Sergio Massa cerró ayer su campaña en el microestadio de Argentinos Juniors. Su candidato a vicepresidente, el salteño Gustavo Sáenz, hizo su ingreso con un poncho salteño aunque no hablo. Según la prensa nacional, el microestadio mostró algunos claros y Sergio Massa le hablo a los indecisos.

Para Página 12 esos claros tenían que ver el éxodo de intendentes bonaerenses y la tropa propia del Frente Renovador; aunque lo cierto es que después de repetir las consignas de campaña, Massa llamó a los “indecisos” a votar por su espacio para “empezar a ganarles al odio y la división y construir entre todos la Argentina de la unidad nacional”. Con relación a las internas de otros espacios, el tigrense fue ocurrente: “Mientras en el oficialismo discuten por denuncias de narcotráfico y muertes y otros lo hacen por el color de los globitos”.

Massa se hizo esperar para salir al escenario y cuando el tiempo se acababa los primeros que caminaron la larga pasarela para abrir el acto fueron su compañero de fórmula, Gustavo Sáenz (con poncho salteño al hombro a pesar del calor), el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, como “jefe de sus equipos de gobierno”, y el precandidato a gobernador bonaerense Felipe Solá y su compañero de boleta Daniel Arroyo. Un puñado de intendentes fieles, que cargaron con el grueso de la movilización, tenía primera fila desde el escenario: Joaquín de la Torre (San Miguel), Luis Acuña (Hurlingham), Mario Meoni (Junín), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) y Julio Zamora (Tigre). Del otro lado, se acomodaron Solá, la diputada Graciela Camaño, y los economistas Roberto y Marcos Lavagna, Martín Redrado y Ricardo Delgado, además de otros legisladores nacionales y provinciales.

Ayudado con un teleprompter, Massa soltó de corrido todo su derroche de promesas. Volvió a sostener que si llega a la Casa Rosada tras las elecciones de octubre “voy a implementar el 82 por ciento móvil a partir del primero de enero” y dijo que saldará los juicios a los jubilados en los primeros cien días de gestión, “para que un preso no gane más que un jubilado” y le puso cifras a su derroche de promesas: “Un millón de empleos en cuatro años para los jóvenes que no trabajan ni estudian”, “1.210.000 créditos para la vivienda para que la gente no tire a la basura lo que paga por alquiler”. Tampoco olvidó sus propuesta de mano dura, “cambiar el Código Penal”, “perpetua para los narcos”, ley de derribo de aviones y la “imprescriptibilidad de los delitos de corrupción”.