Cuando el debate en torno a la Ley de “Tolerancia Cero” se ha incrementado, un referente de la Coalición Cívica realiza otro aporte a una discusión que concluirá con la provincialización de lo que inauguró el intendente Miguel Isa en la ciudad de Salta. (Tito Tonda)

Dentro de la población “no abstemia” las personas son en general prudentes al conducir y suelen beber con moderación y responsabilidad; siendo esto así, es lógico suponer que si alguna vez protagonizan un accidente de tránsito, la causa no será la ingesta de alcohol. Este será el sector que -con seguridad- cumplirá con la nueva disposición conocida como “Tolerancia cero”, simplemente porque son respetuosos de las leyes y de las normas de convivencia. Esto es lo normal, y cuando se legisla no debe olvidarse esta circunstancia fundamental.

Por otra parte, existe aquella minoría de alcohólicos y/o irresponsables, capaces de conducir en estado de ebriedad y a quienes poco les importa lo que digan las Ordenanzas ni los límites de tolerancia de alcohol en sangre; no cumplieron las Ordenanzas más flexibles y tampoco cumplirán la más estricta. Estos últimos -los culpables de todas las tragedias- seguirán haciéndolo con Ordenanzas o sin ellas, porque la posibilidad de reformar sus conductas no depende tanto de que una norma sea más o menos inflexible (en cuanto a la cantidad de alcohol en sangre), sino que más bien dependerá de la cantidad y eficacia de los controles como de la gravedad de las penas.

Ojalá nos equivoquemos al suponer que la “tolerancia cero” no reducirá las tragedias viales a no ser que vaya acompañada de duras sanciones para graves infracciones y no -en cambio- multas dinerarias o “servicios comunitarios”. Es por este motivo que sostenemos que la falta debe ser grave para que la pena también lo sea.

 La nueva norma no representará ningún problema ni cambio alguno para quienes acostumbran conducir ebrios, simplemente porque siempre superaron los niveles aceptables de alcohol en sangre y supieron burlar  todos los controles. Tampoco será problema para las “personas influyentes” que nunca soplaron ni soplarán una pipeta del control de alcoholemia.

Otra vez purgarán los justos las culpas de los irresponsables con carnet (o con poder).

Contrariamente a lo dispuesto en la nueva Ordenanza, proponemos fuertes penas para aquellos grados riesgosos de alcoholemia  y -por otra parte- eliminar de manera inmediata la “pena” de Servicios Comunitarios. Señores Concejales, la generosidad, la compasión y la solidaridad -intrínsecos en el  voluntariado y en todo acto de responsabilidad social- no son un castigo, son valores que debemos difundir y promover en la población. Flaco favor nos estamos haciendo como sociedad si inculcamos en la conciencia colectiva que esos valores son en realidad un castigo para quienes suelen ejercitarlos.