La Ley de elecciones primarias que fija una base del 1,5% ha puesto en jaque a varios partidos pequeños, entre ellos, en Salta, al Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que busca en agosto un milagro para participar en Octubre. La docente Cecilia Gómez encabeza la lista de diputados nacionales. (DOM)

De no ser por los numerosos afiches que cubren las paredes, el local partidario del MST podría confundirse con un sitio donde un profesor particular enseña a más de una docena de jóvenes: está colmado de adolescentes. Adolescentes que militan. Adolescentes con muchas ganas de cambiar el mundo. Con esa mezcla de inocencia y pasión en los ojos.

El que les habla es Sergio Ballestero, quien lidera al MST en Salta. No es tan joven, pero ahí está toda esa pasión. Se le nota cuando habla. Cuando habla para esos chicos y cuando habla a Cuarto Poder y analiza la realidad política de Salta. Además de la pasión está la lucidez. Una combinación rara, pero que parece haberse hecho una realidad ante una situación extrema: la base del 1,5% que la ley electoral fija como mínimo en las internas abiertas para poder participar de las elecciones definitivas.

En las últimas primarias, en una alianza denominada Proyecto Sur, no llegaron al 0,60% que significaron 5.000 votos. Les harían falta unos 8 mil votos más, ahora, en un frente junto al Partido Social y los comuneros. 8 mil votos más. Son muchos, muchos votos para un partido que no tiene recursos económicos para hacer campaña, a diferencia de los grandes partidos que pegan afiches como si no costaran un peso. 8 mil votos: hace falta un milagro. Un milagro que no está en mano de ninguna divinidad, sino de los salteños (lo cual quizá complique aún más las cosas).

Con lucidez observa que en la Argentina hay una larga tradición de izquierda, pero por cada tres personas se arma un partido. Se pelean por cualquier cosa. Se la pasan criticando. Ese infantilismo, esa imposibilidad de aglutinarse, ha permitido que el kirchnerismo le robe, una vez más, el sujeto histórico: el pueblo. “El 2001 abría las oportunidades a todo lo que esperamos en la vida, peor algo hicimos mal. En el 2001 perdimos la mitad de nuestros seguidores. Vino Kirchner: algo mal hicimos. El 2001 nos pasó por encima”, dice.

La posibilidad de juntar fuerzas sería con la unión. Pero la izquierda no se junta en el país. Mucho menos en Salta, donde el Partido Obrero, para Ballestero, es el responsable: se conforma con meter uno o dos concejales y un diputado y luego oponerse a todo.

Ballestero dice que hay que superar esa izquierda criticona, esa izquierda víctima que no hace más que oponerse. Pero también critica y critica especialmente al P.O. “Nosotros tenemos la dirección más joven de los partidos de izquierdas en la argentina. No es que los viejos sean malos. El caso Altamira… si en un partido los dirigentes son los mismos, durante 30 o 40 años… es imposible que no surja alguien mejor o igual de capaz. Si eso pasa es porque los que están arriba no dejan surgir a nadie… Qué dice la gente del partido obrero: más allá de que sean honestos y demás: que son siempre las mismas figuritas. Entonces ahí hay un problema”, dice. Como al pasar, añade: “cuando dirigieron un centro de estudiantes aplicaron las mismas políticas que decían combatir”

Por otra parte, Ballestero quiere una izquierda que, además de unida, esté actualizada: “la humanidad evolucionó y vos tenés que evolucionar políticamente…. ¿Qué están esperando… que nieve? Esto no es Rusia. Esperan una revolución llena de banderas rojas y de haber una revolución van a haber una bocha de banderas: la de River, la de Central Norte”, dice.

Insiste en la falta de renovación de los dirigentes partidarios. Tanto del oficialismo como de la oposición. “Si vos hacés un viaje espacial y volvés dentro de 30 años, vas a encontrarte con los mismos candidatos. Los de ellos y los de la izquierda”, dice y añade que hay un repensar la izquierda en base a la necesidad de reagruparse y construir alternativas. No autorreferenciales. Y esto se hizo en otras partes, con dificultades, en otros países. Poblar la izquierda, reagruparla, nutrirla, con gente que tenga posiciones de izquierda aunque no sepan que son ideas de izquierda. Ideas ecologistas, por ejemplo. Resucitar el sistema de trenes, por ejemplo. Mejores trabajos, por ejemplo.

Tienen ideas y propuestas: mejoras en los derechos sociales, El 82% para los jubilados y la creación de mejores puestos de trabajo. “Tenemos un millón de jóvenes sin trabajo. Necesitamos trabajos genuinos. No una presidenta que diga que aumentamos la asignación universal”. Dice, asimismo, que hay que salir del modelo agroexportador. “Vos lo ves cuando vas al Parque Industrial de Salta: es un chiste. No hay trabajo. Acá los colectivos a las 6 de la mañana están vacíos. Se llenan con los chicos que van al colegio. Y no es porque la gente sea vaga. La gente necesita trabajar, necesita trabajos genuinos”, enfatiza y añade que “hay que terminar con el versito del turismo” porque con esa política Salta creció pero no se desarrolló.

Dice que los mandatos deberían ser revocables, que los legisladores deberían ganar lo mismo que un maestro, que debería ser obligatorio que los funcionarios públicos envíen a sus hijos a las escuelas públicas y que se hagan atender en los hospitales públicos. “Así Urtubey no diría la pelotudez que dijo el otro día: que los aviones sanitarios no salvan vidas”, dice.

Saben cuál es el problema. Tienen ideas para resolverlos. Para eso, el 11 de agosto necesitan 13 mil votos.