La educación religiosa en Salta sigue ocupando un lugar en la prensa nacional tras la tercera audiencia ante la Corte Suprema. “Ayer los sectores conservadores pidieron un Estado aliado de la laicidad positiva”, remarcaron algunos medios nacionales.
Así lo remarcó el diario Página 12 que informó que en la audiencia de ayer los defensores de ese tipo de educación apelaron a un término clave: “laicidad positiva”, una noción que busca sustentar la “colaboración” entre el Estado y “el fenómeno religioso”. La idea resultó recurrente en varias de las exposiciones favorables a la actual ley de educación salteña.
Hace poco, el papa Francisco hizo uso del concepto de “laicidad positiva”, dijo casi sobre el final de la audiencia el ex secretario de Culto de la Nación del gobierno de Fernando de la Rua, Norberto Padilla. Fue él quien, durante su turno, colaboró en la construcción colectiva que él y otros oradores hicieron de ese término durante la jornada de ayer. Se trata de una cuestión “no hostil ni conflictiva, sino amable, que asegura el funcionamiento de las instituciones tanto políticas como religiosas”. “La laicidad del Estado, a diferencia del laicismo, da lugar a lo religioso en la sociedad, evitando la tensión de relegarla de la escena pública”, completó, antes de señalar que la religión permite “la unidad de la familia”, mientras que de otro modo “nos perdemos en la coyuntura conflictiva”. En Argentina, advirtió, “no hay una religión oficial del Estado, el Estado aprecia y valora el hecho religioso dentro de la autonomía y la colaboración, en diálogo y convivencia religiosa”.
El pastor Renato Fermín García, del Consejo Provincial de Pastores salteño, detalló que su entidad representa a “cerca de 20 denominaciones cristianas evangélicas y más de 200 pastores de la provincia, somos el 10 por ciento de la población”. Su Consejo procuró, contó García, que el Estado salteño incluyera sus contenidos en las currículas de las escuelas, “pero hasta la fecha no hemos tenido respuesta formal del ministerio de Educación” provincial, aun cuando tienen la convicción de que “esas prácticas pueden y deben cambiar” para que la educaicón religiosa en las escuelas públicas salteñas no sea solamente católica. García hizo una exposición detallada de casos recientes en los que las clases fueron suspendidas para que docentes y alumnos asistieran a acontecimientos religiosos o misas celebrados en la provincia, lamentó la exclusión de sus iglesias, pero insistió en reivindicar la educación religiosa en escuelas públicas. “Estamos a favor de que la educación religiosa continúe en nuestra provincia”, dijo, aunque poco antes había advertido: “creemos firmemente que el adoctrinamiento y las prácticas rituales son para los templos de cada credo y que deben realizarse en el seno de cada familia”.
“Para satisfacer los derechos de pocos, se priva a la mayoría”, lamentó a su turno la monja Mandali, que ensayó distintas defensas para una misma idea: cómo “armonizar” los pedidos de quienes quieren y quienes no quieren educación religiosa en escuelas públicas pero “no hacer que los derechos de algunos aniquilen los derechos de los demás”.