El presidente del CONICET, Roberto Salvarezza, dejará su cargo el 9 de diciembre. Aseguró que «no están garantizadas las políticas científicas». Había asumido en 2012.
«No creemos que sea posible llevar políticas de Estado desde una esfera de un Ministerio solamente”, señaló el presidente del CONICET, Roberto Salvarezza. Por eso, a pesar de que Lino Barañao seguirá al frente del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (MinCyT), ayer presentó, con fecha 9 de diciembre, su renuncia indeclinable al cargo que ejerció por decisión del Poder Ejecutivo desde abril de 2012.
“Desde 2003 tenemos un Estado que apostó a la soberanía tecnológica y, en palabras de la presidenta, a la autonomía científica. Esto se vio reflejado, por ejemplo, en el crecimiento del CONICET adonde en doce años pasamos: de 3000 a 10 mil investigadores; de 1800 a 10 mil becas; de 100 a 250 institutos; de un presupuesto de 260 millones, a una ejecución este año de más de 6000 millones”, añade el doctor en Bioquímica por la UBA que acumula cuarenta años como investigador. Para él, por más que el responsable del MinCyT logre sostener el presupuesto, eso no garantiza que se mantengan o profundicen las políticas en ese rubro.
-¿Por qué piensa que Cambiemos no sostendrá las políticas científicas?
-Cuando uno habla de una política científica está hablando de una política que involucra a varias esferas del Estado. Entonces, si uno mira los logros tecnológicos de los últimos tiempos verá que se involucró a múltiples ministerios. Cuando uno piensa en la tecnología aeroespacial, piensa en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE); cuando uno piensa en los avances en materia nuclear, piensa en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA); o en ambos casos en el INVAP asociado a ellas. Si nos quedamos CONICET y vemos la tecnología vegetal, estamos hablando de los desarrollos de Raquel Chan (como la soja tolerante a la sequía), y ella trabajó con la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) y la Universidad Nacional del Litoral. Entonces todos los desarrollos que tienen que ver con la soberanía tecnológica no pasan por un solo ministerio, sino por políticas transversales.
-¿Cómo evalúa en ese marco la continuidad de Barañao al frente del MinCyT?
-Creo que es un gesto de generosidad de parte de la presidenta prestarle a Cambiemos un jugador que ese espacio no tiene. Porque la debilidad que tiene el nuevo gobierno en eso sorprende. Pero el Ministerio solo protege un aspecto de la ciencia: las actividades que desarrolla, el presupuesto y las becas del CONICET y los cargos de investigador. Pero para definir políticas científicas se requiere de un Estado decidido a llevar adelante una política de soberanía tecnológica. Y en este marco nosotros no vemos que el MinCyT esté rodeado de jugadores que apunten a las mismas fichas. Ahí nos parece que es débil el argumento de que con esto preservamos las políticas de Estado. Y también estamos en desacuerdo con ese concepto que se manejó mucho en estos días de que la ciencia es aséptica. Porque el conocimiento es aséptico, de eso no hay ninguna duda, pero las políticas científicas no. Porque la historia argentina puede dar cuenta de ello. Veamos lo que pasó en la dictadura o, ya en democracia, con el radicalismo o el neoliberalismo. Cada política científica tuvo una consecuencia diferente para nuestra ciencia y tecnología.
-¿Le manifestó al ministro su voluntad de renunciar?
-Ya lo sabía. Yo había manifestado varias veces que acepté el cargo por dos cuestiones: un aspecto técnico y mi apoyo a un proyecto político. Es más, con Barañao hace unos días hemos ido juntos a lavar los platos en Exactas. Porque la comunidad científica no solo se movilizó pensando su propia conveniencia como corporación con becas y sueldos, sino que también lo hizo en estas semanas porque, como dijo la presidenta, no podemos ceder la soberanía. Hoy él es ministro del otro espacio a pesar de que por esa acción fuimos criticados por algunos integrantes de Cambiemos, como Carlos Abeledo (ex presidente del CONICET durante el gobierno de Raúl Alfonsín). Así que creo que Lino la tenía muy clara. Yo respeto y valoro su posición. No quiero confrontar con él, pero nosotros tenemos una percepción diferente. Percibimos que necesitamos un Estado que traccione a la ciencia y la tecnología y creemos que Cambiemos va a gestionar el Estado con empresarios de compañías trasnacionales que no nos van a garantizar las continuidad de políticas de Estado que hubo en estos años.
-¿Cómo se imagina el futuro de la ciencia argentina?
-Creo que vamos a pasar por una época compleja debido a que a diferencia de los modelos de los de los países centrales que gestionan ciencia y técnica con un aporte importante de las empresas; en el caso de países como Argentina, que están construyendo sus espacios tecnológicos, es el Estado el que construye. Y uno entiende que en un diseño de Estado manejado con un concepto privado o empresarial, la inversión en Ciencia y Técnica es un costo que da fruto a largo plazo. Yo diría que vamos a tener algunas discontinuidades importantes en desarrollos estratégicos. Y no hablo sólo de CONICET sino de lo que hace que el país sea líder con un puñado de naciones, muy poquitas, que dominamos la tecnología espacial, nuclear y la biotecnología vegetal. Hay menos de diez países del mundo que dominan esas tres tecnologías y Argentina lo logró impulsado por el Estado. Lo mismo que la soberanía energética. Eso es lo que uno ve hoy y por eso uno vislumbra nubarrones en el futuro.
Fuente: Tiempo Argentino