El poder es una tentación muy grande y lamentablemente, es muy difícil que aquel que goza de autoridad, no exceda sus prerrogativas utilizando sus influencias para el propio beneficio.

                                                                                                     Por Lola Mento

Este sería el caso del ministro de gobierno Marcelo López Arias que no tuvo mejor ocurrencia que hacer que le adoquinen la calle en donde se encuentra su residencia privada. 

Los vecinos de San Lorenzo que circulaban por el lugar en el que los obreros trabajaban afanosamente al compás del sonido de las grandes máquinas y camiones desplegados, observaron en un principio con cierta felicidad el movimiento, pensando que finalmente el progreso llegaría a la Villa Veraniega. Sin embargo, la algarabía se transformó en enojo al observar que la obra estaba destinada solo a la calle Leopoldo Lugones, mientras que ellos deberán seguir lidiando con las habituales calles de tierra.

 

López Arias no marca un precedente con este accionar del que se benefician los poderosos. Ya en 2011 sucedió algo similar en el barrio Las Leñas II, de Grand Bourg. En esa ocasión y llamativamente, las maquinas pavimentadoras pasaron solamente por la calle Lucrecia Barquet. Cualquiera hubiese dicho que comenzarían la tarea por la conocida como Calle 1, para luego continuar por el resto del barrio.

Pero lamentablemente las máquinas se fueron para no volver, luego de trabajar en la cuadra donde residía por entonces, el ministro de Seguridad Eduardo Sylvester. Sólo pavimentaron la calle del funcionario provincial, aunque nada hace inferir que por un pedido personal. No se trata de ser mal pensado.

Los sufrientes vecinos firmaron en 2016 un convenio con la municipalidad para que las obras comenzaran a ejecutarse en 60 días, pero nunca iniciaron, nunca se hizo ni el cordón cuneta, y el espacio verde nunca se convirtió en plaza. Los vecinos continúan inundándose en cada lluvia como si vivieran en un asentamiento sin servicios. Sumado a que el expediente desapareció del municipio. 

Sin ánimos de desalentar a los sanlorenceños, puede que corran la misma suerte de contar con ilustres vecinos que no tiene la capacidad siquiera de sonrojarse frente a tal muestra de abuso y poder.