Desde los motivos reales de la renuncia, a quién sería el sucesor. La reacción de los otros jueces de la Corte. Las repercusiones públicas y las especulaciones políticas. Hubo de todo. (A. Bogado)

Una mezcla de vendaval con gas paralizante se vivió el lunes en la Ciudad Judicial después de que Abel Cornejo presentara su renuncia como juez de la Corte de Justicia. Los memoriosos no recordaban una sorpresa de esa magnitud y la comparaban a la renuncia de Rodolfo Urtubey a la presidencia de la Corte, cuando eligieron a Guillermo Posadas. Por un momento, en ese micromundo tan particular como lo es el de tribunales, todo pareció quedar detenido. Nadie se esperaba una noticia así, porque Cornejo había llamado a conferencia de prensa sin que nadie pensara que ese era el motivo. Las derivaciones múltiples que se generaron dispararon también en los mentideros un sinnúmero de especulaciones.

Desde los motivos reales de la renuncia, a quien sería su sucesor. La reacción de los otros jueces de la Corte. Las repercusiones públicas y las especulaciones políticas. Hubo de todo. Lo que sí es cierto, que si lo que buscaba era sorprender, Cornejo consiguió su cometido. Vale develar que en ese particular micromundo -tan diferente al mundo real- nada es lo que parece. Las caras amables en realidad son sonrisas de hienas, y las intrigas están al orden del día. El gobernador Juan Urtubey rápidamente apeló a un rumor que desde hace tiempo se había instalado y nominó para el reemplazo, al procurador López Viñals. Una marcada de cancha que hizo tirar para atrás, el respaldo de los mullidos sillones del salón de acuerdos.

La jugada apunta sin duda a equilibrar el poder interno y a compensarlo de aquella cruzada contra Juan Carlos Romero de la que se sintió herido, cuando los dos Juanes decidieron volver a la amistad política, algo que el legionario López nunca digirió. Además, los que conocen al actual Procurador, saben que rápidamente buscará quedarse con la presidencia y todo lo que le permita acumular poder, como el que actualmente ostenta. Una compensación bastante suculenta si se comparan resultados con la cantidad de recursos de toda especie que recibió en once años. Algunos desprevenidos se dieron cuenta tarde que López Viñals, también puede ser quien incline la balanza para un lado u otro, en la acción de inconstitucionalidad que tanta polvareda levantó y que hasta ahora el presidente de la Corte manejó a su antojo, armando y desarmando como rompecabezas al tribunal que debe decidir si los jueces se quedan para siempre, que parecería a estas alturas, haber sido el detonante de la renuncia de Cornejo.

La Corte para resolver esa acción, siguió un curso diferente al que siempre tuvo para sustituir a los jueces titulares cuando se excusaron. En vez de seleccionar a los de la Cámara Civil, luego a los de la Cámara Laboral y recién acudir a los penales, escogió directamente al Tribunal de Impugnación dominado por la influencia de Luciano Martini, hijo de la jueza Sandra Bonari, para que ordenara las filas y pusiera a todos los que obedientemente están dispuestos a fallar en contra de la Constitución. Tres de ellos jubilados. En un reportaje, el exfiscal ante la Corte, Alejandro Saravia, advirtió esta maniobra y le imputó a Catalano ser el timonel que los lleve a todos los interesados a quedarse hasta que se les rebaje la gana. La exsenadora Sonia Escudero apuntó en el mismo sentido y hasta habló de un enroque entre López Viñals y Cornejo. Mientras que otros tiraron nombres como el de Pamela Calletti, auspiciada por un medio que la idolatra, el del abogado personal del gobernador, Horacio Aguilar, el del secretario general Ramiro Simón Padrós, y hasta la dúctil senadora Cristina Fiore. Una especie de blindaje al futuro.

Con el correr de los días se irán despejando todos los interrogantes surgidos a partir de la renuncia de Abel Cornejo a la Corte, y sabremos si algo cambia, o sólo se trata del habitual gatopardismo salteño.