Un asado de cumpleaños fue la excusa del posible armado de una liga, que más que liga es un extraño rejunte que solo quiere el poder. Desde salteños K, hasta salteños anti K. ¿Qué tienen en común y qué los diferencia? ¿Existe la posibilidad de que puedan ser gobierno?

Por Lucas Sorrentino 

El poder no debería ser un fin, sino un medio: alguien desea ser gobernador, porque tiene unas ideas para mejorar su provincia. Necesita el poder para desarrollar esas ideas. Las alarmas deberían encenderse cuando uno nota que hay personas que ven en el poder un fin: llegar como sea. Sin importar con quién, ni para qué. 

Toda esta intro tiene que ver con un asado en el que compartieron mesa Sergio Napoleón Leavy, Mauro Sabaddini, Verónica Lía Caliva y Emiliano Estrada, algunos integrantes del romerato, y nacionalistas católicos como José Urtubey y Cristina Fiore, y los olmedistas de Juntos por el Cambio, como Carlos Zapata.

Uno podría raspar las ollas y con todas las sobras no haría una mezcla tan  incoherente y rancia. Pero esto pasó. La excusa fue un cumpleaños (El Oso quería soplar las velitas) y el agua.

Las fotos se difundieron y los participantes intentaron darle al atracón un tono épico: dijeron que se pusieron de acuerdo. Intentaron mostrar que de ahí podía surgir algo llamado grupo opositor. Anunciaron con bombos y platillos en que se habían puesto de acuerdo en algo: en que la falta de agua es un problema. 

No hay salteño que no crea que la falta de agua es un problema. 

El diputado Carlos Zapata, entrevistado en el programa Interactiva conducido por Marcela Perez  (FM Pacífico), trastabilló cuando se le preguntó cuál sería la solución para ese problema. Balbuceó, vomitó incoherencias y terminó diciendo que se debía destinar más plata a obras públicas. 

Si el rejunte no sabe cómo solucionar un problema ambiental, cómo se pondrían de acuerdo para tratar problemas sociales de fondo, si entre sus integrantes hay libertarios que creen que el Estado no debe meterse en nada, y hay kirchneristas keynesianos que creen que el Estado debe meterse en todo, especialmente si les da la oportunidad de meter la mano en la lata. 

Estaban Fiore y Caliva. ¿Qué haría este rejunte con la educación sexual en las escuelas?

El rejunte solo tiene otro problema, además del ideológico: todos son caciques. Todos creen que son los que deben liderar al grupo. 

José Urtubey, por ejemplo, dijo que no se descarta  un posible armado electoral ni una posible candidatura.  El ex vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, sin ponerse colorado, hasta llegó a decir que él se ubica en una alianza dentro del campo nacional y popular que, aseguró, no se limita hoy al Frente de Todos. ¿Urtubey Nacional y Popular?

Liendo Inesperada

La que no participó de la reunión, a diferencia de otros de Juntos por el Cambio, no participó del asado, pero sí se anotó como candidata a la gobernación. «Desde que terminó la elección del año pasado me dediqué a caminar la provincia, mi compromiso con Salta es total», dijo. Liendo hace hincapié en eso de caminar Salta porque vive y pasa más tiempo en Buenos Aires. 

«El desafío de gestionar la provincia no me asusta, porque tengo experiencia de gestión. Durante el gobierno de Mauricio Macri estuve a cargo del área de compras y contrataciones de PAMI, un organismo con un presupuesto cuatro veces mayor al de toda Salta», resaltó. 

Y después tiró una frase a lo Milei: «hay un clan, una casta, cuyos integrantes se pasan el poder, y son los responsables de que Salta esté sumergida en la pobreza».

Liendo fue una de las que celebró la muerte de Hebe de Bonafini. ¿En serio Estrada y Leavy piensan que pueden sentarse a gobernar junto a esta turista?

Deben estar muy desesperados para tratar de armar un rejunte así. 

Borges una vez escribió «No los une el amor, sino el espanto». Pero el verso no consigue dimensionar lo que sucede en Salta. No es espanto hacia el saencismo (algunos forman parte de ese gobierno o coquetean con las filas oficialistas). En privado ninguno cree que este sea un gobierno malo. No, por eso no es espanto. Es angurria de poder. Una angurria desbocada.