Centralismo e intereses sectoriales impulsan al gobierno a limitar feriados puentes. En Salta 40 mil personas dependen del turismo que concentra el 15% de los arribos en tales fechas. El monopolio de la costa atlántica vuelve a asechar. (Daniel Avalos)

“Es una discusión que duele. Nos quieren llevar a debatir si lo más importante para el país es la industria, el comercio o el turismo y no comprenden que todos somos piezas importantes de un engranaje integral. Y ahora la cuestión se puso peor porque dicen que quieren eliminar ese tipo de fechas para que haya más días de clases, como si los que provenimos del sector turístico no deseáramos como todos que la educación sea de la mejor en el país. No se trata de esto o aquello; se trata de esto y aquello”.

La declaración, entre irritada y resignada, corresponde al empresario hotelero Mario Peña hijo. La manifestó a Cuarto Poder el miércoles, un día después de que Esteban Bullrich, ministro de Educación de la nación, desenfundara el nuevo argumento para limitar los feriados puentes en la provincia donde según el propio Peña el sector turístico contrata 40.000 empleados, posee 20.000 plazas hoteleras, concentra el 15% de los arribos anuales en esos periodos del año y en donde los artesanos de regiones como la Puna tienen cifradas sus esperanzas de ingresos extras en esos fines de semanas largos.

El argumento de Bullrich se parece mucho a una impostura genial. Y es que apeló a un objetivo noble –más días de clase en las escuelas– como para que nadie ose oponerse al mismo, aunque tras la maraña de hermosas intenciones se esconden objetivos menos sublimes: favorecer a los poderosos empresarios de otros rubros con aceitados contactos en la Casa Rosada y/o devolver a la costa atlántica la primacía de la actividad turística a costa de las llamadas economías regionales.

El argumento se explicitó tras conocerse el acta firmada por los ministros de Turismo de todas las provincias en donde ratificaron la importancia de los denominados “fines de semanas largos para el fortalecimiento del turismo interno”. Ese día, además, Bullrich recibió el auxilio de la Cámara Argentina de Comerció que difundió una encuesta donde se mostraba que el 71% de sus asociados estaban en contra de eso feriados. La misma relevaba la opinión de sus entidades socias de todo el país, aunque difícilmente el comerciante minorista y menos poderosos de Cafayate, Cachi o localidades similares de otros puntos del interior nacional fueran objeto de la consulta.

La difusión del relevamiento golpeó fuerte al sector que siendo parte de esa entidad a través de la Cámara de Turismo de la República Argentina, interpretó el mensaje como lo que era: la relación de fuerza en esta discusión se inclina decididamente a favor de quienes desean finalizar con ese tipo de feriados. No sólo porque el Consejo Directivo de la CAC está ocupado por empresarios de sectores poderosos como Eduardo Eunerkian, Alberto Grimoldi o Alfredo Coto; también porque del mismo consejo forman parte familiares de miembros del gabinete macrista como el ministro de Transporte de la nación, Guillermo Dietrich, quien proviene además de la Cámara de Comercio Automotor: una de las entidades que más blasfema contra los feriados puentes.

Centralismo

El centralismo del que habló Peña es fácil de resumir en términos políticos: la Casa Rosada evidencia una incorregible conducta a diseñar políticas prescindiendo de los razonamientos e intereses del interior, algo que sólo viene a develar una inclinación no menos incorregible: considerar que lo importante necesariamente se decide en la capital.

No fue la única acepción de centralismo a la que se hizo referencia. Tupac Puggioni, empresario gastronómico, enfatizó a este medio que el cortar con los feriados puentes supone un retroceso al proceso que -combinando los nuevos hábitos del turista y los propios feriados puentes- posibilitó que el interior del país arrebate el histórico monopolio de la costa atlántica en la actividad.

El razonamiento coincide con el expresado por el propio Mario Peña. Y es que ambos aseguran que en las últimas décadas los turistas muestran una tendencia creciente a evitar las vacaciones largas en un solo lugar para salpicar los viajes a lo largo del año aunque por periodos de tiempos más cortos. Ello sumado a las políticas de fomento en varias provincias para impulsar la actividad, diversificó los destinos potenciando una redistribución de los beneficios entre las regiones. No se trata de un dato menor. Ello supuso en el año 2015 una suma de 15.000 millones. Cifra que resulta de la suma de los gastos realizados por los viajantes en alojamiento, gastronomía, transporte y compras.

De allí que la eliminación de alguno de los dos feriados puentes que por decreto puede ejercer el presidente de la nación está lejos de resultar algo inocuo para provincias como la nuestra. Puggioni, por ejemplo, asegura que la suba de costos e impuestos más la baja de la actividad económica y el fin de los feriados “supone desocupación directa. Es grave la situación y para graficártelo te digo lo siguiente: con un feriado puente en donde la actividad hasta el año pasado era buena, yo he logrado pagar los sueldos de un mes de todos mis empleados”. Mario Peña no piensa distinto aunque complementó el razonamiento al recordar que la merma no sólo afecta a los empleados directos que prestan servicios en las agencias de viajes, los restaurantes, los alquileres de autos o en los hoteles; sino también en los miles de empleados indirectos que prestan a su vez servicios a esas rubros vinculados al sector.

El alerta se entiende. En el fondo no es más que la lucha contra una medida atravesada o por intereses determinados o una simple impericia: la de registrar la emergencia de nuevas posibilidades de empleo que generan algunos desacoples en el conjunto que la Casa Rosada quiere remediar con categorías y conceptos que exitosos en otros tiempos, ahora sólo pueden conducir al fracaso de amplios sectores. Esos que se resisten a depender exclusivamente de las temporadas altas en donde turistas del primer mundo visitan a los del tercer mundo porque saben que el turismo nacional resulta clave para aprovechar la masificación de un mercado antes restringido a una minoría.