Luego de que se conociera la agresión cometida por una patota en la que se encontraba el hijo del diputado Pedro Sández, ahora se suma a esa denuncia otra con similares características: Roberto Fabián Giménez denunció al legislador por estar implicado en una golpiza que lo dejó inválido. Reproducimos a continuación fragmentos de su relato.
El poder y la impunidad a veces alcanzan alturas insospechadas, y mucho más en los pueblos pequeños, donde sólo un puñado de personas son las encargadas de impartir la ley (la ley de la selva) y a quien ose elevar su voz en reclamo no se lo escucha y si insiste se le da un par de palos. Al menos esta es una de las conclusiones a las que se puede llegar luego de escuchar el testimonio que dio al Trubuno Roberto Giménez, conocido como “El Gareca” en el pueblo. El ex jugador de fútbol, guardaespaldas de político y peón rural que narró lo siguiente: “Durante meses me atendió mi mujer, después mi hermana. Hoy vivo de una pensión por invalidez. A los cincuenta años estoy vencido, pero no puedo permitir que esta banda de delincuentes siempre se salga con la suya. Ayer fui yo, después el doctor Escobar, hace unos días ‘Titi’ Ruiz y mañana será otro. Aquí si denunciás un atropello, habilitas la máquina de dar palos, después adónde te vas a quejar. ¿A la comisaría? No, ahí denunciás y te denuncian al ‘capo’. Este te manda la camioneta y te la dan”.
Respecto a lo sucedido algunos días atrás, comentó: “Nosotros, los Giménez, nunca hemos sido bebés de pecho; casi todos hemos purgado condenas, algunos hasta 25 años por homicidio y otros delitos. Nuestra familia tiene amor por la lata y también por la pólvora. Pero nunca hemos sido patoteros. A mí me golpearon entre seis, solo porque los denuncié por haber robado los postes de un alambrado en el que yo estaba trabajando para la señora Acosta, quien mantenía una discusión de propiedad porque Sández pretendía el lote de la mujer que me contrató. Ella me hizo alambrar, pero la banda se llevó los postes a la noche. Yo volví a alambrar y cuando cayeron le “até” una paliza a uno de ellos, los otros huyeron. Con esas pruebas los denunciamos y allí comenzó mi cuenta regresiva. Hace diez meses atrás me esperaron que saliera de una timba, eran seis, con garrotes me dieron una paliza de perro ‘huevero’, me dieron por muerto. La Policía me alzó, pero no me llevó al hospital sino a mi casa, allí pretendieron tirarme en el fondo para que parezca un accidente, pero yo tenía un perro rottweiler que se enloqueció, por lo que me dejaron casi en la calle. Desde entonces la Policía allana mi casa todas las semanas en busca de armas para justificar una denuncia que me hizo el hijo del diputado por amenaza de muerte en contra mío. Yo perdí a mi esposa y a mis hijos. También parte de mi memoria, pero para ‘Ino’, por lo que me hizo, y por la impunidad que tiene, guardo rencor. Una ‘marca’ de hierro incandescente en el infierno de mi vida”.