Como todos los años el movimiento feminista mueve las calles de Salta para pedir que las mujeres no sean asesinadas y que se respeten todos nuestros derechos que supimos conseguir.

Gabriela Hernández

Un 3 de junio de 2015 surgía de las entrañas de las mujeres el movimiento de almas #NiUnaMenos, surgió tras un caso que conmocionó al país: el femicidio de Chiara Páez, una adolescente de tan solo 14 años que estaba embarazada y fue asesinada por su novio, en Rufino, provincia de Santa Fe.

Salta no estuvo exenta del primer #NiUnaMenos ya que las plazas de todo el país se sumaron a un gran pedido que es la lucha contra todos los tipos de violencia de género y la oportunidad de poder transitar tranquilas por nuestras tierras. El 2015 terminó con 16 femicidios en la provincia, ubicándose como la que más femicidios por habitantes tuvo y en lo que va del 2023 ya tenemos 9 femicidios.

Los números que duelen

En Argentina en el año 2015 hubo cerca de 286 femicidio, este año, 2023, según el registro realizado por el Observatorio de Violencia de Género “Ahora que sí nos ven”, en los primeros meses de 2023 se registraron 74 femicidios, 66 femicidios íntimos de mujeres y 8 femicidios vinculados en Argentina.

Por otro lado, la Asociación Civil “La Casa del Encuentro” realizó un informe visibilizando que desde el 3 de junio de 2015 al 28 de mayo de 2023, se produjeron 2282 femicidios y vinculados de mujeres y niñas, 58 trans/travesticidios y 214 femicidios vinculados de varones adultos y niños, 2691 hijas e hijos quedaron sin madre, (61%) son menores de edad

Según MuMaLá, unos 97 niños y niñas y adolescentes se quedaron sin madre como consecuencia de estas muertes. De acuerdo a ese informe, las provincias con tasas más altas de femicidios en abril pasado fueron Chaco, Corrientes, La Rioja, Salta y Santiago del Estero; en tanto la tasa nacional de femicidios se ubicó en 0,4 cada 100.000 mujeres y la edad promedio de las víctimas fue de 37 años.

Respecto a los femicidios, el 54% fue cometido por parejas o ex parejas: el 17% de las víctimas había denunciado a su agresor y de las mismas, el 76,5 % tenía orden de restricción y el 23,5% un botón de alarma.

Ser mujer no debe ser un condicionante de nuestras libertades y sueños

Nos dicen que no, pero lo sentimos, sentimos la falta de oportunidades, sabemos que dicen “las mujeres primero” pero a la hora de la verdad siempre son los hombres los que acceden a las mejores bancas y puestos. Sí, sentimos, cuando no nos toman en serio, cuando dicen que no podemos acceder o hacer porque somos mujeres, cuando nos hacen sentir una partecita pequeña e irrelevante de un todo que solo existe para apoyar al jefe.

Escuchamos cuando dicen “ahora no se puede hacerles ni decirles nada” seguido de una sonrisa burlona y molesta porque le encantaría someternos con libertad, cada día paramos miles de manos.

Hay mujeres fuertes empoderadas y luchadoras que van de frente y buscan su lugar en el mundo y lo consiguen, pero aún hay mujeres presas de las casas, de los gritos, de los golpes y de la muerte que sopla el cuello hasta que se lleva el alma.

Hay mujeres indígenas despojadas de todo, violadas, violentadas y usadas para el narcotráfico y trata de personas.

Como mujeres sentimos la vulnerabilidad y a los que nos vulneran creyendo que somos menos que un hombre, sí, sentimos a los que se aprovechan pensando que somos débiles, pero cuando nos unimos cuando nos rescatamos entre nosotras, cuando le salvamos la vida a una mujer y nos comprometemos con la causa somos una ola que nadie ni nada puede parar, una ola capaz de conseguir y mantener derechos esenciales para nuestras existencias.

Queremos ser libres, hacer lo que nos hace feliz sin un “las mujeres no hacen eso” pisándonos los sueños, queremos vivir sin que nadie nos mate porque piense que somos mascotas de sus deseos. Queremos muchas cosas y por eso marcharemos, pero principalmente queremos vernos vivas todos los años que podamos.