Cora Paulizzi, investigadora de la UNSa, becaria de Conicet próxima a obtener su doctorado en Antropología por la UBA, analiza qué tipo de gobierno es el PRO y qué los singulariza en relación a otros regímenes con igual matriz política. (Franco Hessling)

Tras doce años de un tipo de gobierno y ante una serie de cambios geopolíticos de relevancia, como el crecimiento de partidos de extrema derecha en Europa y el incremento de la tolerancia a los improperios del ultraconservador Donald Trump, el PRO conquistó el poder en Argentina. Fue la punta de lanza de un giro regional que siguió con la suspensión de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, inclinó las elecciones en Perú hacia el costado ideológico de la derecha y mantiene en jaque la gobernabilidad de Nicolás Maduro en Venezuela.

La profesora y licenciada en Filosofía de la UNSa, Cora Paulizzi, especialista en Políticas Sociales y doctoranda en Antropología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en diálogo con Cuarto Poder analizó las características del Gobierno del PRO, tanto como un tipo de gobierno contemplado por categorías teóricas -neoliberalismo- como así también como régimen particular.

C.P. Mauricio Macri anunció que quería ser presidente por primera vez en 2003, pero se candidateó recién en 2015, ¿qué tipo de escenario estaba esperando?

Hay que tener en cuenta las condiciones de realidad del continente latinoamericano y el ascenso que el neoliberalismo, en cuanto práctica de gobierno (ni teoría, ni ideología), ha tenido en los últimos años. Esto tiene diversas aristas y efectos, entre ellos el dominio de los Estados Unidos y sus lógicas de gobierno dirigidas a gobernar “para” el mercado, los tratados de libre comercios, la militarización de espacios y territorios ricos como los nuestros, entre otras cuestiones.

Por otro lado, en nuestro país también existieron condiciones de realidad y posibilidad para que el PRO logré instalarse en la presidencia, ante todo las vinculadas con ciertos sectores de la población que estaban muy en discordancia con las medidas/prácticas del programa de gobierno anterior, como ser el cepo cambiario, los límites a la importación, las retenciones al agro y el aumento del gasto social. Algunos sectores de perfil autonomista y de izquierda planteaban discordancias varias, entre ellas, los modos en los cuales “lo nacional y popular” era puesto en juego; además, diversos sectores populares de resistencia, muchos de ellos “sujetos de intervención de políticas sociales” (destinatarios de esas políticas), resistían a ser gobernados de ciertos modos. Por último, varios simpatizantes del llamado “kirchnerismo” no estuvieron de acuerdo con la candidatura de Daniel Scioli.

C.P. De más está decir que ninguno de estos factores determina de suyo y por sí solo el escenario en el que el PRO llegó a la presidencia.

El PRO consiguió tener gobernabilidad y estabilizarse en los primeros meses tras un brusco recambio en la conducción de los rumbos del país. ¿En qué sustenta esa gobernabilidad relativamente estable? Estoy pensando en contradicciones como defender el republicanismo pero lanzar varios Decretos de Necesidad de Urgencia, vetar leyes y anular otras que ya habían sido aprobadas.

Es que más que estabilizarse, considero que el PRO logra “imponerse” y lo que sustenta a este programa de gobierno es un conjunto de objetivos, metas y mecanismos muy claros que han puesto en juego desde el primer día que asumieron; es decir, el programa de gobierno de Cambiemos no es improvisado, no es contingente, se configura en torno de objetivos, reglas, mecanismos y prácticas discursivas y no discursivas muy claras, que se expresan en prácticas concretas de gobierno cuyos efectos, en algunos casos, parecen inusitados.

De más está decir que el programa de gobierno del PRO se logra en un marco de poder más amplio; de hecho, es efecto de vínculos diversos con las realidades de una América Latina desdibujada de ciertas luchas, alianzas e integraciones que nos habían reconfigurado como continente a principios del 2000. Asimismo, el PRO cuenta con el apoyo explícito e incondicional de las grandes corporaciones mediáticas y teje diversas alianzas con los sectores empresariales y del agro, etc.

C.P. ¿Qué tipo de gobierno es el de la gestión de Mauricio Macri?

En mi tesis doctoral trabajo el modo en que se entrecruzan diferentes lógicas políticas y de gobierno en el programa nacional y popular del Frente para la Victoria (FpV), ante todo en las dirigidas a las poblaciones pobres y desocupadas. De la misma forma que el FpV, el PRO no se construye a partir de un único modo de configurar las prácticas de gobierno, sino en torno de un múltiple abanico de lógicas y racionalidades políticas.

Ante todo, predomina la lógica neoliberal dirigida a la configuración del Estado “para” el mercado, es decir no cabe pensar que el “poder económico o el mercado nos gobiernan”, sino que el Estado, en tanto espacio de codificación de prácticas de gobierno, se configura para que el mercado sea posible. Y, ¿cuáles son los principios que ordenan este gobierno y mercado? Son la competencia y la desigualdad, promoviendo sociedades-empresas e individuos empresarios que, gobernándose a sí mismos, necesiten cada vez menos del Estado.

A su vez, este programa se construye de lógicas neoconservadoras, en tanto gobierna para sostener ciertos órdenes y principios vinculados con status y privilegios, sobre todo los de aquellos sectores poblacionales más enriquecidos. Y lo que creo más preocupante en torno del programa de gobierno actual es un explícito ejercicio de “Racismo de Estado”. Según (Michel) Foucault, éste remite a hacer/dejar morir a todas las poblaciones no deseadas en el juego de la reconfiguración de poder soberano y la biopolítica (dirigida a hacer vivir y dejar morir). El Racismo de Estado responde a que en el liberalismo y el neoliberalismo “siempre hay una porción de la poblaciones, necesariamente, sacrificables”. A esto lo observamos por ejemplo en la enorme masa de despidos, el cierre de cientos de planes y programas sociales, la quita de subsidios, las prácticas de represión directa, entre otras acciones. No solo el sector medio de la población es no deseado, ante todo el sector más empobrecido es dejado y dado a la muerte de un modo explícito.

C.P. Éste no es el primer antecedente en el país de un gobierno de corte neoliberal, ¿qué lo singulariza en relación a otras experiencias neoliberales?

Ante todo algo que singulariza al programa de gobierno actual es un ejercicio de políticas de shock, en un también singular modo de ejercer el racismo de Estado. El perfil marcadamente neoliberal de los 90 fue progresivo en su desarrollo, por ejemplo en las acciones dirigidas a las poblaciones pobres generó mecanismos que promovieron enormes prácticas de intervención por parte de organismos internacionales de crédito, poniendo en marcha medidas paliativas “a las fallas del mercado”; dichas prácticas, lejos de combatir la pobreza se dirigían a gestionarla y a evitar el riesgo, ante todo. En cambio, el programa actual de gobierno es más transparente e impactante en sus objetivos de configuración del “Estado para el mercado” a favor de ciertos sectores, lo cual es posible si se mantienen las desigualdades necesarias y las competencias activas.

C.P En el departamento San Martín se creó hace menos de un mes la Comisión de Trabajadores Petrolores Autoconvocados, que nuclea a 300 obreros suspendidos por la paralización de obras en 2016, ¿es un síntoma directo de este modelo de gobierno? ¿Tiene alguna similitud con la experiencia de la UTD?

En palabras de Foucalt: “…adonde hay poder hay resistencia”. Entonces, los gobernados siempre pueden decir que no, transformar y resistir a ser gobernados de ciertos modos, como resulta en este caso y como resultó con la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) a mediados de los 90. Sin embargo, creo que la UTD es única, pues emerge en condiciones de realidad y posibilidad que no son las actuales (vinculadas con la privatización de YPF). Sí considero que resulta un antecedente valioso y vivo para cualquier organización en pie de lucha, que pueda emerger en estos tiempos.

C.P. ¿La emergencia de nuevos excluidos hace proclive un escenario de estallido social? Tal como ocurrió justamente en los años 90…

No sólo la emergencia de nuevos excluidos, también la no conformidad de muchos seguidores de Cambiemos y de sectores medios que no pueden afrontar las subas de luz y gas. El estallido social no solo es efecto del neoliberalismo, también para que un sector, un pueblo, una sociedad estallen y emerjan en lucha, tiene que darse un entrecruzamiento de lógicas y prácticas de gobierno y resistencia que hagan posible dicho estallido. Por ejemplo, cuando la UTD se visibiliza, en 1996, traía consigo sobre todo en las historias de vida de sus diversos integrantes, largas y profundas prácticas de resistencia desde que eran ypefianos, hasta cuando dejaron de serlo previo a unirse en la UTD como trabajadores desocupados y piqueteros. Otro ejemplo, que nos antecede y nutre como sociedad capaz de levantarse y resistir es el estallido del 2001. Pensar la posibilidad de un estallido es pensar el ejercicio de la inservidumbre voluntaria, la indocibilidad reflexiva, la des-sujeción decolonial y la sublevación desobediente.