Los actores sociales que integran los diferentes ámbitos educativos son convocados a reflexionar sobre el lugar que ocupa la educación sexual, lo que obliga a revisar opiniones, creencias, mitos y prejuicios.

En entrevista con Argentina Investiga, la licenciada Virginia Palazzi explicó los parámetros que analiza en su trabajo de investigación, cuyo propósito es brindar propuestas desde la comunicación social que aporten a la enseñanza de la educación sexual desde la perspectiva de su vinculación al género.

-En 2006 fue sancionada la ley de Educación Sexual Integral, ¿cómo puede definirse su implementación en el país desde su homologación?

-Básicamente, creo que la propuesta de la ley es muy interesante ya que aborda esta temática desde la prevención, desde la mirada de infecciones de trasmisión sexual, procreación responsable, prevención de embarazo, etcétera. Temas que no dejan de ser importantes, pero me resulta significativo destacar el término integral que amplía el concepto de educación sexual, porque separa a la sexualidad de esa visión tan biológica que tenemos los seres humanos, como relacionar la sexualidad con consumación sexual.

 

-¿Podemos decir que la palabra “integral” hace que la ley sea más efectiva para el propósito que se busca en cuanto a educación?

-Definitivamente, ya que a través de este nuevo concepto se abren las puertas a otras interpretaciones y otras dimensiones, por ejemplo: el respeto, los valores, la autoestima, las identidades, la diversidad sexual, los sentimientos, etcétera. De esta manera, abrimos un abanico de posibilidades desde donde tratar el tema de la sexualidad, entendiendo que desde que nacemos la sexualidad nos atraviesa en todo momento y a lo largo de toda nuestra vida.

 

-Si la ley desde su promulgación establece que todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos ¿por qué aún no es perceptible su acepción en los estudiantes?

-Esto se debe a su falta de aplicación real. Desde el Estado y a través de su promulgación se solicita a quienes son responsables de su implementación que se trabaje en la redacción de materiales, capacitación docente y en la coordinación de la aplicación del programa de educación sexual a nivel de cada jurisprudencia. En esa sanción se proyectó un plazo para su aplicación de cuatro años, y en la actualidad vemos que aún se dificulta su implementación en los planes de estudio.

-¿Cómo desarrolló su campo de acción en la investigación?

-Mi trabajo se ha enfocado, principalmente, en entrevistas grupales, trabajo de campo de grupos focales con adolescentes en diferentes escuelas y relevamiento de datos. Esto me ha permitido concluir que la ley no se aplica en nuestra provincia, en un promedio de un 90%. En el veinte o diez por ciento restante queda a disposición de las sensibilizaciones de las interpretaciones personales. En cuanto a los docentes, les parece un tema importante o los moviliza desde algún lugar; ahora quedaría ver cómo se aplica ese diez por ciento.

-El trabajo que usted realiza está orientado a su tratamiento desde el género, ¿a qué hace referencia con esta acepción?

-Si hacemos un análisis profundo de la ley podemos interpretar que lo que se propone es revisar la construcción de la sexualidad desde la perspectiva de género, es decir, revisar cómo socialmente se nos va construyendo como mujeres y varones. Muchas veces se confunde lo biológico con lo social, entonces decimos: ‘si vos sos mujer, tenés que ser más sensible, aprender a amar, a ser ama de casa, a cuidar a los demás. Y si sos varón debés ser valiente, fuerte, relacionarte públicamente’. La respuesta a esto es porque tu condición biológica así lo dicta, lo cual es erróneo.

 

A partir de esto es que debemos hacer la primera aclaración. No es lo mismo “diferencia” que “desigualdad”. Que somos diferentes, varones y mujeres, es más que real; o sea, existen diferencias anatómicas, pero no se debe a partir de éstas infligir en la desigualdad de oportunidades en derecho entre ambos géneros. Es ahí donde se centra esta investigación y lo que hace la perspectiva de género es revisar todo el tiempo esas cuestiones.

 

-¿Usted interpreta que es aconsejable iniciar con la educación sexual en los primeros años de escolaridad?

-Plantear este tema en el jardín es complejo, ya que se lo hace en un ámbito donde no es común hacerlo. Y esto es así porque volvemos de nuevo a las desigualdades culturales. Antes de nacer ya somos rosas o celestes, como si fuese que nuestro sexo biológico nos obliga a ser de determinada forma. Si a un niño se le ofrecen los culturalmente llamados juguetes de varones o al revés, pasaría que ellos mismos cuestionarían. Por eso, qué distinto sería poder ofrecerles a los niños las herramientas que les permitan en la adolescencia no seguir formateados con ese chip de qué cosas son para varones y cuáles para mujeres. Y así como ése, infinitos mitos.

 

Es así que cuando transitan la adolescencia surgen cuestiones como: el sexo en el hombre surge por impulsos biológicos incontrolables, es decir, tiene sexo porque su cuerpo biológico así lo dice. Esto me ha respondido el 99% de los alumnos entrevistados. La mujer no, no tiene la misma necesidad, porque es mujer y ahí surge una cuestión ¿será?

 

-¿Cómo se responde a esta cuestión?

-Existe otra respuesta en referencia a esta tendencia y está muy relacionada también con la región en la que habitamos, una cultura dominada que por tradición es patriarcal, machista, conservadora, ahí radicaría este pensamiento. Desde diferentes lugares nos indican cómo ser varones y cómo ser mujeres y el problema no es que nos digan cómo, sino que el problema es que por esas diferencias tenemos que aceptar las desigualdades sociales. Todas las preguntas que nos movilizan o interpelan tienen la misma respuesta: que esto es así porque es natural, que no puede existir la diversidad sexual por lo cual tiene que ser discriminada o rechazada, porque lo natural es varón con mujer, todo lo demás es antinatural.

-¿Y ahí surge una nueva cuestión, la diversidad sexual y también la desigualdad sexual en referencia a hombres y mujeres?

-Exactamente; porque una mujer si tiene ganas de expresar libremente su sexualidad no puede hacerlo, pero el hombre sí. Entonces, vemos que todas las respuestas tienen esa concepción de que es lo natural, es decir, que no es cuestionable, que no es inamovible. Es una cuestión que ha sido construida por muchas subjetividades que responden a un determinado contexto histórico y social. En otras palabras, si es social no es natural y si es social es construido y si es construido se puede reformular, se puede repensar, se puede cuestionar y, por lo tanto, cambiar. Ahí aparece otro gran problema, que es el capitalismo y cómo éste ha generado ciertas estructuras funcionales a su necesidad.

 

-Entonces, ahora entraría en juego un nuevo parámetro, el capitalismo.

-Efectivamente, el capitalismo nos organiza como una sociedad funcional a un sistema universal, ha sido el gran propulsor de la división del espacio público y privado. Históricamente, hemos notado que el hombre salía a trabajar y cumplía su función en el ámbito de lo público y la mujer quedaba en el ámbito de lo privado, a cargo de la crianza de los hijos. Entonces, si uno se fija todo el espacio de lo público es el espacio del poder, de todo lo visible, de lo importante; y adentro de la casa, donde estamos las mujeres, el espacio del silencio, de lo que no se dice. Y ahí, desde esa mirada capitalista, surgen muchas cuestiones sobre la visión que nosotros tenemos de familia. Y ahí entra la no aceptación a la diversidad sexual, al capitalista le servía que su mano de obra se reproduzca y para eso debía darse la unión de un varón y una mujer que garantice una reproducción de la mano de obra. Lo que no garantice esta producción humana es anormal para este modelo, donde necesariamente necesita una manutención, una reproducción constante de su mano de obra funciona.

 

Si vamos por detrás de este modelo capitalista encontramos infinidad de organizaciones sociales que no tienen nada que ver con lo que conocemos. Son ciudadanos donde sus mujeres tienen sus hijos y la comunidad entera es la que los cuida, donde no existe una figura paterna o materna como conocemos. Hay cosas que uno no conoce y que a la hora de escuchar o leer te abren la cabeza, entonces, ves la figura de familia desde otra perspectiva.

 

-¿Cuál es tu aporte como comunicadora?

-Creo que como comunicadora social tengo un compromiso que es justamente ése: analizar la educación sexual desde la mirada de la comunicación. Es mi deseo, a través de esta investigación, brindar una guía que sirva de instructivo en las escuelas, que esté acompañada desde lo práctico con juegos y demás herramientas que ayuden a su difusión. De acuerdo a lo que nos aporta esta investigación, podemos concluir que hablar sobre educación sexual no sólo es tratar sobre su inserción en los planes de estudio, es también transitar otras cuestiones que salen a luz y nos muestran hoy como sociedad.

 

La licenciada Virginia Palazzi realiza su investigación “Adolescencia: sexualidad, prácticas, representaciones sexuales y propuestas educativas desde la comunicación social”, a través del Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (INDES), de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud (FHCsSyS) de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

Fuente: Argentina investiga