Por Alejandro Saravia

Sin despegarse de la cosmovision del núcleo empresarial Aeropuertos 2000 y sus hombres de confianza, el gobierno de Milei sufrió una
metamorfosis, un cambio de esencia: de aborrecer a la casta se convirtió en uno más de ella y no en sus mejores versiones. Para apreciar ésto basta comprobar lo de esta semana con la designación como ministro jefe de gabinete de Guillermo Francos, el mejor rosquero de la derecha, complementado definitoriamente con el hecho de haber mandado al Senado nacional, para su eventual acuerdo, los pliegos o propuesta como juez de la Corte de Justicia de Ariel Lijo, cuya cocarda o mérito es la de ser el mayor y mejor anestesista de causas de corrupción contra funcionarios públicos. Es decir, lo contrario, por estar en las antípodas, de lo que se prometía en campaña.
Obviamente que estaremos atentos a cómo votan los senadores cuando se decida este tema. Es esta una cuestión central. Si pretendía emular a Carlos Menem, con este paso lo está haciendo a la perfección ya que se quiere tener, como aquél, una Corte adicta que posibilite dictar normas contra constitucionales completando de ese modo lo que lograría con las delegaciones de la denominada “Ley Bases”. Con Lijo y Lorenzetti en la Corte de Justicia nada bueno va a salir y nada en el fondo podrá cambiarse porque lo que realmente necesitamos cambiar es nuestra relación con la ley, es decir, dejar de ser ese país al margen de la ley que caracterizara Carlos Nino. La ley es un principio de organización que también nos haría previsibles, mucho más, desde ya, que un desquiciado en el gobierno.
Paralelamente, esta próxima semana se cumplirán los seis meses de la gestión de Milei, caracterizada a su vez, por la ausencia de ella, es decir, de gestión. Ninguno de los gobiernos que lo precedieran tuvo una gobernanza más maltrecha que la del presente. Disimulado ello por golpes de efecto, como la presentación de un libro en el Luna Park, teniendo como telonero a un grupo rockero libertario y al propio Milei, autor del libro, o bien de parte de él, como cantor de rock. Lo de cantor, desde ya, es una forma de decir.
Y, ¿qué tienen de particular los seis meses? Pues, por aquello que decía uno de los mayores estadistas del siglo XX, Charles De Gaulle, presidente de Francia y fundador de la V República, que solía afirmar que aquel gobierno que tras seis meses de gestión seguía inculpándolo a su antecesor, estaba reconociendo su fracaso. Es por ello que, tras las correcciones necesarias, es conveniente, estratégicamente, que los senadores nacionales aprueben la denominada “Ley de Bases”, insisto: con las correcciones necesarias, para quitarle al gobierno nacional cualquier excusa que le sirva para justificar un eventual fracaso. Ya que, si no le aprueban esa ley, tal hecho gravitaría negativamente más sobre la proteica y hoy inexistente oposición que sobre el propio oficialismo, como ocurriera alguna vez cuando el incipiente gorilismo proscribiera por 18 años al peronismo, victimizándolo, y haciendo que, por ello mismo, se le perdonaran tantas cosas. Y se le siguen perdonando.
El desastroso, al menos hasta ahora, gobierno libertario, sin embargo, puede servirnos a los argentinos para algunas cosas. El mismo Milei se presenta como anarcocapitalista. Por definición, los anarquistas no creen en un orden. En efecto, la anarquía también se define a menudo como sinónimo de caos o desorden social , reflejando el estado de naturaleza descrito por Hobbes. Según esta definición, la anarquía representa no sólo una ausencia de gobierno sino también una ausencia de gobernanza. Gobernanza que es, como dijimos, la gran ausente en la gestión actual. A pesar de ello algo bueno debemos sacar. Quizás, después de esto nos quede como valor establecido y aceptado el del equilibrio fiscal y el cuidado del valor de la moneda. Asímismo, como efecto colateral, la necesidad de preserver al Estado como instrumento eficiente de orden. Ambos valores fueron desechos rotundamente en los 16 años en que predominó el kirchnerismo y su viva la pepa.
Como con el yin y el yang, en el que algo bueno hay siempre en lo malo y algo malo hay siempre en lo bueno, dependerá de nosotros aprender las lecciones. O, no….