Por Mariela Barraza

Por estos tiempos los civiles salteños asistimos al disparate de que quienes nos representan en las cámaras legislativas son personas consagradas a la iglesia católica, que cuenta con un estatus jurídico diferenciado como ente de derecho público no estatal, aunque no constituye  la religión oficial de la Argentina  en detrimento de  otras iglesias.  

Mientras los senadores Juan Carlos Romero y Rodolfo Urtubey evitan el vulgo de sus representados hasta una próxima  instancia electoral -práctica a las que nos tienen acostumbrados-, la senadora Cristina Fiore se encuentra abocada a la prédica y evangelización,  anteponiendo sus creencias religiosas personales  a la política pública en favor del colectivo femenino y blandiendo un discurso jurídico para apear sus creencias.  Así, Fiore en Medio Oriente, votaría a favor de las limpiezas étnicas bajo argumentos legales ya que el fanatismo religioso -aquí y donde sea- no sólo se lo permite, sino que lo avala.  

Tanto la iglesia  católica  en su calidad de  industria cultural más poderosa de todos los tiempos, como su ungida Cristina Fiore, atrasan hasta la Edad Media para disciplinar con la cruz  y la imagen del  feto, una versión remozada de la cruz y la  espada  de los conquistadores, o  la cruz y las brujas de la  Santa Inquisición.  

Esgrimiendo el temor de dios, y apelando frente al debate sobre el aborto legal, la falsedad de que se trata de un niño indefenso por nacer  al que sus  madres quieren asesinar,  y otros argumentos mágicos  e insostenibles en términos de realidad, la iglesia viraliza una  cadena de WhatsApp que pide que «ante la presencia de cada pañuelo verde se rece un Ave María». 

Es así como entre los tres senadores salteños, mientras Romero y Urtubey (Rodolfo) se sienten emparedados por hombres de pollera larga y recompensas celestiales, Fiore llora, sin apostar a asistir a la única vida que puede defender: la de la madre. Y reza.

En los últimos días el propio gobernador Juan Manuel Urtubey  admitió  públicamente que la iglesia debe separarse del Estado, luego de que nos convirtiésemos en el aspaviento nacional por  tener institucionalizada la enseñanza religiosa en los colegios públicos desde tiempos inmemoriales.  La situación que debió ser corregida  por la  Justicia en su instancia del supremo órgano jurídico que nos rige como ciudadanos. Esta práctica no sólo reclutaba niños  inocentes a las fauces católicas,  sino que ninguneaba diversas religiones y creencias  que también  pertenecen al cristianismo y tienen a Jesucristo como protagonista, como metodistas, bautistas, pentecostales, de los santos de los últimos días, adventistas del séptimo día y testigos de jehová. Desconociendo también a las que no reconocen a Cristo como salvador, tales como  el judaísmo, el islam, o el budismo. A este menú de creencias variadas con diferentes plataformas simbólicas, se suman ciudadanos que desconfían del armagedón, el  fin del mundo, la adoración de imágenes, o el espíritu santo, y que  no adhieren a este tipo de contenidos sobrenaturales como ateos, agnósticos o humanistas.

Cada uno de estos credos, son opciones personales que no pueden (ni deben) interceder  para desfigurar las políticas públicas que atañen a la totalidad de los ciudadanos, situación exigible a los legisladores nacionales. (Si alguno de ellos creyera en los marcianos  ¿estaría promoviendo leyes a favor de la creación de estaciones intergalácticas y matrimonios mixtos entre humanos y alienígenas  e implicándonos al resto del tejido social que no verá jamás un extraterrestre?).

Precisamente, cuando Cristina Fiore pide rezar por los que empuñan pañuelos verdes, nos está inoculando su creencia. Es así como en Birmania, la senadora apoyaría las limpiezas étnicas que implican aniquilar desde sus cimientes una raza, sólo porque la religión lo permite y la  ley no la corrige.   

Cualquier parecido con la realidad …

“Es un gobierno cruel con una mujer cruel a la cabeza que recibió el premio Nobel de la Paz, que mata y quema a gente sin protección, incendia sus casas y no tiene ninguna reacción real”, se lamentó un  ayatollah en relación a la premiada.

Sun Kyi fue premio Nobel de la Paz. Huérfana de padre a causa de un atentado – un general que peleó por la independencia  del pueblo amenazado – se educó en una escuela inglesa metodista que le permitió concurrir a Oxford donde estudió filosofía, política y economía, mientras habla cuatro idiomas: birmano, inglés, francés y japonés.

Los rohinya son un grupo étnico musulmán de casi un millón de adherentes que vivió durante siglos en  Myanmar pero que el gobierno no les concede ciudadanía ni derecho alguno, ya que no los reconoce como uno de los cientos grupos étnicos oficiales. Son sometidos a discriminación y violencia: trabajos forzados, extorsión, restricciones a la libertad de movimiento, reglas de matrimonio injustas y confiscación de todas sus tierras.

Los enfrentamientos más graves en la historia reciente estallaron cuando  la mayoría budista, que componen el 90% de la población, se lanzaron contra los rohinyas con brotes de violencia sectaria, impulsado por rancias pulsiones fundamentalistas.

Suu Kyi nunca abrió la boca habiendo sido su propio padre un mártir de este tipo de violencia y un luchador de los ahora repudiados: la frena, su dependencia de los poderosos movimientos budistas, que odian a los musulmanes. No hay derechos para nadie que no adhiera a la creencia mayoritaria.

Del mismo modo, la Argentina de hoy donde los celestes no pueden esgrimir un argumento válido y racional que justifique que deba obligarse legalmente a ser madre por imperio de la biología, situación que es plausible de interpretar como » tortura». El Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, que es el órgano de aplicación y el intérprete autorizado de la Convención contra la Tortura , estipula que los Estados que tienen una prohibición absoluta del aborto en cualquier circunstancia, exponen a mujeres y niñas a la situación de ser humilladas y tratadas con crueldad. Entendemos que los tres senadores salteños, son abogados de oficio por lo que saben perfectamente de qué estamos hablando, simplemente de aplicar tortura a una mujer.

Quien dice luchar por las 2 vidas no hace nada   

No despiertan la atención, las estrategias descaradas y consientes de la cúpula eclesiástica -cuya función primordial es sostener a los pobres, en  lugar de pobres con la promesa de bondades en un mundo futuro incomprobable como método de control social-, cuando desde los púlpitos y procesiones llaman a luchar por las 2 vidas. Como si alguno de ellos fuera a hacer algo más que rezar por encima de la voluntad de la progenitora. Se puede escuchar a beatas hablando a los senadores de un Doctor Aborto que cobra 40.000 pesos, y un divague acerca de la forma en que  «despedazan un cuerpecito» como si todo esto ocurriera dentro un repollo y no en otro cuerpo.

Así como cuando  deciden  tener un hijo las mujeres  desafían, arrasan y los paren contra todo pronóstico, pasa lo mismo cuando deciden abortar. Y no hay rezo que valga para ninguna de las dos posibilidades. De modo que salvar las 2 vidas no es mas que un simple slogan, que no incide en la realidad de nadie y ocupan un tiempo ocioso en avemarías y formulaciones que no van a impedir un aborto. De ahí que la única propuesta a favor de la vida salvable -de la madre- es la de legalizar la práctica. De lo contrario, se trata de la invocación segura a su muerte.

La  visión sobrenatural, que expuso entre lágrimas, la senadora Fiore, excede el ámbito del Derecho que invoca con tantos números de leyes, y de las garantías constitucionales de la igualdad y no discriminación. Ese tipo de temáticas deberían ser planteadas en  todo caso, en Palestra o grupos misioneros. Idéntica situación es la que padecen las mujeres que acuden a las Asesoras de Menores e Incapaces con sus criaturas violadas a corta edad, casi descaderadas, y no sólo les niegan la información sobre los protocolos del aborto punible -a la que tienen derecho- sino que las mandan a clases de catecismo. Estas  fanáticas  religiosas operan impúdicamente en Ciudad Judicial cuando se suponen que deben velar por los derechos vulnerados de las niñas  aprovechándose de la ignorancia de sus madres.    

El concepto de “violencia simbólica”, se encuentra en la Ley Nº 26.485, y se define como: “La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.

A Fiore, se la escuchó decir que había llamado su atención la  inquietud de una niñita que le solicitó que le confesara quienes eran las partidarias de la legalización del aborto, pero no para escracharlas sino para rezar por ellas «. Es así como la práctica del rezo por la salvación de alguien y la redención, trasladan a la senadora, a una esfera sobrenatural que no le corresponde en su calidad de legisladora. Lo que si le atañe,  es estudiar los  “patrones estereotipados, valores e íconos que reproducen dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de las mujeres.

Es una obviedad  que desde una Institución, en la que sólo los varones pueden ser sacerdotes, obispos y Papas, han impuesto a través de concilios integrados por ellos mismos, que la  única fase difundida se relaciona exclusivamente a  la actividad reproductiva de la mujer a través de la Virgen María. La iglesia católica defendiendo el rol subordinado de las mujeres en la sociedad solo dedicadas a la reproducción, genera un patrón estereotipado que reproduce dominación y que la legión no religiosa,  generacional y cultural rechazan por absurda, y que sólo la ley puede subsanar.

Desde esta perspectiva, la situación de “dominados” corresponde a toda la población no católica, que se ve obligada a soportar una moral que no comparten, así como a sustentar una religión que no profesan; violando el principio de laicidad del Estado.

Legalizar una práctica que ocurre inexorablemente en circuitos clandestinos y pocilgas, es un derecho que está siendo negado, al igual que a las minorías étnicas que aniquilan y limpian. El feminismo no es un demonio por el que hay que rezar, sino un movimiento legítimo real cuyo objeto es conquistar la igualdad de género y luchar contra la discriminación y la violencia, como una “ideología de Género” que se opone a los modelos perimidos y manipulados que impone la Iglesia.

Senadores nacionales : 

Por lo menos, y no es poco, la senadora Cristina Fiore -quien fuera representante legislativa desde su más temprana juventud y muy aplicada- al menos circula por iglesias y tertulias de rezos para reforzar sus propias creencias, en lugar de embarrarse en villas de emergencia a escuchar a quienes sufren desigualdad social, miseria y embarazos no deseados; a diferencia de sus pares hombres, los senadores Urtubey y Romero.

Pero miente y nos ofende cuando niega la onda verde en el interior sólo porque no osó asomarse a la esquina de su casa cuando estamos de vigilia.

Somos miles y ahora que si nos ven

estamos , muy a pesar de ustedes,

de sus presiones de clases acomodadas y sus pueblos de ovejas

de los peregrinos indigentes que agradecen a dios la miseria y el hambre

Estamos preparadas para las batallas que ustedes no se animan a dar a luz

pero no vamos a tener más mujeres como mártires de sus creencias

Ni una menos.