La prensa nacional destaca que en Salta los productores dejan de sembrar porque el agro ha dejado de ser rentable. Según dicen, el año pasado cada productor perdió entre u$s140 y u$s200 por cada hectárea de maíz sembrada, u$s120 por cada una de porotos y unos u$s70 por cada una de soja.

“Para no trabajar a pérdida, estiman que en 2016 sembrarán apenas la mitad de los 1,2 millones de hectáreas de la región”, destaca una nota de Clarin que resalta que en el sur de Salta, el panorama inquieta a los ruralistas de Metán y Rosario de la Frontera que hace 14 días se turnan para cortar la ruta nacional 9 que une la provincia con Tucumán. Los preparativos para la próxima siembra ya deberían haber empezado, pero pocos trabajan: el pesimismo sobre el futuro hace que pocos prevean iniciar las tareas. «Los políticos nos aplican las mismas reglas que a la pampa húmeda, pero somos una economía regional, aquí nos revientan. Habiendo cosechado bien, nos estamos fundiendo», relató al diario Clarín José Natalio Iglesias, uno de los productores que participan del piquete.

La mayoría de los 300 productores que se turnan para cortar la ruta no se preocupan tanto por la cosecha del año que viene, sino más bien por cómo harán para pagar los 3.000 millones de pesos de deuda que se calcula quedaron de la campaña anterior. La cadena de pagos ya está rota: sus cheques sin fondos ya no son aceptados. Estimaciones del sector indican que entre el 50% y el 60% de la agricultura de la región es realizada en campos arrendados. Esos ruralistas son los más afectados por la falta de rentabilidad del sector: la mayoría de los contratos cayeron y ya nadie realiza nuevas operaciones. Según los manifestantes, ni siquiera la rentabilidad de quienes son dueños de sus terrenos alcanzan a pagar las cuentas.

«Si bien el precio internacional de la soja no es malo con respecto al promedio histórico, el cultivo ya ha dejado de ser rentable». La frase pertenece a Ezequiel Vedoya, titular de Prograno, una asociación civil que nuclea a productores agropecuarios de Salta y Jujuy. El retroceso del «yuyito» está registrado en números. El año pasado los productores salteños llegaron a sembrar 650.000 hectáreas. La superficie se redujo a 480 mil en la campaña actual. Los especialistas creen que el año que viene continuará la tendencia de reemplazarla por otros cultivos no convencionales, como el poroto, la chía y el sésamo.

La crisis se explica por diferentes motivos. La saturación del mercado convive con la inflación, la presión impositiva y los riesgos climáticos. Además las empresas arrastran deudas y refinanciaciones desde la sequía de 2013. Ante ese panorama los productores no pueden cubrir ni siquiera los costos de producción y retraen sus planes de inversión. «El productor salteño hace un par de años que no reinvierte en nada y toda la cadena relacionada al sector se está viendo afectada, y a futuro, en las próximas semanas, ante la falta de un horizonte claro, la cosa se va a poner peor porque la cadena de pagos está cortada y eso es lo que más nos preocupa. Hoy por hoy es imposible mantener las fuentes de trabajo», aseguró Vedoya este fin de semana en una entrevista con el diario Clarín.