Tras un año de trabas burocráticas, a Fernando Martínez y Nelson Ibarra, recibidos en Cuba, les llegó la autorización para ejercer. Ahora, pretenden curar en las zonas más vulnerables de Salta, donde muchos de sus colegas no desean asistir. (Federico Anzardi)

A fines de junio contábamos la historia de Fernando Martínez y Nelson Ibarra, médicos salteños recién recibidos. Tienen 29 y 30 años respectivamente y entre 2009 y mediados de 2015 se formaron en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en Cuba, uno de los países más respetados en materia de salud pública. Ellos y otros 18 compatriotas egresados en la misma camada estuvieron un año sin poder ejercer en nuestro país, ya que el Ministerio de Educación de la Nación demoró los trámites.

En ese primer artículo informábamos su situación. Junto a sus compañeros exigían el cumplimiento de los trámites burocráticos para poder ejercer. El tema había tomado estado nacional cuando el 5 de junio un comunicado de los Médicos Argentinos Graduados en Cuba abordaba la problemática. “Hacemos pública esta situación de casi un año, que nos mantiene en la zozobra de saber si podremos ejercer o no nuestra profesión en la Argentina”, expresaban.

Finalmente, tras un año de incertidumbre, los veinte médicos argentinos recibidos en Cuba recibieron la validación de sus títulos y pueden ejercer y realizar especializaciones en el país.

Hoy, más tranquilo, Fernando cuenta que desde la fecha de publicación del artículo en este semanario hasta que sus títulos fueron validados se encargó, junto a sus compañeros, de realizar trámites legales para acelerar la respuesta. Finalmente, abogado mediante, lograron un acuerdo con el Ministerio de Educación, que proporcionó, a principios de agosto, la firma que hacía falta. “Después del acuerdo pasaron diez días y salió el primer trámite. Empezaron a salir de a uno, de a poquito. Eso fue a principios de agosto, un año de trámite. Algunos compañeros más de un año. De a poco empezamos a recibir las cartas que nos decían que el trámite estaba finalizado y que teníamos que sacar turno para legalizar el título y sacar matrícula”, agrega.

El 28 de septiembre, Nelson y Fernando tuvieron turno para finalizar los trámites en Buenos Aires. Desde ese día están habilitados para ejercer su profesión. Ya tienen matrícula nacional y está en proceso la de la provincia.

¿Y cuál fue la razón por la cual debieron llegar a intimidaciones judiciales? “Para mí estaban cajoneados, porque una vez que decidieron aceptar los títulos, salieron todos juntos en ese mes”, opina Nelson. “De hecho, al abogado que nos representaba le dijeron que los papeles ya estaban listos, que sólo faltaban las firmas. Creo que por ahí hubo un poco de desorden por el cambio de gobierno y de funcionarios. No sé si habrá alguna cuestión política”, dice Fernando. Nelson completa: “Nunca fue expresa la negativa y menos de manera política, pero no salía. Y de golpe salieron todos”.

¿Y ahora?

Como siempre, una vez sorteada la burocracia llega lo más interesante. En este caso, se trata de ejercer la medicina. Se terminaron los tiempos para intentar parar la olla como sea, que es lo que estuvieron haciendo Nelson y Fernando este último año. Brindaron charlas en colegios y no mucho más. Lo suficiente como para “cargar SAETA” y nada más.

“Ahora vamos al Ministerio de Salud. Nos estaban llamando para una propuesta de trabajo en el interior”, dice Fernando. Nelson agrega que la idea es aceptar: “Vamos a ver cómo es. Pero igual yo estaba por solicitar ir al interior, al Chaco salteño, La Unión, Rivadavia Banda Sur. Y también quiero hacer una residencia. Este año no pude entrar por la falta de legalización del título. Tengo hasta abril para estar ahí en la zona ésa y ver si entro a la residencia. Pero la idea mía es ir de vuelta al campo. No hay muchos médicos que quieran ir para allí. Depende de las condiciones de trabajo, de las perspectivas particulares de cada uno”.

“Yo, igual que él: empezar a trabajar lo antes posible. Y si entro a una residencia, también”, dice Fernando. Los dos tienen muy claro que quieren dedicarse a trabajar en las zonas más vulnerables de la provincia, allá donde sobra todo lo malo y escasean las soluciones y los recursos. “Ganar, ganás más que uno que trabaja acá. Pero el que trabaja acá puede estar en la salita y después va a una clínica a la tarde o hace una guardia acá o allá. Tiene varios lados para trabajar. Allá sólo tenés el centro de salud”, dice Nelson.

La falta de ganas de los galenos por ir a inmolarse a lugares imposibles se puede entender desde la falta de desarrollo del sistema sanitario en esas zonas. Y porque está la certeza de que cuando pase algo, el gobierno siempre le cortará la cabeza a los más prescindibles, los de menos peso político y económico.

“Eso uno lo piensa: yo me voy a este lugar que no tiene muchos recursos, no hay médicos. Vas, ponés toda tu disposición y sin embargo, cuando necesitás algo, no lo tenés porque no llegan las cosas, el gobierno no te da los insumos”, dice Fernando. Nelson conoce la zona en la que quiere trabajar. “Sé que es un hospital chiquito, sólo hay dos médicos, se hace lo que se puede y las cosas más graves las terminás derivando. Pero las ganas están”, explica.

“Creo que lo mejor que puede hacer uno es tratar de aportar a la sociedad dándole la atención que se merece. Tengo amigos médicos que son mucho más grandes y me dicen que hay momentos en el que te cansa un poco lo que es el sistema: peleás, peleás, peleás y ves que no avanzás. Pero cuando sos joven lo soportás. Cuando sos más grande te tira abajo y te estancás, decís ‘ya fue, hice todo y no pude cambiar mucho’. Creo que en este momento, en el cual nosotros estamos recién empezando a sumergirnos, es ideal, porque tenés ganas, fuerza, sos joven y tenés la disposición de hacerlo”, dice Fernando. “Fuimos al Ministerio a hablar para ir al interior y nos dijeron ‘¡Sí, sí, sí!’, porque están locos por médicos que vayan al interior. Nadie quiere ir. Hay hospitales y a veces no tienen médicos porque nadie quiere ir para ahí”, agrega Nelson.

Disfrutar lo que se hace

Fernando quiere convertirse en médico clínico. Nelson, en médico de familia. “Yo le decía a mi familia que iba a ser médico generalista, primero. Y me decían ‘pero no vas a ganar nada’. Y la idea no es si voy a ganar o no voy a ganar, es hacer lo que me gusta. Me hice médico porque me gusta. ¿Por qué voy a dejar de hacer lo que me gusta? ¿Para ganar más plata? No es conformismo, pero con lo que tengo me basta”, dice Fernando, que explica que “muchas veces está visto que si no tenés una especialidad, si no sos clínico, cardiólogo, es como que no escalaste en los peldaños de la medicina”. “Si te dedicás a médico comunitario, médico de familia, médico generalista o médico rural, es como que no llegaste a desarrollar completamente la medicina. Pero eso es un concepto dentro de lo que es la sociedad de médicos y la sociedad en sí. Porque la sociedad prefiere ir a un especialista antes que ir a un médico generalista. Muchos médicos prefieren quedarse en la capital por esas cuestiones”, concluye.