y les eviten la incómoda tarea de elegir entre uno y otro. Lo mismo sucede con los “extranjeros” Mauro Sabbadini y Eduardo Sylvester: aceptarán lo que les digan “de arriba” y eso incluye la participación de Urtubey en el armado.

Después de 12 años de fuerte liderazgo, la ciudad comenzó transitar el camino a un nuevo gobierno que aún no está definido y que tendrá que contener a propios y extraños para evitar que vuelvan aquellos viejos enfrentamientos que jaquearon a más de un intendente.