El periodista Esteban Schmidt se refirió con ese término a la designación de Vizzotti como nueva ministra de Salud de la Nación.

El texto fue publicado en el portal DiarioAr, y causó tal rechazo en las redes sociales que a las pocas horas tuvo que ser dado de baja. Las repercusiones no tardaron en llegar y, minutos después de ser publicada, la nota recibió una catarata de críticas y el repudio no solo de los lectores, sino también de otros colegas que salieron al cruce por el mensaje sexista del periodista, ex columnista en la revista Rolling Stone y con pasado como cronista de política en Página/12.

Luego de todo el repudio, el diario en cuestión dio una explicación “Ni las opiniones de los columnistas ni las formas de expresarlas corresponden a la línea editorial de elDiarioAR. En una primera edición, la columna de Esteban Schmidt tenía una expresión que violentaba a las mujeres”.

“Lamentamos no haberla advertido en el proceso de edición y antes de publicarla. Pedimos disculpas por el error. Ante la gravedad, hemos decidido levantar la columna”, agregaron.

La nota sin embargo puede leerse aquí: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:RLc3Z4Fv-_gJ:https://www.eldiarioar.com/opinion/error-equivocado-gines-doble-falta-horacio_129_7238073.html

La “virginidad”

La virginidad femenina es un mandato cultural machista aún vigente en muchos lugares del mundo que se utiliza para someter a las mujeres, tiene consecuencias nocivas para su salud física y psíquica y en su nombre se cometen atrocidades.
Todavía para muchos, la pureza, el honor, la honra e incluso el valor de las mujeres viene determinado por que esté intacto su himen, una pequeña membrana de colágeno de unos pocos milímetros.
“Esa pequeña membrana, que para muchos es una telilla sin importancia, para una mitad del mundo es algo que produce gran sufrimiento e incluso la muerte. (…) La virginidad muchas veces se escribe con sangre, simbólica pero también palpable”, explica la ginecóloga experta en derechos sexuales Isabel Serrano, integrante de la Federación de Planificación Familiar.

Históricamente, el mandato de la virginidad ha sido un mecanismo de control androcéntrico del cuerpo de la mujer, pero aún hoy se utiliza para discriminarlas, someterlas y hacerlas sufrir, incluso en Occidente.

La doctora en Filosofía y experta en Estudios de las Mujeres de la Universidad de Burgos María Isabel Menéndez denuncia que la honra femenina sigue ligada a la sexualidad y que incluso el lenguaje lo evidencia.

Por ejemplo, la expresión “perder la virginidad” o desvirgada para describir la primera relación sexual incide en un rol pasivo de las mujeres en el sexo y la reconstrucción del himen se defiende como “la recuperación de la dignidad perdida”.

Con mayor o menor intensidad, es un mandato general masculino que se aplica en todo el mundo y socava los derechos sexuales y reproductivos y la integridad de las mujeres, que son las únicas cuestionadas por su actividad sexual o ausencia de ella.