El relato de una salteña, sobreviviente de Violencia de Género perpetrada por un becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), profesor de la UNSa y del IES Abuelas de Plaza de Mayo.
El machismo académico existe y la red de encubrimiento institucional, también. Lo pueden contar las denunciantes que no fueron escuchadas, asistidas ni asesoradas por éstas instituciones y que lejos de resolver y acompañar, protegen, encubren y avalan a los agresores. Los mismos que siguen gozando de impunidad y reconocimiento.

Compartimos el relato de una salteña que refleja cómo las instituciones de «prestigio académico», carecen de protocolos y acciones para abordar las denuncias por violencia de género y cómo los violentos son sostenidos y abrazados por una cultura que perpetúa el pacto patriarcal.

» Entendiendo que la violencia de género es toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación de poder, afecta la vida de la mujer, su libertad, dignidad e integridad. Creí pertinente dar aviso y alarma a estas instituciones de los actos de Violencia física, psicológica y Sexual que recibí de manera sistemática por el profesor y becario de Conicet Nicolás Hernández Aparicio.

Pedí que pusieran en marcha el protocolo para la atención de casos de violencia de género y den debida diligencia a mi denuncia para prevenir posibles y/o futuros actos de Violencia hacia otras mujeres, estudiantes y colegas. Cosa que no hicieron y que a posterior volvió a suceder con la siguiente pareja de esta persona, la cuál también lo denunció por violencia de género.

Adjunte a estas notas, las denuncias realizadas en el Polo Integral de la Mujer y en Ovif, en ésta última la abogada y la trabajadora social me asesoraron y contuvieron de la mejor manera, pidieron restricción de acercamiento para resguardarme y me brindaron toda la información que necesitaba. Por el contrario en la misma institución, la psicóloga al hacerme una entrevistas me culpabilizó y responsabilizó por la violencia recibida. Esto muestra el profundo trabajo y capacitación que aún necesitan realizar estas instituciones.

En la UNSa tuve que escracharlo y presentar orden de restricción para que se retirará del posgrado al que habia asistido. Presente nota en el rectorado y lo único que pudieron responderme, lejos de resguardarme de este tipo, fue que cualquier cosa llamara al 911!! Él intento iniciarle sumario a la docente a cargo del curso porque ‘la que debía irse era yo’.

Cómo dijo una compañera, no son Monstruos, son personas comunes y corrientes, ‘profesores ejemplares’, ‘padres ejemplares’, son simpáticos, amables, encantadores.
La gente que los conoce generalmente piensa que ‘no puede ser, si es re bueno’.
– La violencia de género hace daño, desvaloriza a la persona violentada, salir del círculo vicioso es difícil, no juzguen a quién lo padece.

– Hay muchos indicios para reconocer a una persona violenta.
– No todas las sobrevivientes denuncian , eso no significa que no lo hayan padecido.
– Estar acompañada es muy importante para salir de esas relaciones.
Agradezco a todas las personas (amigas en su mayoría) que me brindaron apoyo, cariño, paciencia y sobre todo que no me juzgaron.
Y las que siguen bancando a estos tipos, decirles que espero que se alejen pronto de ellos por su propia seguridad.»