Los historiadores mundiales dirían “allá lejos y hace tiempo…” pero acá, en Salta, decimos “el otro día, ahicíto nomas…” y es lo mismo.
Karla Lobos
“El otro día”, es una unidad de tiempo que va desde “ayer” a “un lunes de enero de 1810”. Y “ahicíto nomas” es una terminología geográfica que abarca todo el territorio provincial.
Habiendo hecho las aclaraciones necesarias, podemos seguir con la presentación de esta nueva columna que pretende mostrar historias de algunos personajes salteños o no, pero que desarrollaron gran parte de su vida en estas tierras y se destacaron por algo, bueno o malo, dependerá del ojo con que se los mire.
Analizando la Salta de ayer, podremos entender un poco más la Salta de hoy, política y socialmente. Quedará al descubierto que la historia se repite y que algunas costumbres, acá, a pesar de haber pasado dos siglos, no cambian.
Hoy, en febrero de 2023, si algo distingue a Salta de las provincias grandes (no sólo de tamaño) y le deja puesta la etiqueta de «mente pueblerina» es su marcado conservadurismo impuesto por la nunca bien ponderada Oligarquía.
Ahí quería llegar…
Etimológicamente, Oligarquía proviene del griego ὀλιγαρχία (oligarchía); derivado de ὀλίγος (olígos), que significa «poco, escaso, reducido», y ἄρχω (archo), que significa «mandar, ser el primero», traducido al criollo «unos pocos son los que mandan».
De acuerdo a la Real Academia Española se trata del «Sistema de gobierno en el que el poder está en manos de unas pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada».
Así, podemos empezar a decir que entre 1880 y 1916 tomó forma la Argentina moderna. Esta modernidad se expresaba en un extraordinario crecimiento económico con notables disparidades regionales y la instauración de un régimen conservador, marcado por un aluvión inmigratorio, la división internacional del trabajo, los capitales foráneos, la expansión de las líneas de frontera a través de la conquista de tierras indias y el incremento de los volúmenes comercializables a nivel mundial, factores que contribuyeron a configurar la Argentina agroexportadora.
En esos 36 años de hegemonía conservadora, Salta participó en forma sorprendente en la conformación de un grupo dirigente de amplitud nacional a través de dos presidentes y once ministros.
Fue la única provincia sin intervención federal durante este período, caracterizado por la consolidación de los atributos de la estatalidad y la formación de un mercado nacional. Tal representación política fue superada únicamente por Buenos Aires, aunque las asimetrías económicas y demográficas entre una y otra, no hacen más que realzar la importancia del papel que tuvo la elite local en los máximos niveles de decisión nacional.
En esos años, el Estado salteño fue coptado por un grupo reducido de familias, que reconocía sus raíces en el más rancio pasado colonial durante la dominación española y contaba con la suma del poder político, ideológico y económico.
Esta pequeña elite, poco disfrutó del auge agroexportador de la pampa cerealera. A pesar de ello, su ansiedad por participar de los beneficios del «progreso» positivista y de las alianzas que le dieron sustento social y político, apeló a tantas estrategias como pudo para mejorar su posición, crecer económicamente y concentrar poder, sobre todo.
¿A qué se debió que esas familias controlaron el gobierno? ¿Por qué lo hicieron? ¿Tradición, dominio de la propiedad, especialización de la actividad política?
En la mayoría de los casos, los estudios sobre el Noroeste y específicamente sobre Salta centraron el análisis en los apellidos de los individuos de estas familias y las relaciones de parentesco básicas.
El listado de los apellidos de los gobernadores, ministros, senadores y diputados nacionales salteños es directamente proporcional con la nómina de los 25 principales propietarios de inmuebles urbanos de la provincia de ese momento, que en algunos casos siguen hsta hoy.
La comparación entre las trayectorias de estas familias, categorizadas como exitosas, con otras que no alcanzaron sus logros políticos y económicos, permite analizar las condiciones y estrategias que posibilitaron su incorporación en la nueva elite dirigente nacional.
Los estudios del sociólogo francés Pierre Bourdieu redefinen la problemática de la familia de elite. El concepto tradicional de familia como un conjunto de individuos vinculados entre sí -sea por alianza, matrimonio o filiación, o más excepcionalmente por adopción- y que viven bajo el mismo techo, no sería lo que define a estas familias, las representaciones que tienen los actores de lo que designan por familia, sí. Debe dejarse de entender a la familia como un dato inmediato de la realidad social para considerarla un instrumento de la construcción de esa realidad.
Existen tres grandes tradiciones teóricas que abordan el estudio de la familia y que tienen influencia hasta hoy. La primera originada a partir de los estudios etnológicos europeos del siglo XIX de Frédéric Le Play y Wilhelm Reihl. Que observa a las estructuras familiares como una cabeza sobre la que giran los demás miembros dependientes. La lógica de funcionamiento de esta teoría está dada por la necesidad de mantener la integridad del patrimonio, y sobre ella se ordena todo el sistema de relaciones y de poder en la familia.
En la segunda línea Otto Brunner sostiene que todas la relaciones de dependencia de la casa familiar están basadas en el señor de la casa, quien es la cabeza directora, dueño de todas las virtudes, padre y director espiritual.
En la tercera línea, Bourdieu al igual que Le Play, encuentra que el mantenimiento de la integridad patrimonial es la lógica que ordena las prácticas familiares.
Esto en cuanto al término «familia», tan simple para la gente como uno y tan complejo para estas personas que forman parte de la elite salteña.
Un punto a tener en cuenta dentro de esta columna es el análisis de la correspondencia privada y su cotejo con las fuentes de época, que revela la permanencia de estas redes, cuyos rasgos identificadores y diferenciadores se potenciaron en medio de encendidos enfrentamientos políticos.
La complejidad de los vínculos, la permanencia de algunos y la volatilidad de otros, obliga a distinguir el concepto de entramado de poder, que cobija múltiples redes de distinto contenido relacional, pero también a grupos de duración más efímera que limitan su constitución y sus objetivos políticos a nivel provincial o nacional fueron parte importante de su vida diaria.
Cualquier similitud con la realidad actual es mera coincidencia…