La juventud no está perdida. Quizá sea, incluso, nuestra salvación. De un grupo de jóvenes que ayuda en un comedor Virgen del Valle y que pelearon por los deportes en la Universidad Católica, ha surgido un candidato a concejal. (Rolando Motta)
Hay algo que los resultados de las próximas elecciones no cambiarán: la lucha que algunos jóvenes, como Luciano Acedo Salim, desarrollan por modificar la realidad. Como mucho, los votos determinarán lo siguiente: si Luciano (con sus amigos) sólo podrán seguir ayudando desde afuera de los ámbitos oficiales o si contarán con más herramientas, las herramientas más poderosas que da el estado para transformar la realidad.
Desde hace más de un año que Luciano Acedo Salim, junto a un grupo de jóvenes (grupo cuyo número varía, según los que se pueden prender por la convocatoria vía redes sociales) da una mano a los niños que asisten al comedor Virgen del Valle, del barrio Juan Manuel de Rosas. Allí este grupo lleva ayuda material -alimentos, juguetes- y sobre todo donan el tiempo y sus conocimientos: se reúnen los martes y jueves de 15:30 a 17 30 para dar clases de apoyo escolar a unos 20 chicos, de entre 5 y 20 años, que llevan sus tareas del colegio y los jóvenes les ayudamos a hacerla, despejan dudas, enseñan. “Nos da una gran satisfacción notar cómo los chicos progresan, cómo mejoran en sus forma de leer, cómo dejan de deletrear para leer de manera fluida, cómo consiguen aprender las tablas”, comenta Luciano.
Después de estudiar, los juegos: la posibilidad de reír, de entretenerse de manera sana, de compartir una experiencia en grupo. “La idea, que crean que sus sueños se van a cumplir (si es que los tienen todavía…) y ayudarlos a cumplirlos y ayudarlos a soñar de vuelta”, expresa.
Lo que vincula estos jóvenes es el Ateneo Popular Farat Siré Salim. El que da el nombre a este ateneo, Farat Sire Salim, fue un militante social de gran importancia en la provincia. Fue uno de los abogados que en los años “60 defendió a los detenidos y presos políticos, aún a costa de su propio cuero”. Durante la dictadura de la Revolución Argentina fue perseguido y encarcelado. En 1973, fue designado por el gobierno de Miguel Ragone Ministro de la Corte de Justicia. Tras ser nuevamente detenido en 1975, decidió exiliarse junto a su familia. Volvió al país en 1983, una vez restablecida la democracia y fue miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Salta.
Esta es la base ética bajo la cual militan estos jóvenes.
Deportes
La importancia que también le otorgan estos jóvenes a los deportes –además de la ayuda escolar que se brinda en el comedor- es coherente con la historia de algunos integrantes del Ateneo.
El nombre de Luciano se hizo conocido este año por la lucha contra las autoridades de la Universidad Católica, autoridades que este año dejaron sin el área de deportes competitivos a la casa de altos estudios, perjudicando así a muchos estudiantes. Luciano Acedo Salim fue uno de los voceros de la posición de los chicos que defendían los deportes, ya sea porque es parte fundamental de una formación integral o porque además contaban con becas deportivas, sin las cuales o podían seguir asistiendo a clases en un lugar tan oneroso. Las críticas al director de la Universidad Católica fueron duras (y precisas y justas) tuvieron sus consecuencias: persecución. Su padre fue echado a mediados de este año del gimnasio de la universidad, que se mantenía a todos los equipos que él había llevado. Lo echaron sin justificación, sin nota previa.
La simpatía por parte de Luciano hacia las políticas del gobierno nacional -tiene además una foto junto a la presidenta- puede haber exacerbado la bronca del rector ultraconservador hacia este joven.
Pero, pese a todo, Luciano no se amedrenta. Si ahora es candidato a Concejal es porque sabe que la única forma de cambiar la realidad es involucrándose y porque sólo a través del Estado se tienen herramientas más potentes para transformar lo que está mal.